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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALENCIA

El nuevo título de la UCV que prepara a los biotecnólogos para el futuro digital del sector

Hablamos con el vicedecano del grado de Biotecnología de la UCV sobre los avances revolucionarios que está viviendo el sector y del nuevo certificado de extensión universitaria , que responde a demandas cruciales del mercado como la bioinformática y la ciencia de datos

Martes, 2 de diciembre 2025

En ocasiones, las disciplinas científicas se nos antojan tan complejas que pensamos que en realidad no aportan nada importante a la sociedad. Casi siempre, este cálculo es erróneo. La investigación científica, en última instancia, tiene aplicaciones en la vida cotidiana. La Biotecnología es un ejemplo muy claro de ello, pues es aplicable a muchísimos ámbitos. Puede hacer, por ejemplo, que un tomate tenga más vitamina A o que una persona cuyo organismo fabrica de forma defectuosa sus glóbulos rojos, deje de hacerlo.

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El gran reto ahora es gestionar la ingente cantidad de información que maneja la biotecnología moderna. Entre tantos datos, encontrar patrones es una tarea titánica. La inteligencia artificial, en este sentido, es clave. Y también la informática y la estadística. Por ese motivo, la Universidad Católica de Valencia ha lanzado un certificado de extensión universitaria que responde precisamente a estas demandas del mercado. Ahora, los alumnos del grado de Biotecnología que lo deseen, podrán integrar en su programa de estudios la Bioinformática y la Ciencia de Datos. Hablamos con Mario Zacarés, vicedecano del grado de Biotecnología de la UCV sobre las novedades del grado y los revolucionarios avances mundiales de esta ciencia.

Mario Zacarés

–-Muchas veces pensamos que asuntos complejos para la gente de a pie están a años luz de nuestra comprensión, y no entendemos hasta qué punto afectan realmente a nuestras vidas. En este sentido, ¿hasta qué punto es importante la biotecnología?

-La biotecnología está presente en prácticamente todos los ámbitos que afectan a nuestra vida: desde la salud hasta la agricultura, la alimentación o los procesos industriales. Sus avances recientes han venido impulsados, sobre todo, por los avances en las técnicas de edición genética, que funcionan como un bisturí molecular capaz de localizar y modificar con precisión extraordinaria fragmentos concretos de ADN. En biomedicina, han permitido desarrollar terapias para enfermedades hereditarias graves que hace poco considerábamos intratables. Un ejemplo son ciertos trastornos que afectan a la producción de glóbulos rojos como la anemia falciforme o la beta-talasemia: hoy disponemos de terapias génicas que permiten que el propio organismo del paciente vuelva a producir células funcionales. Es un progreso logrado en poco más de una década desde la incorporación de CRISPR como herramienta biotecnológica.

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Las vacunas de ARN mensajero frente a la COVID-19 son otro ejemplo de cómo la biotecnología madura de repente tras décadas de investigación básica. La tecnología llevaba más de 30 años desarrollándose, pero ha sido ahora cuando se ha demostrado su enorme potencial: introducir ARN modificado que instruye a nuestras células para producir una proteína que actúa como antígeno capaz de activar una respuesta inmunitaria específica.

En biotecnología vegetal, la mejora de las técnicas de edición genética también han supuesto una revolución. Los cultivos modificados genéticamente existen desde hace décadas, pero hemos pasado de insertar genes externos a modificar los propios genes de la planta mediante CRISPR. Esto nos permite mejorar variedades con una rapidez y precisión impensables hace unos años: cultivos más resistentes a sequías o con mayor tolerancia a la salinidad; plantas más resistentes a plagas o que requieren menos fertilizantes sintéticos; alimentos modificados con mayor valor nutricional. Es un cambio que, por su impacto, parece casi ciencia ficción.

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-Háblame del nuevo certificado que ofrecéis en la UCV: Bioinformática y Ciencia de Datos.

-La biotecnología moderna genera una cantidad ingente de datos. Analizar e interpretar esos datos requiere de la informática y la ciencia de datos, dando lugar a un campo interdisciplinar: la bioinformática. Esta disciplina combina algoritmos, programación y estadística para convertir esos datos en conocimiento útil. Actualmente existe una fuerte demanda de profesionales con conocimientos en bioinformática tanto en empresas como centros de investigación. De hecho, ante la falta de especialistas, muchos puestos los están ocupando físicos, matemáticos o ingenieros. Conscientes de esta demanda, hemos lanzado un certificado de extensión universitaria que permite a los estudiantes del grado en Biotecnología especializarse en bioinformática y ciencia de datos a lo largo del grado. El objetivo es formar biotecnólogos con doble competencia: que dominen los principios de las ciencias de la vida y las herramientas computacionales para resolver problemas biológicos complejos. Queremos formar talento específicamente en esta dirección. El itinerario consta de ocho asignaturas distribuidas a lo largo de los cuatro cursos del grado que abarcan desde los fundamentos computacionales y estadísticos hasta técnicas avanzadas de análisis ómico y aprendizaje automático.

-¿Hasta qué punto la IA está acelerando el descubrimiento de fármacos nuevos e innovadores?

