La plaza de la Reina de Valencia muestra su nueva cara

Uno de los retos, el principal para muchos en el diseño de la nueva plaza de la Reina de Valencia, es conseguir minimizar su aspecto desértico y que en verano se convierta en una sartén donde los viandantes sufran el tórrido sol. La misma documentación del concurso lo indica, al señalar que nos encontramos con la necesidad de que un espacio tan emblemático como el que «nos atañe pueda tener un papel relevante en la adaptación al cambio climático. El sur de Europa sufre cada vez más olas de calor y sequías. Por lo que una plaza dura, que rechaza la naturaleza, no se adapta a las necesidades actuales».

Además, están las peticiones vecinales a través del proceso de participación pública que solicitaron «áreas de sombra y arbolado entre otros (siendo la generación de sombra uno de los aspectos que más les preocupa). Para resolver esto y teniendo en cuenta la presencia de un aparcamiento subterráneo que impide la plantación de árboles en la mayor parte del espacio, se habla de que en la zona sur, entre el arbolado, se colocarán unas «ligeras estructuras metálicas que reproducen pequeños árboles a través de cuyas ramas se podrá pulverizar agua de tal manera que se cree un pequeño microclima que conseguirá bajar varios grados la temperatura en días muy calurosos».

Para la parte central se ha diseñado una cubierta ligera a base de lonas rectangulares con juegos a tres alturas. «La forma de la cubierta dota al elemento de la neutralidad suficiente para que no distorsione la percepción de los monumentos», se indica. La cubierta será desmontable para mantener la versatilidad.