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Un operario de la funeraria traslada los restos del vecino que llevaba cerca de quince años muerto en su casa. Ignacio Cabanes
Una terraza anegada en Valencia destapa los restos de un hombre muerto hace quince años

«Creíamos que el mal olor era de las palomas, pero no que Antonio estuviera muerto dentro»

Los vecinos de la finca de la Fuensanta donde fueron hallados los restos de un jubilado al que llevaban sin ver 15 años no dan crédito

Ignacio Cabanes

Valencia

Domingo, 12 de octubre 2025, 17:22

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Desde 2010 nadie había vuelto a ver salir de casa a Antonio F., quien en ese momento tenía 71 años. Este albañil jubilado, separado y con dos hijos con los cuales no tenía ningún tipo de relación, dejó de salir a hacer la compra, a pasear por el barrio de la Fuensanta, y aunque es cierto que no era muy hablador, nadie entre el vecindario se percató de su ausencia, que con el paso del tiempo atribuyeron a la creencia de que se había marchado a una residencia. Eso fue lo que se comentó en su día y así fue pasando de unos a otros sin que el administrador de la finca realizara comprobación alguna con la persona en cuestión o sus familiares, tuviera trato o no con ellos.

La tromba de agua caída estos días en Valencia sería la que quince años después revelaría el triste y solitario final de este vecino de la Fuensanta, al que algunos en el barrio recuerdan de cuando eran jóvenes o incluso niños, pero ninguno tiene un recuerdo próximo de él. Sus restos ya esqueletizados fueron encontrados por los bomberos entre kilos y kilos de excrementos, palomas muertas y decenas de ellas revoloteando y atacando a los bomberos y agentes que entraron en la casa, como informó LAS PROVINCIAS. Testigos relatan que les recordó a las escenas de la película 'Los pájaros', del maestro del suspense Alfred Hitchcock.

Rafael, el vecino que alertó a los bomberos al encontrar la terraza anegada por el agua. LP

De hecho, los vecinos eran conscientes del problema de insalubridad que suponía este palomar en la casa, cuyo número de aves había ido en aumento con el paso del tiempo, unas ventanas abiertas y la rotura de otros ventanales había convertido esta casa –que todos creían deshabitada– en el refugio de centenares de palomas. En suelo los agentes de la Policía Nacional que entraron en el inmueble encontraron además de muchas aves muertas también pichones vivos. Un enorme nido en un sexto piso en el barrio de la Fuensanta, junto al cadáver sin descubrir de este solitario vecino.

En el año 2014 una vecina asegura que sí que notó «un fuerte olor como a podrido», que se prolongó durante unos cuatro o cinco meses. No obstante, nadie dio parte a la policía o los bomberos. «Creíamos que el mal olor era de las palomas, pero no que Antonio estuviera muerto», argumenta Tomás.

Otros como Julián se temían que podía haberle pasado algo y no acababan de creerse lo de la residencia: «Siempre he pensado que estaba muerto dentro». Pero como pagaba regularmente, al tener los recibos domiciliados, su cuerpo sin vida siguió oculto entre palomas.

Deudas pagadas

Hace unos seis años sí que hubo un problema de un dinero de la comunidad que adeudaba, cerca de 12.000 euros, pero «el administrador de la finca logró solventarlo, no sabemos cómo», reconoce otro vecino del edificio. Asimismo, al parecer la luz tampoco la pagaba ya, de hecho cuando los bomberos accedieron al inmueble a través del balcón, y posteriormente durante la inspección ocular de la casa, la policía y la forense tuvieron que trabajar sin luz. Esta poca visibilidad y las condiciones en las que se encontraba la vivienda dificultaron todavía más los trabajos para localizar todos los restos óseos del fallecido, algunos desperdigados por distintas estancias de la casa.

La correspondencia acumulada en el buzón, otro elemento que suele ser señal de alarma de que el residente en cuestión puede haber fallecido o se ha mudado, tampoco sirvió para que durante estos quince años se detectara el cadáver de Antonio. Algunos vecinos explican que las cartas que le llegaban al buzón las tiraban directamente a la basura o se las daban al administrador, para evitar que se colaran posibles okupas si detectaban que la vivienda estaba vacía.

El grupo de Homicidios de la Policía Nacional encontró la documentación de Antonio, nacido en 1939, en la casa, el teléfono descolgado y cartones de leche en el dormitorio. La puerta estaba cerrada por dentro con pestillo y cadena, lo que reafirma la tesis de que murió solo sin la intervención de terceros. En una primera inspección de los huesos hallados no se apreció ninguna lesión externa, aunque hasta este lunes no se comenzara la autopsia en el servicio de antropología forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia, que dado el tiempo transcurrido -solo se cuenta con los huesos sin tejidos blandos- no se presenta sencilla. De igual modo, también está pendiente de que mediante ADN o pruebas odontológicas se confirme la identificación de dichos restos mortales y si como todo indica corresponden a Antonio F., velado durante años por palomas.

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