La afición, sin miedo a la distancia

Esta peña es una de las clásicas en Mestalla. Desde hace 30 años, este año están de aniversario, sus miembros no fallan a los partidos en casa y su pancarta es una de las habituales en las gradas. «Vamos unas 50 personas. 'Fem cotxà' y quedamos en el bar del córner para tomar algo antes de entrar», explica su presidente Serafí Gil, quien recuerda que al principio también se organizaban para acudir a los partidos de fuera de casa. Esto ahora queda lejos al igual que hacer un viaje de Champions ya que la situación deportiva es muy delicada. «A veces ves como juega el equipo y te desanimas pero siempre estamos ahí», señala Serafí.

Esta peña valencianista cuenta con unas 80 personas, y su nombre surgió en honor a la leyenda suecana Antonio Puchades. Y es que los miembros de esta organización querían poner el nombre del centrocampista valencianista a la peña creada en 1993 pero Tonico no quiso así que utilizaron una de las palabras que más utilizaba, el 'collons', como una forma de recordarlo.

«No vamos a bajar. Ya viví un descenso en el 86 y no voy a vivir otro». Las palabras que vienen de un hombre sabio han de escucharse con atención. Juan Roch, a sus 85 años, es una voz más que autorizada por la cantidad de fútbol que ha visto. Es uno de los componentes de la peña valencianista Balaguer de la Pobla de Vallbona, llamada así por Pep Balaguer, portero que militó en el club.

El desplazamiento hasta el antiguo Luis Casanova, hoy Mestalla, se realizaba «en el trenet» y posteriormente ya en autobús junto a varias decenas de aficionados de una peña que cuenta con casi un centenar de miembros. Roch, junto a su nieto, Guillermo Soler, de 18 años, «nacido el año del doblete», es un ejemplo de lealtad a unos colores.

El ritual antes de cada partido es similar. Enciende una vela en su casa y se lleva consigo dos estampitas: una de San Sebastián, el patrón de la Pobla de Vallbona, y otra del Padre Pío. Ejemplo de amor a unos colores, estuvo en la final de Champions de Milán y no faltó, ya con su nieto, en la última gran alegría colectiva del valencianismo: la final de Copa del Rey de Sevilla de 2019.

Gandia cuenta con un importante número de seguidores del Valencia CF. Los bares y cafeterías se llenan cada vez que el equipo juega y se televisa el encuentro y en uno de estos establecimientos nació la Gran Peña Nou d'Octubre, en Cocos, en la playa. Fue en 2010 y ya suma unas 80 personas, mujeres y hombres.

Vicente Giménez es el actual presidente. Ha explicado que las relaciones con la dirección del Valencia «son malas». «En una reunión con las peñas, trasladamos a Peter Lim nuestro malestar; nos retiró todo su apoyo y hasta nos dejó sin lugar para reunirnos en el Mestalla».

'Allà Anem'. Ese es el grito de guerra que desde hace más de 40 años define a la peña de l'Alcúdia de Crespins. Desde 1981 sus socios, actualmente 87, no se pierden ningún partido, ni siquiera los amistosos. Recorren los 65 kilómetros en autobús, que se queda pequeño.

Uno de los que no falla si la salud se lo permite es Antonio. Con sus 88 años es el más veterano de todos los socios y fundador de la peña. Otra que tampoco se pierde ningún partido es Eva Borredà, la socia número 1.

Allà Anem cuenta con buena salud, la que no tiene el club de sus amores. Aunque también han tenido etapas mejores. «Cuando se ganaron los dos campeonatos de liga llegamos a tener hasta 180 socios», apunta.

Desde la llegada al Valencia CF de la propiedad Meriton-Holdings, las peñas de la Marina Alta, que estaban dentro de la Agrupación de Peñas Valencianistas dejaron de tener subvencionados los autobuses. La Peña José Luis Gayá de Pedreguer fue, durante muchos años, la que acogía la salida del autobús que llevaba a los aficionados a los partidos que el equipo jugaba en casa.

José Alberto Fornés, miembro destacado de la peña, comentó que siempre están al lado de los jugadores: «Ahora más que nunca, nuestro apoyo en cada partido es total sabemos lo mucho que se juegan». Reconoce que los aficionados «echamos de menos el hacer viajes en bus con otros compañeros. Viajar juntos era signo de unión y sentimiento, ahora ir cada uno por su cuenta resulta todo mucho más frío» Y es que todo era diferente en esos viajes en autobús. Lo habitual era ir con las camisetas, bufandas y pancartas de apoyo en la que se reflejaba el nombre de cada peña. Se iba a Mestalla en grupo e incluso cuando se organizaban viajes en partidos donde el equipo se jugaba mucho.