-La IA está transformando la forma de hacer ciencia en todas las áreas. En biotecnología, su impacto es enorme: optimiza procesos, acelera análisis y permite encontrar patrones en datos que antes eran invisibles. Un ejemplo paradigmático es AlphaFold, el sistema de Google DeepMind que es capaz de predecir la estructura tridimensional de proteínas permitiendo entender mejor la función de cada proteína. El sistema utiliza para ello algoritmos de IA y ha resuelto casi todas las proteínas conocidas por la ciencia. La aceleración es brutal y puede hacer que la generación de nuevo conocimiento avance de forma exponencial. La IA también está revolucionando el diseño de nuevos fármacos. Antes era casi más un arte que una ciencia. Ahora la IA permite explorar grandes bibliotecas químicas e identificar moléculas prometedoras de forma más rápida y económica.

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-La tecnología CRISPR funciona como unas tijeras moleculares que modifican el ADN. ¿Qué novedades hay respecto a ella? ¿Qué enfermedades se van a poder curar?

La tecnología CRISPR, originalmente concebida como unas tijeras moleculares ha evolucionado rápidamente, pasando de ser una herramienta de corte a una de edición de alta precisión. Las nuevas variantes permiten reescribir el código genético sin necesidad de cortar la doble hélice del ADN, lo que reduce drásticamente el riesgo de errores no deseados. Estos avances han disparado los ensayos clínicos, logrando hitos como la aprobación de las primeras terapias funcionales en enfermedades graves de la sangre como la anemia falciforme.

También hay terapias celulares que utilizan esta tecnología para combatir el cáncer: se toman células del sistema inmunitario del paciente y se modifican genéticamente para que sean capaces de atacar específicamente a las células cancerígenas. Esta terapia ha mostrado resultados esperanzadores en ciertos tipos de cáncer como leucemia o linfoma. Actualmente se está trabajando en perfeccionarla para que no dependa únicamente de las células del paciente y para que éstas sean capaces de buscar múltiples objetivos lo que las hace mucho más prometedoras y efectivas contra los tumores sólidos, el gran desafío pendiente del cáncer.

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-La medicina personalizada, gracias a la genética, es cada vez mejor. ¿Llegará un día en que, mirando nuestro ADN, se nos dispensen medicamentos completamente personalizados?

-Ese es el camino. A medida que acumulamos datos genómicos de pacientes, la inteligencia artificial permite encontrar patrones que relacionan ciertos perfiles genéticos con mejores respuestas a unos tratamientos u otros. Así puedes estratificar a tus pacientes por su perfil genético y decidir qué terapia es la más adecuada para cada uno. Esto se denomina farmacogenética y ya se está aplicando en campos como la oncología o la cardiología. No es un futuro lejano: estamos avanzando hacia terapias cada vez más ajustadas a las necesidades de cada paciente.

-La capacidad de «editar» nuestros genes con herramientas como CRISPR es increíble, pero da vértigo. Si podemos reescribir el 'manual de instrucciones' de la vida, ¿dónde ponemos el límite?

-Ahora tenemos una herramienta poderosísima, pero igualmente una responsabilidad enorme que nos obliga a una reflexión profunda sobre los límites éticos. Debemos analizar con rigor los beneficios y los riesgos, basándonos siempre en la evidencia científica, y hacerlo no solo en el ámbito humano —que actualmente está muy regulado—, sino también en otras áreas como la biotecnología vegetal. Cuando modificas un rasgo genético en una especie vegetal, ¿cómo se dispersa en especies silvestres? Este riesgo existe también con cultivos convencionales, pero la precisión y potencia de las técnicas de edición genética actuales exigen controles adicionales para proteger la biodiversidad.

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-¿Qué avances se están liderando en Valencia? ¿Tenemos suficiente atractivo para que los investigadores no se marchen fuera?

-En la Comunidad Valenciana contamos con el clúster BioVal que agrupa a empresas, centros de investigación y universidades del sector biotecnológico de la Comunidad Valenciana, y su último informe muestra un crecimiento sostenido. En toda España es un sector en plena expansión y supone el 1.5% del PIB nacional. Aquí tenemos alrededor de 125 empresas dedicadas directamente a la biotecnología y otras 192 que aplican procesos biotecnológicos en sus desarrollos. Si miramos atrás, la creación de empresas de base biotecnológica se ha acelerado en los últimos años y las expectativas económicas del sector son muy buenas. El sector representa el 0.78% del PIB regional y emplea a más de 20.000 personas. Es uno de los motores de innovación regional, concentrado principalmente en las provincias de Valencia y Alicante.

La Comunidad Valenciana es la cuarta región española en inversión en I+D, especialmente en el sector biosanitario y agroalimentario, en parte por la tradición citrícola. Tanto en España como en la Comunidad Valenciana, los empleos en este sector son de alta cualificación y los salarios medios duplican la media nacional.

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-Se habla bastante de la falta de inversión en ciencia y, concretamente, en biotecnología. ¿Qué puedes decir al respecto?

-Es un problema general: hay que creer en la ciencia, pero la ciencia no da resultados inmediatos. No inviertes y al mes obtienes resultados; es como ver crecer un árbol. El problema es el cortoplacismo. No obstante, en algunas áreas de la biotecnología el recorrido desde la idea hasta la aplicación práctica puede ser relativamente rápido, y por eso el sector está atrayendo cada vez más inversión. Es un sector en expansión y con un enorme potencial económico y social.

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