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La primera línea de Metrovalencia que se inaugura en lustros, un día de sol radiante y todo sonrisas defendiendo las bondades del tranvía para Valencia ... , que las tiene. Pero lo que no se esperaba el presidente Ximo Puig este martes era el recibimiento que iba a tener en Nazaret, tan «intenso» que la visita se acortó al máximo para volver a subir en el vagón de la flamante Línea 10.
Antes de que abrieran las puertas ya era raro ver tanta policía y tanta pancarta. El sindicato CGT llevó una protesta al propio andén donde bajaron las autoridades, con megáfono incluido y reparto de octavillas. Denunciaban aspectos laborales de la empresa como la precariedad en los empleos o críticas hacia la gestión de la misma.
El cerco se estrechó y no ayudó nada la trama urbana de esa parte del barrio, de calles estrechas y terrazas de bares alrededor del mercado. «Cuando no hacen nada los criticáis, y cuando lo hacen también», espetó una señora a los que protestaban a unos metros de Puig y la comitiva de la Generalitat y el Ayuntamiento, en una visita a Nazaret que claramente no había sido planificada al detalle.
«Cinco veces he intentado una reunión y ha sido imposible», se le entendió a otro que se acercó al presidente a contarle un problema seguramente relevante, pero que añadía más incomodidad a la presencia del jefe del Consell en el barrio marinero. La atención fue larga y Puig aguantó el tipo porque uno no inaugura una línea de tranvía todos los días. El portavoz de una de las asociaciones de vecinos de la zona, Julio Moltó, fue a pedir información a los manifestantes, para que le dijeran «lo que reclamaban. Es mejor hablar que escuchar gritos», ironizó.
La entrada al mercado también fue accidentada. Se trata de un recinto pequeño y encima había media docena de puestos con la persiana bajada. «Este es el siguiente después del de Benimàmet», se llegó a escuchar en referencia al mercado cerrado hace unas semanas por falta de vendedores.
«Hace años que no cierra ninguno», defendió el dirigente vecinal. Puig iba escoltado por la vicealcaldesa Sandra Gómez y se pararon en uno de los puestos, donde al presidente se le pudo ver comprando un par de cajas de huevos y pagar con su teléfono en el datáfono. Tal cual. Seguidamente siguió su camino, aunque no sin que antes se acercara otro vecino, no se sabe si de Nazaret, a «venderle» su problema, también relevante con seguridad, aunque claramente en contra del guión establecido.
«Me ha recordado cuando Rita iba al mercado del Cabanyal», dijo una periodista al contemplar la escena costumbrista del político mezclado con la gente a pie de calle y ante un público «difícil».
De ahí que la atención a los medios, que debía hacerse en Nazaret, se trasladara finalmente a la estación de Alacant, literalmente el otro extremo de la línea, donde no disminuyeron las aglomeraciones. Al contrario, el corro fue tan intenso y largo (Línea 10, trasvase, Mestalla, etc.) que una de las participantes sufrió un pequeño mareo y tuvo que ser atendida. Entre los rostros conocidos se pudo ver al exconseller de Obras Públicas, Eugenio Burriel, quien estuvo al cargo de este departamento cuando entró en servicio la Línea 4 del tranvía en 1994.
Para Moltó, la protesta y las incomodidades sufridas este martes por Puig era algo que «no tocaba» debido a la importancia de la obra para el barrio, que recupera el tranvía perdido en 1957, aunque no criticó para nada las reivindicaciones. Al contrario, señaló que las propias las dejaba para la tarde, cuando acudiría de nuevo la vicealcaldesa Sandra Gómez a una sesión de La Valentina. En ese acto, la asociación de vecinos recibió un premio precisamente por su trabajo en favor de lograr más inversiones y dotaciones públicas para el barrio.
La Línea 10 servirá para cuatro millones de usuarios al año, según las estimaciones de la empresa, aunque es claro que la información del trayecto entrará poco a poco a los viajeros. Dos señoras se colaron en uno de los tranvías de las autoridades, claramente despistadas. «¿Cómo que el tranvía llega a Alicante?» le dijo una a la otra. «Pues yo quería ir a Monteolivete», señaló la otra.
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