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FEM BALANCE | 'POR ELLOS, POR TODOS' | PSICOLOGÍA

«Es normal que la natalidad haya caído tanto, hay un miedo absoluto a ser padres», según la psicóloga Laura Manresa

Hablamos con la experta en terapia perinatal y posparto sobre las dificultades a la hora de ser padres hoy en día, la crianza y la importancia de la terapia en este contexto

Miércoles, 10 de septiembre 2025

El embarazo es un deporte de alto riesgo. Arroja a futuros padres a un cambio sin precedentes en sus vidas: al miedo y a la renuncia, a la culpa y el dolor físico en el caso de las mujeres, a la obligación tácita de mantenerse férreos y no desmoronarse en el caso de los hombres. Todo ello en un mundo que cada vez pone más difícil la titánica tarea de criar bebés. Los alquileres por las nubes, las guerras, la arrasadora inmediatez, que es enemiga de la estabilidad y la calma necesarias para la crianza…

Por todo esto, Laura Manresa considera que el tratamiento psicológico es clave durante el embarazo. Para paliar las constantes ambivalencias entre la anterior vida y la que está por llegar, para luchar contra esa ansiedad que, está demostrado, va directa de la madre al bebé en gestación; para poder ser, en definitiva, padres que no eduquen desde el trauma vivido, sino desde el trauma sanado. Manresa es experta en terapia perinatal y posparto en la Clínica FEMbALANCE.

-El mundo de hoy es más individualista y valora más el bienestar personal que antes. Teniendo en cuenta esto, ¿es más difícil ser madre o padre hoy que en el pasado? ¿Cuesta más?

-Sí. Una de las grandes preocupaciones de quienes vienen a mi consulta es cómo van a cambiar sus vidas cuando sean padres. Qué pasará con el círculo social, con las vacaciones, la vida, el trabajo… Hay mucha gente que no está dispuesta, que piensa que no les compensa. Son dudas que surgen en torno a los treinta y cinco años. Y luego hay quienes se plantean tener un solo hijo en vez de dos o tres para darle más cosas.

-Ahora que los patrones se desdibujan y tener hijos ya no es una obligación, ¿los padres están peor preparados?

-No hay nada que nos enseñe a ser buenos padres y madres, porque cada hijo es diferente y cada padre también. Lo que me resulta muy esclarecedor es que los padres y madres lo son en base a sus traumas de la infancia. No haré con mis hijos lo que no me gustó de mis padres. No me dieron esto que quería, así que yo se lo daré a mis hijos. Eso hace que, en cierta medida, se pierda de vista la necesidad real de los hijos, el enfoque. La maternidad es muy compleja. Los adolescentes siempre dicen que serán mejores que sus padres, y sus hijos dirán lo mismo.

-La emancipación de la mujer ha comportado, entre otras muchas cosas, un descenso en la natalidad en nuestro país. ¿Has notado una evolución en este sentido? ¿Antes veías más interés en las mujeres en ser madres y ahora menos?

-Me encuentro dos puntos opuestos: cuando una paciente viene a mi consulta con la idea de ser madre, lo primero que hacemos es una exploración psico prenatal para comprobar si realmente quiere ser madre o su deseo responde a un planteamiento narcisista como la búsqueda de aprobación social. Me encuentro con mujeres de treinta y pico que, sin ser religiosas, buscan una familia como las de siempre, de ensueño, una familia Disney con su príncipe azul. Y también me encuentro todo lo contrario, mujeres que no quieren ser madres y no quieren asumir la responsabilidad porque no tuvieron buenos padres y no quieren afrontar una situación así. Y también vienen mujeres que quieren una vida independiente y sin hijos de forma coherente. Hay de todo.

-¿Cuáles son los principales miedos que sueles ver en consulta que envuelven al embarazo y la maternidad?

-¿Voy a ser capaz de cuidar? ¿Estaré a la altura? Y a partir de los treinta y ocho años, la duda es: ¿y si me pasa algo a mí o a mi pareja? También preocupa la inestabilidad económica y mundial, las guerras. Son miedos muy presentes. Y siempre hablamos de los miedos de la madre, pero los miedos del padre son muy grandes también. Son los grandes olvidados. El padre sufre igual pero en silencio, porque la sociedad lo ha marcado así. Si hay un aborto, como hombre tienes el deber de soportar emocionalmente a tu pareja. Ella sufre física y psicológicamente, pero el sufrimiento psicológico de él es el mismo. Muchas veces, cuando vienen parejas a verme, ellos estallan en la consulta. Hace poco, una paciente le reprochaba cosas a su pareja. Le pregunté si le había preguntado a él cómo había llevado el miedo por la seguridad del bebé. Le pregunté si lo había cuidado. Y él rompió a llorar y dijo que se iba a correr para liberarse. Casos como ese tengo un montón. Ellos asumen que no pueden permitirse ser vulnerables en casa. Son los olvidados en este proceso, porque no les damos su lugar. Y ojo, pasa igual en las parejas de gays o lesbianas. Siempre ves los roles. Al solucionar esto consigues que la pareja pase de ser enemiga a ser un equipo.

