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María José Catalá, presidenta del PP de la ciudad de Valencia.

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María José Catalá, presidenta del PP de la ciudad de Valencia. EP

Catalá se erige en la «renovación» del PP y de Valencia frente «al pasado de Ribó»

Génova arropa a la dirigente popular en su proclamación como líder de la capital en un Congreso que se celebra para dar el relevo a la etapa de Barberá

Burguera .

Valencia

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Viernes, 10 de julio 2020, 20:21

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María José Catalá recibió una llamada de Génova a finales de 2018 para iniciar un camino que ayer culminó. La exconsellera de Educación se convirtió entonces en la alcaldable del PP en Valencia. Armó su candidatura y en mayo se situó como segunda fuerza de la capital tras una legislatura nefasta para los populares, con el grupo municipal desarticulado. Catalá se convirtió ayer en la presidenta del PP en Valencia en un congreso que sirve para cerrar definitivamente una etapa, la de Rita Barberá, cuya labor fue reconocida tanto por Catalá como en las intervenciones de clausura del cónclave de la presidenta regional del PPCV, Isabel Bonig, y del número dos nacional de los populares, Teo García Egea.

La presencia de la mano derecha de Pablo Casado en Valencia fue subrayada como el apoyo recibido por parte de Génova a Catalá en un día, el del cierre de las campañas electorales de Galicia y País Vasco, complicado para los populares. García Egea recalcó que Catalá es la primera de las ganadoras (con el 98,55%) de los congresos que se abren en la etapa de Casado al frente del partido. El número dos del PP realizó un duro discurso contra los gobiernos del Botánico en la Comunitat y se centró en la figura de Ximo Puig: «Una mal presidente y un buen hermano», en relación con las subvenciones de la Generalitat a Francis Puig, investigadas en los juzgados.

«Estamos haciendo historia, esta es la primera piedra para que Pablo Casado llegue a la Moncloa», señaló García Egea en el cierre de un Congreso en el que Catalá anunció que María José Ferrer San Segundo será la coordinadora general del partido a nivel municipal y Juan Carlos Caballero el secretario general.

Las próximas elecciones, en 2023, se nombraron de manera recurrente. Los populares practicaron ayer una catarsis tras siete años de silencio, sin congresos en Valencia ciudad, tiempo en el que han sufrido varapalos electorales, el periodo crepuscular de los últimos años de Barberá, y situaron los próximos comicios como una especie de parada final de la etapa de renovación orgánica que culminó ayer, con Catalá como punta de lanza.

Las críticas de Catalá en la oposición a Ribó hacia actuaciones como la urbanización de la plaza del Ayuntamiento, o ante la situación del Palau de la Música o de la Albufera, sirvieron también como hilo argumental de la ponencia política. Los nombres de Grezzi y Ribó resonaron en varias ocasiones.

González Pons ofició de presidente de un Congreso durante el cual Isabel Bonig recordó que la «travesía no ha sido fácil. Seguimos unidos, pero no ha sido fácil. Gracias a Luis Santamaría, a los concejales actuales y a los de la legislatura pasada, y a toda la gente que nos pasa el testigo... gracias a Rita Barberá, que le puso pasión a la vida y a la política, porque sin pasión no hay nada. Los proyectos salen porque hay personas que se dejan la piel, que aciertan y se equivocan, pero lo importante es seguir trabajando, y eso hizo aquella generación, que hizo una región de primera y no servil y sectaria. Ahora se produce un relevo».

Catalá, por su parte, aseguró representar un partido «que escucha. No soy Ribó. Que la ciudad esté en manos de quien no la quiere y la respeta es lo que mas duele al PP. Seguro que todos queremos ponernos de acuerdo con un modelo de ciudad más limpia, abierta, ecológica y sobre todo con más corazón valenciano, porque Valencia debe parecerse a Valencia, una ciudad luminosa, a esa Valencia que construyó el PP, luchadora, innovadora, que sueña mucho más alto y sueña en poder ofrecer y seguir ofreciendo nuevas glorias a nuestro país, y a mí eso no me duele. Si a otros lo hace, es su problema porque Valencia seguirá ofreciendo nuevas glorias a España».

La nueva presidenta del PP en Valencia se rodea de jóvenes como Caballero, y de veteranos que con Barberá asumieron concejalías de relevancia como Jorge Bellver. Catalá apuesta por la solidez y premia la apuesta de María José Ferrer San Segundo, que dio el salto de Les Corts, donde era muy bien considerada, al Ayuntamiento de Valencia. Con la vista puesta en 2023, arropada por Génova y con Ribó entre ceja y ceja.

Mensaje a los competidores: no damos bandazos ni hemos llegado ayer

María José Catalá es una mujer cauta y vigilante. Suele pensarse con quién se junta y qué dice. Sus discursos de ayer, tanto el de la mañana como el de clausura del Congreso, encierran tres niveles de lectura: las palabras dirigidas a sus compañeros (del PP), las destinadas a sus oponentes ideológicos (de la izquierda), y las dirigidas a sus competidores por el votante (del centro y de la derecha).

Durante su intervención matinal, la dirigente popular aseguró que en su formación «no tenemos banderas móviles, ni una ideología cambiante ni nos cambiamos de chaqueta según cómo sopla el viento, y si decimos que vamos en una dirección lo hacemos porque somos previsibles para así generar confianza». Recado a Ciudadanos, partido al que los populares miran con desconfianza por considerar que da bandazos.

Igualmente, Catalá recordó que «nosotros no hemos defendido la bandera española desde hace tres años, sino desde hace 40, porque nosotros no hemos defendido el marco constitucional de España desde hace tres o cuatro años, sino más de 40, y no defendemos al Rey y a la Monarquía, o el resto de instituciones del Estado, desde hace nada, sino que llevamos en ello 40 años, y no nos hemos movido ni un milímetro para defenderlas y respetarlas. Si hay un partido que no se mueve en esa lealtad, ese es el PP». No hace falta ser un lince para saber qué partido lleva «tres o cuatro años» enarbolando causas como la de la unidad de España, la Monarquía o su bandera». Por eso Catalá no tuvo que nombrar a Vox.

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