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Elísabeth Rodríguez
Sábado, 11 de febrero 2017, 21:15
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Se suele decir que de la necesidad nacen las buenas ideas. Esto es lo que le ha sucedido a Miguel José Catalá Albors, el artífice valenciano de un invento que se antoja revolucionario: un retrovisor para motos que acaba con el ángulo muerto.
Catalá se declara un apasionado de las dos ruedas. Fue su propia experiencia la que le llevó a ingeniar un espejo que evitara a los conductores el gesto de girar la cabeza a la hora de realizar ciertas maniobras. «Soy motorista desde los catorce años. Cuando iba a almorzar con los compañeros de una peña motera, me di cuenta que los espejos no cumplían su función. Investigué y vi que los fabricantes ponen el espejo más barato posible para pasar las homologaciones, pero que en la práctica no servían para nada», cuenta Catalá, quien recuerda el riesgo de accidentes graves de estos vehículos.
En el año 2015 el último del que se tienen datos disponibles según DGT, se vieron implicados en accidentes 89.502 vehículos incluidos bicicletas, de los cuales, 6.943 fueron motocicletas. Es decir, un 7,75% de los accidentados.
Según Catalá, el ángulo muerto o el llamado también punto ciego suele ser la causa más común de los accidentes de moto. «La guardia civil me comentó que casi todos los motoristas, después de sufrir un siniestro, dicen lo mismo:_no lo he visto», relata este abogado. «El retrovisor no da toda la información», añade.
El punto ciego es especialmente peligroso en los adelantamientos y cambios de carril, momento en el que los motoristas suelen girar la cabeza hacia atrás para ver si alguien les adelanta a su vez. «Eso es una burrada, encima con el casco que quita visibilidad», señala.
Este retrovisor está compuesto por dos espejos; uno fijo que da la información trasera y uno oblicuo con forma de L invertida y movible que da la información de derecha o izquierda. «Así se puede adelantar y cambiar de carril con total seguridad», explica. Para su diseño, Catalá se inspiró en los camiones y autobuses. «Tienen varios espejos, incluso uno en la parte superior. Así que estudié la legislación correspondiente y llamé a la asociación de patentes», describe.
La idea enseguida despertó el interés del organismo público. «A los pocos días, el ingeniero jefe me llamó para decirme que era una de las mejores patentes que les había llegado porque era sencilla y salvaba vidas», relata. Así las cosas, la entidad le asignó el pasado año una ingeniera que le orientara en la parte más técnica del desarrollo.
5.000 vendidos
Pese a que Catalá está en plena fase de negociación con distintos fabricantes, ya ha conseguido vender más de 5.000 retrovisores. «No están fabricados aún, pero ya tengo contacto con algunas compañías, como el Grupo Alfa, y probablemente este verano ya esté en venta», afirma.
La única cláusula de Catalá a la hora de vender el royalty es que el fabricante haga dos modelos, uno de ellos lo más asequible posible. «Yo no quiero ganar dinero con esto, es por un bien social. Espero que se venda en todo el mundo», sentencia.
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