Laura Manresa, psicóloga

-Tradicionalmente, la maternidad ha estado vinculada a la renuncia. Pero ahora, cada vez menos mujeres están dispuestas a asumir esa renuncia de una manera tan contundente. ¿En qué más ha cambiado la modernidad según tu punto de vista?

-El rol de mujer que se queda en casa y hombre que va a trabajar se ha roto por completo. La mujer se ha emancipado y el modelo de antes tampoco se podía sostener económicamente. Me encuentro a muchas mujeres que quieren ser madres pero no quieren perder su independencia y su trabajo, y al mismo tiempo desean disfrutar de sus hijos y lo hacen. Compatibilizan todo lo que pueden. Se siguen adaptando más las mujeres que los hombres a los hijos, pero, en mi experiencia, en muchos casos es por decisión de ellas, que quieren disfrutar de sus hijos.

-Decía la escritora Mamen Monsoriu que la culpa materna es un sentimiento exclusivo de las mujeres, que no existe una culpa paterna.

-No siempre ocurre, pero el hombre suele ser más racional y la mujer más emocional. Esta emocionalidad hace que las mujeres se sientan mal constantemente en las primeras veces que dejan a sus hijos con otra persona, por ejemplo. También es fruto de las imposiciones sociales. Se siguen viendo películas, publicidad y contenido en redes donde el cuidado de los niños siempre recae en la mujer. Si dejas de hacerlo, es que no lo estás haciendo bien. Pero también hay roles femeninos que exigen su tiempo y una igualdad total en la crianza, y roles masculinos que lo pasan muy mal si se separan del hijo. La infancia y la educación que hayas tenido marca mucho tus miedos y culpas.

-Entre el 10 y el 20% de los embarazos acaban en aborto espontáneo, y en muchísimas ocasiones las mujeres ni siquiera llegan a hablar de ello por vergüenza o culpa, como si viviéramos en el medievo, cuando el sentido de una mujer era la crianza. ¿Qué me puedes decir de esto?

-Ese es uno de los grandes temas que trabajamos en mi consulta. Hay un tabú enorme que dificulta muchísimo la superación. Como tengo miedo al aborto, no cuento que estoy embarazada hasta la semana doce. Lo hacen muchísimas mujeres, renunciando durante esos tres meses a la alegría compartida que supone el embarazo. También renuncian a la red de apoyo que tendrían al abortar si lo contaran a su círculo. La realidad es que hay que compartirlo, siempre reivindicamos eso. Cuando hay una pérdida no te dan una baja por aborto espontáneo, y la realidad es que tu bebé ha muerto. Podías haber conectado con él en la semana uno de embarazo, y en procesos in vitro incluso mucho antes. Me acuerdo que una paciente había tenido un aborto y no quería contárselo a sus amigas. La animé a que lo hiciera y lo hizo, y se enteró de que cinco de sus amigas habían tenido abortos y no lo habían contado. Lloraron todas juntas y fue una liberación brutal.

Laura Manresa, psicóloga

-¿Y la paternidad? ¿Cómo ha evolucionado? Porque si la maternidad ha transitado hacia una mayor emancipación y descarga de responsabilidad, la paternidad ha ido en el sentido opuesto, ¿no? Hacia una mayor implicación.

-No tiene nada que ver con la paternidad de nuestros padres. Los padres están pendientes, presentes en todo momento. Ahora todo es importante para ellos, se implican, están al nivel por lo general. Te encuentras de todo, pero en ambos sexos. Antes, si una pareja se divorciaba, el hombre se desentendía. Ahora pelea la custodia.

-¿Cómo son los padres que pasan por tu consulta? ¿Ves algún patrón común en las formas de ser padre?

-La mayor implicación. Cuando hacemos mediación por separación, siempre ponemos el foco en los niños, buscamos que no gane ni la madre ni el padre, sino los hijos. Y normalmente entra más en la guerra la mujer que el hombre. Me da la sensación de que las mujeres siguen sintiéndose con un mayor derecho por haber dado a luz. Muchas veces, la mujer pide custodia completa. El hombre no suele hacerlo. Suele pedir custodia compartida, es lo que entiende como coherente.

-¿Qué carencias aprecias como psicóloga tanto de un lado como del otro? Por norma general, ¿qué les falta a los padres y a las madres?

-Una de las cosas que más falta es la comunicación entre la pareja. Si los padres se comunican efectivamente, las cosas suelen funcionar muy bien para el niño, pero la pareja tiende a entrar en guerras de «yo soy mejor que tú» o «yo sé lo que el niño necesita y tú no». Ante estas dinámicas, pierde el niño siempre. Solemos intentar educar desde el trauma que tuvimos, y hay que educar desde el trauma sanado.

