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RESIDUOS ZERO

Pensar como la naturaleza: el giro radical que exige la economía circular

Si queremos frenar el cambio climático, preservar los recursos y garantizar un futuro viable, debemos repensarlo todo

Sandra Paniagua

Sábado, 17 de mayo 2025

La sostenibilidad ya no es una opción ni una moda: es una necesidad urgente. Así quedó patente en Residuos Zero, el foro celebrado en La Rotativa de LAS PROVINCIAS, centrado en la economía circular y el reciclaje, donde expertos de distintos ámbitos coincidieron en que no basta con reciclar: hay que rediseñar, reducir, reutilizar y regenerar. El planeta ya no puede sostener el actual modelo de producción y consumo lineal. Si queremos frenar el cambio climático, preservar los recursos y garantizar un futuro viable, debemos repensarlo todo: desde el modo en que diseñamos los productos hasta cómo nos desplazamos, consumimos y gestionamos nuestros residuos.

Durante el encuentro se abordaron los retos y oportunidades de este cambio de paradigma desde múltiples perspectivas. Para ello, acudieron al foro José Manuel Prieto, alcalde de Gandía, quien compartió la transformación urbana y turística de la ciudad desde claves sostenibles; Susana Navarro, presidenta del Consorcio de Residuos, que destacó la importancia de la concienciación y la correcta separación en origen; Débora Domingo, vicerrectora de Desarrollo Sostenible de los Campus de la Universitat Politècnica de Valencia; Francisco José Vea, director de Organización y Transformación del Grupo Simetría que participaron en una mesa redonda donde mostraron ejemplos reales de circularidad. La clausura corrió a cargo del experto internacional Manuel Maqueda, que ofreció una visión inspiradora sobre economía regenerativa y la urgencia de cambiar radicalmente nuestra manera de hacer las cosas.

Gandía se ha convertido en un ejemplo de cómo avanzar hacia un modelo urbano sostenible sin renunciar al desarrollo turístico. Así lo expresó su alcalde, quien subrayó que «la transformación de Gandía se ha basado en un urbanismo al servicio de las personas, la sostenibilidad y la cohesión territorial». Con una inversión de 110 millones de euros, de los cuales 40 proceden de fondos europeos, el municipio ha tejido un modelo turístico que apuesta por la calidad frente a la cantidad, articulando los núcleos urbanos y mejorando la movilidad.

La digitalización ha sido clave en este proceso, facilitando una gestión más eficiente de los espacios públicos y del sector turístico. Pero la apuesta por la sostenibilidad no se ha quedado ahí. Gandía trabaja también en la economía azul, mediante una alianza estratégica con la Universitat de València, el Oceanogràfic y el CSIC para desarrollar un polo de investigación marina desde su puerto. «Es una doble vertiente: impulsamos la actividad portuaria desde una nueva mirada científica y sostenible, que refuerza nuestra identidad mediterránea», explicó Prieto.

Uno de los grandes desafíos sigue siendo la estacionalidad del turismo. El objetivo es convertir la playa en un distrito más de la ciudad, con dotaciones durante todo el año y una convivencia armoniosa entre residentes y visitantes. «Queremos una ciudad buena para vivir, pero también para emprender y para desarrollar proyectos de vida. Gandía aspira a ser la capital de las oportunidades y la sostenibilidad», concluyó el alcalde.

Separar para transformar

Cambiar el mundo empieza con un gesto tan simple y tan poderoso como separar bien la basura en casa. Porque en esa decisión cotidiana se juega buena parte del futuro del planeta. Para Susana Navarro el gran reto está en cambiar hábitos y reforzar el compromiso ciudadano con el reciclaje. «La fracción orgánica representa el 40% del peso de los residuos y es la más difícil de valorizar. Si la separamos bien, reducimos gases de efecto invernadero y damos un salto enorme hacia los objetivos europeos», aseguró. Actualmente, el 45% de los residuos acaban en el vertedero, y el objetivo para 2030 es que solo llegue el 10%.

La clave insiste Navarro, está en la educación ambiental y en la correcta separación desde el hogar. «El mensaje de que reciclar cuesta más es erróneo: lo que realmente pagamos es la eliminación y el tratamiento. Cuanto menos llevamos al vertedero, menos coste tiene para todos». Navarro defendió la necesidad de campañas pedagógicas, de involucrar al sector turístico y hostelero, y de que las administraciones den ejemplo en eventos y compras públicas.

