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ECOMOV

Transporte unido frente a la emergencia y con la vista puesta en la sostenibilidad

Los responsables de ATMV, EMT, Generalitat y FGV relatan en Ecomov cómo la dana obligó a buscar soluciones rápidas y repensar el futuro

Sandra Paniagua

Domingo, 5 de octubre 2025, 00:07

La movilidad es fundamental en una sociedad totalmente conectada. Además, en los últimos años la sostenibilidad ha provocado una transformación en la forma en la que los ciudadanos se desplazan y, en consecuencia, en las propias ciudades. La importancia de la movilidad quedó patente el año pasado con la catástrofe de la dana que vivió la provincia de Valencia. Para hablar de lo vivido, lo aprendido y el futuro de la movilidad en la adaptación a fenómenos como la dana, Ecomov reunió a diferentes expertos en una de sus mesas redondas.

El mensaje fue unánime y alentador: frente a la adversidad, la capacidad de reacción, la coordinación entre operadores y la solidaridad ciudadana hicieron posible que Valencia no se detuviera. Así lo dejaron patente José Antonio Moreno, director gerente de la Autoridad de Transporte Metropolitano de Valencia; Juan José Alumbreros, director corporativo de la EMT; Manuel Ríos, director general de Transportes y Logística de la Generalitat Valenciana; y Francisco García, responsable de Atención al Cliente de FGV Metrovalencia.

Los cuatro ponentes coincidieron en el foro en que la dana dejó huella, pero también enseñanzas valiosas que permitirán avanzar hacia un sistema de transporte más resiliente, eficiente y sostenible. «Lo que vivimos fue un golpe durísimo, pero también la demostración de que, trabajando juntos, se pueden dar respuestas extraordinarias», resumieron.

La dana que azotó la provincia de Valencia dejó cicatrices profundas en la movilidad del área metropolitana. En apenas unas horas, más de una treintena de carreteras quedaron cortadas, 140.000 vehículos resultaron inutilizados y la red de transporte público sufrió daños de tal magnitud que miles de personas se vieron obligadas a desplazarse a pie. «Fue una circunstancia inédita, excepcional. La movilidad es indispensable en la vida diaria y de repente la gente se veía andando porque no había otra alternativa», recordó José Antonio Moreno.

El golpe no fue solo material. Conductores, personal de cocheras y talleres también resultaron afectados por la riada. En palabras de Manuel Ríos «nos encontramos sin más del 50% de los medios disponibles». El impacto se notaba especialmente en los estudiantes: hasta 120.000 jóvenes se quedaron sin la posibilidad de acudir a clase. Por eso, una de las primeras medidas fue solicitar a las universidades que recurrieran a la docencia online, recordando lo vivido en la pandemia. Esta medida evitó muchos desplazamientos, facilitando así las tareas, recordó Ríos.

Con la red destrozada, la única opción fue improvisar. Autobuses lanzadera sustituyeron a tranvías y metros mientras se trabajaba a contrarreloj en la reapertura de carreteras. «Se consiguió restablecer el eje de conexión con Torrent en la primera semana y se reforzaron infraestructuras críticas, como puentes o cocheras», detalló Ríos. La clave, según destacó, fue y es activar protocolos rápidos y mentalizar a la población de que las alertas de emergencia son reales y deben cumplirse.

En medio del caos, la EMT asumió un papel decisivo. «La red de metro no funcionaba y esa demanda vino directamente a nosotros», explicó Juan José Alumbreros. La compañía reforzó sus servicios con lanzaderas y contrató conductores de urgencia. El resultado: un aumento espectacular de viajeros, hasta alcanzar los 479.000 desplazamientos diarios en noviembre. Pero la presión no se quedó en lo operativo: «Nuestro personal también sufrió los efectos de la dana. Les ofrecimos ayuda psicológica y permisos especiales. Era necesario cuidarles para poder dar servicio», subrayó.

El trabajo de Metrovalencia se centró en recomponer recursos humanos e instalaciones. «Lo primero fue ver qué teníamos operativo y qué era más fácil poner en marcha», señaló Francisco García. El tranvía, menos afectado, fue el primero en volver a circular. Para ello se habilitaron puestos de mando provisionales en los talleres de Naranjos y Alicante. Después se activó un centro de control en Machado, concebido como respaldo y que acabará convirtiéndose en estructura definitiva.

