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El pequeño Julen, en primer plano, con su hermano Óliver y sus padres, José y Vicky. FOTO CEDIDA POR EL PADRE DE JULEN

El padre de Julen: «Mi hijo está ahí; que nadie lo ponga en duda»

El progenitor del pequeño al que buscan en un pozo agradece las labores de los equipos de rescate, pero pide más medios

Alvaro Frías, Juan Cano y Fernando Torres

Málaga

Miércoles, 16 de enero 2019

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José lleva desde el domingo sin dormir, prácticamente con la misma ropa, pasando las noches dentro de un coche junto a su mujer, Vicky, cerca del agujero donde su hijo cayó durante un día de campo en Totalán. «¿Dónde voy a estar si no? Aquí, donde estoy. Y aun así estoy demasiado lejos de él», asegura el padre de Julen, roto de dolor.

Son varios los motivos que le han llevado a romper su silencio. Lo hace para reclamar más medios en la búsqueda desesperada del pequeño, inédita en España y en el mundo por el diámetro del pozo al que cayó. Pero también para salir al paso de los comentarios que ha tenido que escuchar en algunos medios: «Mi hijo está aquí, que nadie lo ponga en duda. Ojalá fuese imposible que esté en el pozo, como he oído. Ojalá fuese yo el que estuviera enterrado ahí abajo, y que él estuviera aquí arriba, con su madre».

Tras una breve conversación telefónica este martes por la mañana, José accedió por la tarde a mantener una entrevista con SUR para aclarar cómo sucedió todo. «Habíamos ido a pasar un día de campo en una parcela del novio de mi prima, que inauguraba ese día (iba a empezar las obras). Estaban ellos, la hija, que también tiene dos años y medio (la misma edad que Julen), mi mujer, el niño y yo», describe el padre.

Al grupo se iban a sumar otros dos primos y un par de amigos. «Estábamos preparando una paella. Yo estaba echando leña al fuego y mi mujer cogió el teléfono para avisar de que no iba al trabajo (en una hamburguesería de La Cala). Ella estaba con Julen y me pidió que yo le echara un ojo mientras llamaba. El crío estaba a cuatro o cinco metros. Yo fui a coger un par de troncos y el niño echó a correr», relata el joven, que tiene 29 años, los mismos que su mujer, a la que conoció el 11 de septiembre de 2001 en la barriada malagueña de El Palo, donde se han criado. «Lo recordamos siempre, cómo olvidarlo. Fue el día del atentado de las Torres Gemelas. Sólo éramos unos niños, llevamos toda la vida juntos».

Dice que, cuando se vino a dar cuenta, el chiquillo estaba a 10 o 15 metros. «Mi prima, que estaba más cerca, salió tras él y empezó a gritar '¡el niño, el niño!' temiendo que se tropezara». Ella, y también José, que venía detrás, vieron cómo el pequeño caía al pozo de prospección que el novio de su prima encargó hacer en diciembre para buscar agua en la parcela. «Está destrozada, imagínate. Vio cómo Julen caía de pie por el agujero, con los brazos hacia arriba. Yo llegué justo después. Aparté como pude las piedras [las que previamente se habían usado para tapar el agujero] y metí el brazo hasta el hombro, apoyando la cabeza contra el suelo, para trapar de alcanzarlo, porque no sabía la profundidad del pozo y creía que él estaba más cerca. Yo escuché llorar a mi hijo. Solo pude decirle: 'Estáte tranquilo, papá está aquí y el hermanito [Óliver, fallecido en 2017, a la edad de tres años, por una muerte súbita] nos va a ayudar'». Tras esa primera reacción instintiva, José asegura que se puso a apartar las piedras para que no cayeran dentro del agujero y pudieran lastimar al menor.

Cuenta que a su prima y al novio los mandó «abajo» –del monte en el que estaban– para llamar al 112 y a los bomberos, pero que con los nervios ni atinaban. Una pareja de senderistas, a la que quiere dar las gracias por su ayuda, acudió segundos después al escuchar sus gritos y los ayudaron a avisar a los servicios de emergencias. «Vimos perfectamente cómo se caía por el agujero. Ella mejor que yo, porque estaba más cerca», sostiene José, que se queja amargamente de quiénes han puesto en duda la posibilidad de que el niño se deslizara por ese agujero de 25 centímetros. «No se pueden insinuar esas cosas, es muy duro. Soy el primero que, cuando ocurre un crimen o algo feo, lo repudio. Lo llego hasta a entender, pero cuando vean su error... Yo solo quiero a mi niño conmigo, ojalá lo tenga muy pronto. Y cuando lo tenga, se van a dar cuenta. No se debería especular con nada, pero con esto menos todavía», insiste José, que añade: «Sé que soy un buen padre. He vivido para mis hijos, me he buscado la vida para comprarles sus 'hobbies', como las equipaciones de fútbol, buena ropita... Es algo que yo no he tenido, por eso quería que ellos vivieran mejor».

Respecto al pozo de prospección, José asegura que no sabía «ni que estaba ahí arriba». «Lo hizo [el novio de su prima, que se lo encargó a un pocero] a finales de diciembre. No se encontró agua. El pozo nunca ha estado sellado, como dice el pocero. Estaba tapado con unas piedras que le pusieron ellos. Él [la pareja de su prima] nos dijo que tuviéramos cuidado, sobre todo para que los niños no pisaran mal. Nadie quitó las piedras [inicialmente, se dijo que habían sido los niños], pero se ve que no estaban bien puestas y Julen pisó y se coló entre ellas. Es delgadito, pesa 11 kilos».

Desde entonces, están «muertos en vida», afirma José. «Yo tenía mi corazón roto en mil pedazos [por la pérdida de Óliver], y ahora lo está en tres mil, porque dentro de un día o dos me puedo quedar sin él». La pareja intentaba levantar cabeza tras el mazazo que supuso perder a su primer hijo. «Estábamos los dos trabajando (él se gana la vida como feriante con su tío) y habíamos empezado a buscar para Julen el hermanito que la vida nos quitó [de hecho, no han podido confirmar aún si Vicky está embarazada]. Y nos viene este revés...».

Para José, las manecillas del reloj avanzan demasiado rápido, y el rescate, con lentitud. «Mi crítica no es hacia los guardias ni los bomberos, que se están dejando la piel. Pero no tienen medios. No puede ser que el primer camión de bomberos que llegó no llevara ni cámara; tuvieron que meter un móvil. Se lo he dicho al delegado [Gómez de Celis] y se lo diré al presidente del Gobierno: no necesito 'tuits' ni mensajes en redes, necesito medios. Sé que es un caso complicadísimo, y que están teniendo que trabajar sin recursos, inventando y fabricando herramientas. Ojalá nadie más tenga que pasar por esto...».

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