El cardiólogo acusado de intentar grabar a una compañera en una ducha del Clínico dice que sólo pretendía vigilar intrusos

Un cardiólogo del Hospital Clínico se ha sentado hoy en el banquillo de los acusados en el arranque de su juicio en la Sección Quinta de la Audiencia de Valencia. El médico, de 42 años y actualmente en el centro de especialidades,se enfrenta a tres años de prisión por intentar grabar supuestamente en la ducha a una joven compañera residente de quinto año. El fiscal mantiene que para ello escondió su móvil en una rejilla, pero el acusado defiende su inocencia al asegurar que su única pretensión era hacer unas pruebas para comprobar si desde allí se podía grabar a intrusos después de sufrir, dice, robos de objetos personales.

Los hechos que han comenzado a juzgarse ocurrieron en la madrugada del 12 de mayo de 2019, durante la guardia que realizó el procesado con la supuesta víctima, entonces de 28 años, en la planta destinada a los ingresos de pacientes con problemas cardíacos. El fiscal pide para él tres años de prisión, otros seis años de inhabilitación para ejercer como médico y una multa de 12.000 euros. En cambio, su defensa pide la libre absolución.

Durante su declaración, el cardiólogo se ha referido a unos supuestos robos de objetos personales que había sufrido en el lugar. Pese a reconocerse sabedor de que en el Hospital ya había un sistema de seguridad y cámaras, «quise probar si se podía colocar allí una cámara para vigilar si entraba alguien ajeno, pero jamás pretendía grabar a mi compañera en la ducha».

Según su versión, «pedí a compañeros herramientas y coloqué allí mi teléfono móvil, pero no estaba grabando ni en modo avión. Luego borré las pruebas de grabación y ya me fui porque tenía que atender cosas urgentes». De acuerdo con su relato, cuando subió otra vez a por su teléfono ya se encontró con que la supuesta víctima lo había encontrado y «no me dejaba ni explicarme, me ignoró y llamó a la policía». Defiende que fue todo «un malentendido, una chiquillada mía y una cadena de errores«.

Bien distinta es la versión de la supuesta víctima, quien no reclama cantidad alguna de indemnización. Sólo justicia ante lo que, desde su convencimiento, «fue un delito«. Durante su declaración, expuso que el acusado «solía hacer comentarios incómodos de índole sexual». Poco antes de su descubrimiento, «Mauricio me preguntó si me iba a duchar, me dijo que él iba a usar el aseo antes y luego me insistió otra vez en que me duchase antes de que se hiciera tarde».

La joven se dirigió a este espacio de aseo, encontró el teléfono del cardiólogo y comentó lo sucedido a los responsables del hospital. «El teléfono estaba colocado de forma oblicua, detrás de la rejilla y apuntando a la entrada del váter y la mampara de la ducha«. Entonces se presentó el médico y propietario del celular. «Me pidió perdón, confesó, asumió que había sido él e incluso dijo que lo había hecho porque era nuestra última guardia juntos. Pidió que no le denunciara, pero era un delito y yo seguí adelante«. Ante esos supuestos robos de objetos personales aludidos por Mauricio y su alegada intención de vigilar posibles intrusos, «jamás me dijo nada ni sabía nada de eso».