La recuperación del metro llegó por fases: primero hasta Plaza de España, luego hacia San Isidro y, más adelante, hasta Valencia Sud. El 27 de junio se completó el restablecimiento de la línea hasta Castelló. En paralelo, se diseñaron nuevas infraestructuras más resistentes, como la estación Valencia Sud, con vestíbulo elevado y ascensores para resistir futuras inundaciones.

Todos los ponentes señalaron que la Generalitat, ATMV, EMT y FGV trabajaron codo con codo para que el servicio fuera posible. «Lo único que se podía hacer era improvisar soluciones. El conductor fue clave, igual que la paciencia ciudadana. Hubo sitios a los que tardamos semanas en llegar, pero la gente entendió la magnitud del destrozo», admitió Ríos. La colaboración institucional también resultó fundamental: la Comunidad de Madrid envió 43 autobuses, cien conductores y personal de apoyo. Y junto a los recursos oficiales, se sumó la ayuda espontánea de voluntarios y empresas locales. «Fue una experiencia inolvidable. Ver a trabajadores que después de su jornada se iban a sacar barro fue conmovedor», relató Moreno.

La población, además de transporte, demandaba información. El caos inicial afectó incluso a la comunicación. «La centralita telefónica no funcionaba. Tuvimos que improvisar con un móvil al que derivábamos las llamadas», explicó García. Poco a poco, se habilitaron canales más eficaces: oficinas en estaciones clave, contacto a través de prensa y el reparto de 200.000 tarjetas de transporte coordinadas con la Generalitat. Aun así, la información llegaba con cuentagotas y la gente se conformaba con lo mínimo. «En condiciones normales se protestaría por retrasos o incomodidad, pero entonces lo importante era poder llegar», reconoció Moreno.

La paciencia ciudadana fue ejemplar. «Nuestros autobuses iban completos y la gente esperaba el siguiente con tranquilidad. Era consciente de que estábamos haciendo todo lo posible y de que se garantizaba la movilidad con dignidad», subrayó Alumbreros.

Retos sostenibles

La catástrofe obligó a mirar más allá de la emergencia. La EMT ya trabaja en un plan de inversión de 172 millones de euros hasta 2028 para electrificar su flota. «De esa cifra, 118 millones se destinan a la compra de autobuses eléctricos o híbridos, y 23 millones a la ampliación de cocheras», explicó Alumbreros. Actualmente, cuentan con 56 puntos de carga en el depósito sur y esperan sumar otros 70 en el norte en un año. «Queremos acelerar la transición. Cuanto antes tengamos una flota sostenible, mejor», afirmó.

No obstante, esta apuesta no es solo local. La Generalitat impulsa la renovación de autobuses eléctricos en las principales ciudades de la Comunitat: Valencia, Alicante, Elche y Castellón. «Estamos en línea con Europa, avanzando hacia zonas de bajas emisiones en los municipios de más de 50.000 habitantes. Es una responsabilidad de todos, con procesos de inversión, instalación y concienciación ciudadana», defendió Ríos.

Desde FGV, los esfuerzos se centran en la eficiencia energética. «El sistema de frenado regenerativo de los trenes debería permitir almacenar la energía en subestaciones. No está preparado aún, pero lo será. También trabajamos en climatización inteligente y en sistemas de ticketing más integrados», expuso Francisco García, convencido de que la digitalización será clave en la atención al usuario.

Esta mesa de expertos del foro Ecomov sirvió para poner sobre la mesa las lecciones aprendidas. «La dana nos enseñó que es posible generar un servicio potente en poco tiempo, siempre que exista coordinación entre operadores», afirmó Alumbreros. En ese sentido, la EMT planea la compra de 120 vehículos eléctricos que convertirán a la ciudad en un referente en sostenibilidad.

Para Moreno, el aprendizaje es claro: «Lo importante es rehacer las cosas con calidad, dar pasos seguros y fomentar la sostenibilidad más allá de la electrificación». Recordó que actualmente el 85% de la flota es eléctrica o híbrida y que ya no se firman contratos de combustión.

Ríos, por su parte, reclamó simplificar los trámites administrativos. «Los planes de movilidad deben revisarse y adaptarse. No podemos olvidar que puede volver a ocurrir», advirtió.

Las voces coincidieron en la necesidad de reforzar la resiliencia de las infraestructuras, impulsar la movilidad eléctrica y mejorar los sistemas de información al ciudadano. Porque, como se repitió en la mesa, la dana fue un aviso: la movilidad sostenible no es una opción de futuro, sino una urgencia del presente.

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