-¿Cómo ves el futuro de la maternidad? Porque teniendo en cuenta factores como la emancipación de la mujer, la inestabilidad económica, la crisis de vivienda…, parece que navegamos hacia todavía un mayor descenso en la natalidad.

-Sí. Es que es muy difícil compatibilizar. Hay un miedo absoluto. ¿Cómo voy a ser madre si no sé cómo voy a estar dentro de unos años? Hay cero respaldo, así que la gente prefiere no jugársela. Además de eso, a partir de los treinta nos volvemos más egoístas en cuanto a libertades. Queremos mantener nuestro estatus, tener tiempo… No perder cosas, vaya. La maternidad implica un cambio de vida, y es lícito para quien no lo quiera. Cambian todas las prioridades.

-¿Y qué hay de las familias monoparentales? La Ley de Familias ha mejorado en cierta medida su situación, pero, ¿son familias realmente amparadas?

-Hasta ahora lo tenían super difícil. Bueno, lo siguen teniendo. Hasta hace nada, tenías un niño sola y te daban la misma baja de maternidad que a una sola persona. No tenían la opción de alternarse con la pareja, a los cinco meses y medio tenían que reincorporarse al trabajo. Lo que se recomienda son nueve meses junto al bebé. Es crucial que durante ese tiempo, el bebé esté con mamá o papá, con uno de ellos o con los dos. Hay muchas ayudas que se concedían a familias numerosas y no a monoparentales. Ahora empieza a cambiar la situación. Antes, si yo quería pedir las semanas equivalentes a una pareja de dos, la resolución tardaba una media de tres años. No tenía ningún sentido. El borrador de la ley estaba preparado desde enero de 2022, y aún así no salía publicado en el BOE. Ahora que ya se ha reconocido, lo van a tener más fácil. Hoy en día, las parejas duran menos y hay muchas complicaciones. Era muy necesario y se debe seguir trabajando en ello.

-¿Hasta qué punto es importante el acompañamiento psicológico durante el embarazo?

-Creo que es algo crucial, porque es importantísimo disfrutar de esta etapa. Hay estudios que demuestran que a partir de las 24 semanas de embarazo los bebés ya sienten todo. Si tienes ansiedad, el bebé va a tener ansiedad. Trabajamos con hipnosis clínica, y el acompañamiento es cada vez mayor. El embarazo tiene tres etapas psicológicas: la primera es de miedo y frustración. Cuando te quedas embarazada todo es negativo. Náuseas, malestar, cansancio... Están tan hechas polvo que no se sienten capaces. La segunda etapa es cuando empiezan a sentir al bebé. Es una etapa mucho mejor. Y luego la tercera, caracterizada por el miedo al parto y la preparación del mismo. El plan de parto es clave. Si tú has gestionado bien las dos primeras etapas, la tercera irá perfectamente. Pero si no, el bebé lo notará más en estas últimas semanas.

-También está la ambivalencia emocional en embarazo y posparto, tener sentimientos encontrados. ¿Es muy común que esto suceda?

-Nos marca la sociedad, que siempre dicta que al coger a tu bebé por primera vez tienes que sentir amor sí o sí. Si no sienten ese amor desde el primer momento, es demoledor para los padres. El amor va a venir, pero no siempre llega al principio. Muchos padres desean que el bebé nazca pero al mismo tiempo les aterra. Les encanta estar embarazadas pero están aterradas por los cambios que están por llegar. Hay muchas ambivalencias. Acabas de parir y estás extasiada de felicidad, pero también agotada física y mentalmente. También puede haber un duelo por dejar atrás tu vida anterior. Hay a quienes les cuesta mucho ese cambio en la socialización. Si eres el primero de tus amigos, por ejemplo, parece que ya no estés en el grupo. Es brutal. Hay muchísimas ambivalencias.

-¿Hasta qué punto es importante que la mujer esté sana físicamente durante el embarazo?

-En la seguridad social te ven dos o tres veces y las matronas tienen los medios que tienen. Cuando estás embarazada, la mayoría de ejercicios que hacías ya no puedes hacerlos. La preparación del suelo pélvico es fundamental. El pilates ayuda muchísimo. La alimentación saludable también. Y el ejercicio posparto también. La barriga crece tanto que su musculatura se separa. No ejercitar el cuerpo durante y después del embarazo puede causar muchos problemas, como también la incontinencia o la insatisfacción sexual.

«Por ellos, por todos» es un proyecto impulsado por LAS PROVINCIAS con el fin de tratar y dar difusión a temas de interés social mediante artículos y reportajes rigurosos, sensibles y con impacto. Cada tema estará liderado por una entidad experta.

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