«Un residuo solo es tal cuando se tira. Si lo reutilizamos o reparamos antes, puede seguir siendo un recurso. La jerarquía de residuos nos enseña que reducir y reutilizar es más valioso que reciclar», destacó. También apeló a un consumo más responsable, especialmente entre los más jóvenes, y a transformar los residuos en riqueza: «Lo que no se genera, no se paga. Separar bien es invertir en el futuro».

Laboratorios vivos

Tras las intervenciones más institucionales llegó el turno de la universidad y la empresa, laboratorios vivos de la circularidad. En la mesa redonda del foro, quedó claro que la economía circular no es una utopía, sino una realidad que ya está en marcha gracias al compromiso de instituciones como la Universitat Politècnica de València (UPV) y empresas como el Grupo Simetría. «Nuestro campus es una pequeña ciudad con 35.000 personas, y eso implica una gran responsabilidad medioambiental», explicó la vicerrectora de Desarrollo Sostenible de los Campus de la UPV. Desde hace años, la universidad mide y reduce su huella de carbono y trabaja para alcanzar la neutralidad climática en 2030. «Tenemos el triple sello de cálculo, reducción y compensación, y somos la universidad con la huella más baja por persona», añadió.

El campus se ha convertido en un banco de pruebas para la innovación verde: desde placas fotovoltaicas hasta sensores en contenedores para mejorar la recogida de residuos, pasando por campañas de concienciación sobre moda sostenible o proyectos de circularidad con excedentes alimentarios. «Los estudiantes están muy comprometidos y nos empujan a ir un paso más allá», señaló Domingo.

Por su parte, Francisco José Vea subrayó que la sostenibilidad debe entenderse como un compromiso global: económico, social y medioambiental. «Para nosotros no es un lema, es una estrategia empresarial. Certificamos nuestra huella de carbono desde hace más de diez años y transformamos servicios en soluciones circulares, como ocurre en el ámbito portuario, donde ofrecemos sistemas de sensorización que ayudan a reducir emisiones en tiempo real».

Ambos coincidieron en que el cambio real pasa por rediseñar productos y procesos desde el origen, apostando por la reutilización y la servitización, es decir, ofrecer servicios en lugar de productos. «Solo así avanzaremos hacia una economía donde nada se deseche y todo se reaproveche», concluyeron.

Diseñar para regenerar

La clausura del foro corrió a cargo del experto internacional en economía regenerativa, Manuel Maqueda, quien ofreció una ponencia tan reveladora como desafiante. Su mensaje fue claro: «La sostenibilidad es, ante todo, una disciplina de diseño. El 80% del impacto ambiental de un producto se determina en su concepción». Desde esta premisa, Maqueda propuso un cambio profundo de mentalidad: dejar de pensar en términos lineales —extraer, producir, consumir y desechar— y empezar a diseñar sistemas verdaderamente circulares y regenerativos.

A través de ejemplos impactantes, como la imagen de aves alimentando a sus crías con plásticos en islas remotas del Pacífico, Maqueda subrayó los efectos invisibles y devastadores de la contaminación. Habló de los microplásticos presentes en la sangre humana, en el cerebro, y de cómo cada semana ingerimos el equivalente a una tarjeta de crédito.

No obstante, también ofreció esperanza al señalar que «podemos construir una economía que funcione como un bosque o un arrecife de coral: sin residuos, sin tóxicos, con ciclos que se regeneran constantemente». Para lograrlo, sugirió repensar todo: desde los materiales hasta la movilidad, pasando por la forma en que se mide el éxito económico. «Un coche se utiliza solo un 4% del tiempo. El resto permanece aparcado. Los coches del futuro serán bancos de materiales, no chatarra desechable».

Además, Maqueda defendió que solo a través de una economía circular real se podrá alcanzar la descarbonización, reducir el estrés hídrico y garantizar el bienestar futuro. «No se trata de hacer más cosas nuevas, sino de hacerlas de forma diferente. Pensar como lo haría la naturaleza» y concluyó apelando a una profunda transformación cultural y ética.

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