Beltrán y Ramazani vienen al Valencia dispuestos a reivindicarse
El argentino confiesa que Barrenechea le empujó para llegar a Mestalla mientras que el extremo no ha dudado: «Me hubiera gustado jugar con Sadiq»
Uno viene teóricamente para meter goles, otro para darlos. Uno tiene un diálogo envolvente, propio de los argentinos, al otro le cuesta expresarse, en varias ... ocasiones pidió que le repitieran la pregunta porque no la había entendido y no dudó en señalar que le cautivó el «amor» del Valencia cuando se planteó su incorporación a la plantilla. Son los últimos fichajes que hizo el Valencia este verano y que este jueves fueron presentados en la ciudad deportiva de Paterna con Carlos Corberán –se supone que Gourlay está fuera de la ciudad– como testigo, sentado en la primera fila y acompañándolos después en la pose fotográfica con sus respectivas camisetas. Lucas Beltrán y Largie Ramazani demostraron estar bien aleccionados porque escurrieron el bulto a la hora de pronunciarse sobre cuál debe ser el objetivo real del equipo en esta temporada.
«Somos un equipo y un plantel que entrenará durante la semana para afrontar el partido de la mejor manera. He visto a mis compañeros, buena gente, el grupo de trabajo es bueno. La Liga es un torneo muy difícil. Seguramente daremos lo mejor todos los días, trabajando durante la semana», afirmaba el delantero argentino, que se llegó a definir tanto como atacante y como jugador de enganche. «Debemos ser un equipo competitivo y afrontar el siguiente partido lo mejor posible», fue lo que dijo escuetamente un Ramazani que, debido a su teórica dificultad por entender el castellano (estuvo cuatro años en el Almería), protagonizó alguna que otra anécdota en la comparecencia.
Ambos futbolistas llegaron de alguna manera influenciados por dos ex. A Beltrán le empujó Barrenechea y Ramazani tuvo una especial relación con Sadiq, con quien mantuvo en las redes sociales varios guiños en los últimos días de mercado ante la posibilidad de que el delantero de la Real Sociedad acabara de blanquinegro. «Me hubiera gustado jugar con él, pero es fútbol», confesaba Ramazani, un enamorado en su día de David Villa.
A Beltrán el club le había preparado un mensaje de Ayala y a Ramazani un vídeo de bienvenida de Vicente Rodríguez. Aún así, Lucas Beltrán relató tanto su relación con Enzo Barrenechea como la vinculación de algunos miembros de su familia con la entidad valencianista. «Hablé con Enzo. Somos de la misma ciudad y desde chicos nos enfrentamos desde los diez años. Me dijo cosas lindas de la ciudad, que no me voy a querer ir. Su familia está aquí, seguramente nos juntaremos y comeremos algún asado. Y me dijo que Mestalla es increíble. Mi tío y mi primo viven en Lleida, vinieron desde Argentina hace veinte años y como jugaba Pablo Aimar aquí se hicieron hinchas del Valencia. Incluso mi primo tiene un tatuaje del Valencia. Fueron los primeros en escribirme cuando se enteraron».
Tanto uno como otro llegan al Valencia con ese espíritu reivindicativo en sus respectivas carreras. Por ellos, sus clubes de origen pagaron una buena suma. Por Beltran la Fiorentina 25 millones y por Ramazaniel casi 12 el Leeds. Ahora, sin embargo, recalan en Mestalla como cedidos. «En el primer año en la Fiorentina hice un año bastante bueno, llegamos a una final pero la perdimos. El segundo año no me pude expresar al máximo, tal vez por la Liga, por el ritmo... Estando aquí, podría volver a sentirme de la mejor manera, como me he sentido antes», apuntaba el delantero, mientras que el extremo dijo: «Venir aquí me puede ayudar mucho».
La exigencia de Corberán
Con Corberán a apenas un metro de distancia, los jugadores no dudaron en admitir la exigencia que el técnico plasma sobre el terreno de juego en los entrenamientos. «Desde el primer día se nota en los entrenamientos. El fútbol italiano es más cerrado, aquí hay más ritmo y más intensidad, con más espacios en la defensa, más abiertas». Ramazani dio su mejor versión en el Almería. «Me gusta mucho el fútbol español, cuando estuve aquí me gustó y jugué mucho. He disfrutado mucho. El míster me empuja siempre, quiere la mejor versión de mí».
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