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Raúl Conejero López, este lunes, en el banquillo de los acusados. Efe
Cuatro años de cárcel por estafar a 350 familias con células del cordón umbilical

Cuatro años de cárcel por estafar a 350 familias con células del cordón umbilical

El vecino de Ibi procesado reconoce los hechos y acepta la pena tras el pacto alcanzado entre su defensa y las acusaciones

Efe / J. F.

Madrid / Valencia

Lunes, 18 de febrero 2019, 12:59

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El acusado de estafar con células madre del cordón umbilical para su conservación, por lo que cobró entre 1.800 y 2.200 euros a las familias engañadas, algunas de la Comunitat Valenciana, ha aceptado una pena de cuatro años y medio de cárcel tras alcanzar un acuerdo de conformidad con la Fiscalía a cambio de reconocer los hechos.

La Fiscalía, que pedía para él nueve años de cárcel por estafa y falsedad documental, ha alcanzado este pacto con la defensa del acusado y las distintas acusaciones en esta causa, por lo que la Sala finalmente tendrá que condenarle a la pena acordada.

Para lo que no ha habido conformidad es para la vertiente civil de la responsabilidad penal del acusado, al que se reclama indemnizar a las cerca de 350 familias a las que engañó asegurando que enviaba esas muestras a laboratorios con los que no tenía ninguna relación, por lo que el juicio se celebrará solo para determinar este extremo.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, el acusado, Raúl Conejero López, nacido en Alcoy y vecino de la localidad de Ibi, desempeñó desde 2009 hasta el 16 de febrero de 2011 «el cargo de agente comercial» de la empresa Stem Cell en España, principalmente para la Comunitat Valenciana, Murcia y de algunas zonas de Castilla-La Mancha.

Operación Policial

  • Detenciones. La Guardia Civil de Alicante detuvo a Raúl Conejero en marzo de 2012 y a otras dos mujeres como presuntos integrantes de la red que estafaba con células madre, pero solo fue procesado Conejero.

  • Oficina como tapadera. El procesado tenía una oficina situada en el Centro de Negocios de Alicante, donde recibía la correspondencia, pero en la sede apenas había actividad real.

  • Falsificación documental. Un laboratorio alemán dio la voz de alarma al tener conocimiento de que alguien les suplantaba en España y falsificaba certificados.

En la escenificación del acuerdo con la Fiscalía, Conejero declaró ante la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional que reconocía los hechos y relató su vinculación con la empresa Stem Cell hasta su despido, y con el laboratorio LMB al que remitía las muestras.

Según los hechos reconocidos por el procesado, la empresa le facilitaba el material para la toma de muestras y se lo enviaban en función de los contratos que hacía, en función de cuyo número al mes cobraba. A finales de 2009, Conejero creó la sociedad Representaciones Biomédicas Levante para facturar ahí los contratos. Tras su despido, siguió recogiendo muestras, «pero por mi cuenta», y cree que Stem Cell envió una carta anunciando su cese a los profesionales y a los hospitales que normalmente visitaba, como el de Benidorm, pero él nunca la vio y ni sabe qué decía.

Pese a ello, en los hospitales solo algunos médicos le exigieron que presentara documentación de su empresa, pero normalmente no le preguntaban y no le pusieron impedimentos. Por este motivo, algunas acusaciones solicitaron en la fase de cuestiones previas que se suspendiera el juicio para poder citar como responsables civiles a representantes de los hospitales afectados.

Esos centros y esos profesionales médicos que autorizaban a Conejero a prestar servicios y que se los recomendaban a los gestantes fueron los grandes ausentes del juicio para parte de las acusaciones particulares. Sin embargo, el tribunal presidido por la magistrada María José Rodríguez Duplá rechazó la solicitud de suspensión del juicio, en línea con el criterio de la Fiscalía, porque ya durante la instrucción hubo afectados que reclamaron la imputación de los médicos y centros hospitalarios donde se les había extraído el material genético, y fue rechazado (tanto por el instructor como en recurso en la Sala) al no encontrarse indicios suficientes de responsabilidad penal en este asunto.

El acusado reconoció que él tampoco confesó a todos los médicos que ya no trabajaba para Stem Cell «por temor» a que perdieran «la confianza depositada» en él, y aseguró que nunca se cruzó con el nuevo agente de la empresa que le pudo sustituir en sus funciones. De este modo, contrató «con numerosos clientes la recogida y conservación simulada de las muestras, a quienes entregaba diversa documentación simulada donde aparecían laboratorios inexistentes».

Además, Conejero «simulaba la firma de médicos de los laboratorios en certificados con los resultados de los análisis de células madre de sangre del cordón umbilical extraído durante el parto». Aunque la parte relativa a la responsabilidad penal ha quedado dirimida, sigue el procedimiento para establecer el alcance de la responsabilidad civil de Conejero y de la empresa Stem Cell S.A.

Víctimas de la estafa

«Es peor el daño moral que el dinero que nos estafó»

El dolor y la rabia ahogan sus palabras. El hecho de que hayan jugado con la salud de su hijo, que ahora tiene ocho años, y que hayan destruido la posibilidad de utilizar en un futuro su cordón umbilical, es lo que más le duele. «Más que el dinero que nos estafó, lo peor es el daño moral», afirma indignada María C.

Una empresa de Valencia especializada en ecografías acogió en sus instalaciones charlas informativas sobre la congelación de células madre. María y su marido asistieron y se decantaron por el Instituto Celular, porque les pareció que era la mejor opción. «Teníamos que contactar con ellos cuando se produjera el parto para que recogieran las muestras. Nos pasaron toda la documentación previa y parecía todo correcto. El propio acusado vino a recogerla», afirma la mujer.

«Ya no supimos nada más de él hasta que el caso de la estafa saltó a los medios de comunicación. Yo me enteré de lo que había ocurrido al leer el nombre de esta persona en la prensa», añade. La afectada intentó contactar con los laboratorios de Alemania y Reino Unido a los que supuestamente habían enviado las muestras del cordón umbilical, pero pronto descubrió que allí nunca llegaron. «Jamás supimos qué hicieron con las células madre», asegura María.

Sergio M. es otro de los afectados por la estafa masiva. «Con nosotros contactaron en el Hospital Levante en Benidorm. Nos dijeron que teníamos que darle un maletín al ginecólogo y él se encargaba de recoger la muestra». «No sabemos qué hicieron con ella. Igual la vendieron en el mercado negro o la utilizaron para fabricar cosméticos», conjetura Sergio.

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