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Aviones en la Malvarrosa y El Saler

La playa acogió un aeródromo en los años 30 antes de que éste se ubicara en Manises

ISABEL DOMINGO

Lunes, 11 de mayo 2015, 00:36

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El aeropuerto de Valencia llegó a Manises de rebote, pues la opción de esta localidad no entraba en los planes de las autoridades de la época. De hecho, desde 1928, cuando se aprobó el plan nacional de aeropuertos, se trabajaba en la opción del parque de la Albufera, que entonces estaba aislado porque aún no existía la carretera.

«Fue una comisión de expertos, la mayoría militares, la que llegó a la conclusión de que El Saler era la mejor opción para emplear las 300.000 pesetas que se presupuestaron para este fin», explica el ingeniero Rafael Murcia, que forma parte de la Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana. Precisamente hoy impartirá una conferencia sobre los orígenes del aeropuerto de Manises en la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV) a partir de las 19 horas.

«La historia de nuestro aeropuerto es muy desconocida para la mayoría», asegura Murcia, que detalla cómo los técnicos escogieron la lengua de tierra que separa este lago del mar porque permitía el aterrizaje de los hidroaviones, que eran los habituales en la década de los 30.

«Estuvieron años intentando materializar esta opción, incluso se talaron árboles», añade este experto. Y, como no tuvieron éxito, se acondicionaron 600 metros como aeródromo en la playa de la Malvarrosa, donde los percances fueron continuos ya que las condiciones de viento no eran las idóneas para volar. «En Valencia, entonces, sólo había un avión y se dedicaba a realizar bautismos del aire». Costaban 25 pesetas según se desprende de las crónicas de la época.

Descartada la Albufera y con problemas en la Malvarrosa, las autoridades comenzaron la búsqueda de otras parcelas. «Ahí surgió el Llano de Quart, que pertenecía a Manises y a Quart y que eran terrenos cultivados pero de secano», relata.

La implicación del entonces alcalde de Manises, José María Carpintero, y el entusiasmo del piloto Alfonso Alarcón hicieron que fuera posible. Incluso los vecinos de Manises se prestaron a acondicionar el espacio «a cambio de llevarse los árboles existentes para leña» para que una avioneta, con Carpintero y Alarcón, pudiese aterrizar tras realizar el trayecto Malvarrosa-Manises.

Lo hizo el 6 de noviembre de 1932, un domingo que supuso la primera piedra (simbólica) del aeródromo de Manises. El alcalde marchó a Madrid y consiguió una subvención de 45.000 pesetas para acondicionar el terreno. Unos meses más tarde se produjo la inauguración oficial. Era el 19 de marzo de 1933, aunque el primer vuelo regular, un Madrid-Valencia, despegó en septiembre del año siguiente.

Al principio, «sólo llegaban unos pocos turistas». Una anécdota relatada por Murcia sirve para ilustrar la escasa actividad de esta infraestructura, pues algunos pilotos llamaban por radio para avisar de la hora de llegada «y encargar una paella en el restaurante el Aeroclub de Valencia».

Le siguieron las rutas a Barcelona, a Palma de Mallorca (aunque ésta sólo estaba operativa en verano) y una internacional desde Toulouse. «Con la guerra civil llegó el parón y tan sólo se vieron aviones de reconocimiento o de observación», comenta Rafael Murcia.

Luego se estableció la base aérea militar y la fisonomía del aeropuerto fue cambiando. Primero con un chalet como terminal en 1945; luego con un segundo edificio en 1962, que apenas operó dos décadas y que fue sustituido por el inmueble de 1982, que aún hoy existe. Empezó el auge de los vuelos charter y las primeras 'low-cost', lo que supuso el desarrollo del aeropuerto de Manises. Ya en el siglo XXI llegaron otros edificios: el destinado a la aviación regional, de 2007, y la llamada terminal 2, de 2010, que aún hoy sigue sin estar al cien por cien.

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