Trabajar sin mirar la fecha de nacimiento
781 valencianos han finalizado su vida laboral con más de 70 años, superando la edad oficial de retiro, desde 2021 en una tendencia que va en aumento: muchos de ellos siguen al pie del cañón y relatan sus experiencias
Aunque las cifras oficiales indican que la mayoría de jubilaciones se producen entre los 65 y los 66 años, aún quedan un grupo de personas ... que deciden prolongar sus vidas laborales algo más allá. Los motivos son variados: desde quien, paradójicamente, está seguro de que enfermará si se detiene hasta quien considera que es útil a la sociedad. Si se toman los datos a las altas iniciales de la jubilación por edades entre 2021 y julio de 2025, un total de 781 personas han dejado su vida laboral con más de 70 años en la Comunitat Valencia, una tendencia que se mantiene en el último lustro. La cantidad máxima se produjo en 2024, con 204 personas jubiladas, mientras que hasta julio de 2025 hay 155 personas en esta situación.
Además, la edad media de jubilación ha ido aumentando paulatinamente desde los 64,6 años de 2021 hasta los 65,2 de lo que llevamos de 2025, por lo que puede concluirse que la tendencia a dejar la oficina o la empresa un poco más tarde parece haberse consolidado.
Rafael Torregrosa Pascual Muro de Alcoy, 74 años
«El trabajo te da vitalidad»
En noviembre cumple los 75 años. Empezó a trabajar con 9 años y con 23 ya tenía una empresa que pudo comprar gracias a un préstamo de 12.000 pesetas del entonces Banco Hispano Americano y a 1.000 pesetas que le dejó su suegro. Lleva 52 años al frente de Colorprint, una empresa del sector textil con sede en Muro de Alcoi. Asegura estar super a gusto porque no sabe estar sin hacer nada. Su afición, asegura, es el trabajo. «El trabajo te da muchas cosas, entre ellas vitalidad», dice. «Mi familia me dice que cierre la fábrica y que me vaya a casa. A veces lo pienso, pero al final, cuando veo que ha sido toda mi vida, nuestra vida, porque mi mujer también se entristece, y como de salud física y mental estoy muy bien, pues sigo adelante. Mejor que trabajando no estoy en ningún sitio».
Trabaja hasta 12 horas diarias y no precisamente desde la mesa de su oficina. «Tengo tres ordenadores y ninguno he utilizado, estoy de aquí por allí en la fábrica. Este agosto, por ejemplo, he estado ayudando a los de mantenimiento a limpiar las instalaciones durante las vacaciones. Nunca he ido a un bar a jugar a las cartas como otras personas de mi edad. Incluso en casa, no estoy sentado en el sofá. Siempre estoy haciendo algo: quitando ramas del jardín o haciendo la compra en Mercadona». Tampoco quiere tirar a la calle al centenar de trabajadores que tiene. Y es que no cuenta con relevo generacional. Su hijo vive en el extranjero y su hija sí trabaja en la empresa familiar pero dadas las circunstancias que vive el sector textil no se ve con las garantías de seguir adelante. «La competencia ahora es muy fuerte. Hay muy pocos clientes y además por un céntimo de diferencia te dejan colgado. Yo cuento con una experiencia para abordar esta situación con la que no cuenta mi hija, por eso tengo que seguir al frente mientras tenga salud».
Ahora acaba de conseguir un contrato con una importante empresa nacional, «un cliente serio», con la que la situación puede cambiar porque podría dar estabilidad a su empresa y está entrevistando a candidatos como gerentes que puedan ser su sustituto llevando las riendas de la empresa. Dos hechos que le abren las puertas a una posible jubilación, informa Rosa González. Si bien es cierto que para él los fines de semana siempre han sido sagrados para su familia. «Cogemos el coche el sábado y nos vamos el día a una ciudad o pueblo y el domingo a descansar», señala. Es lo único que se permite porque asegura que «el trabajo lo llevamos en la sangre».
José Ramón Revert, 75 años Ontinyent
«Puedo transmitir mi experiencia»
José Ramón se jubiló con 70 años después de una dilatada trayectoria en el grupo empresarial familiar fundado en 1956 dedicado principalmente al sector textil, pero también al inmobiliario y como germen y eje principal la conocida empresa Manuel Revert, de la que aún es director gerente, al igual que otras como una filial que tienen en Francia. Aunque se retiró de manera oficial hace cinco años, continúa en activo en puestos de representación y de relaciones públicas tanto de sus empresas como de diferentes instituciones, «puestos que no son de gestión, sin retribución ni horarios fijos», señala.
No en vano, también es presidente de la Federación de la Federación Habitat España; presidente de Home Textiles from Spain; presidente de Área de internacionalización y promoción comercial; consejero delegado de AITEX y vocal del pleno de la Cámara de Comercio de Valencia, entre otros cargos. «Los médicos nos dicen que no nos quedemos en el sofá y como me encuentro bien física y mentalmente, pues continúo», asegura. Y es que considera positivo que personas como él, con una dilatada experiencia, continúen trabajando. «Es bueno para el empresario y para la empresa porque se mantiene activo y puede transmitir esos conocimientos y esa experiencia». No obstante es consciente de que también depende de la persona y la actividad, pero cree que el dilatar la vida laboral debería aplicarse también a médicos o catedráticos para no desaprovechar su talento y conocimientos.
A pesar de que no para con su actividad representativa, de hecho, cuando hablamos con él está a punto de coger un avión a Francia, suele dedicar las tardes a su afición: la hípica. «Procuro montar a diario a caballo porque me va muy bien y me gusta mucho», informa Belén González.
Rosario Carrió CEO de Juguetes Cayro
«Sería muy duro irme de repente»
Juguetes Cayro, una compañía de Dénia con más de siete décadas de historia, lleva con sus juegos de mesa la diversión a hogares de toda España y de varios países de todo el mundo. Rosario Carrió es su CEO. Acaba de cumplir 65 años y lleva en la mercantil desde que tenía 22. De momento sigue en activo y cotizando como autónoma porque, según reconoce, «al tratarse de una empresa familiar es un poco más difícil poner una fecha de salida». Sin embargo, ya está dando los pasos para su jubilación y empieza a disfrutar de fines de semana más largos. Se encuentra inmersa en pleno proceso de cambio generacional. Tiene una hija que va a coger su relevo, por lo que «estoy delegando». Cree que a esta edad ha llegado el momento de dejar pasar el testigo. No obstante, considera que hay un periodo importante en el que «nos necesitamos las dos generaciones». Además, después de llevar toda la vida en Cayro, sería muy duro «irme de repente».
Rosario Carrió opina que está bien jubilarse a la edad establecida porque «a los 65 o incluso a partir de los 60 nuestras capacidades no son las mismas que antes». También le parece importante ir dejando paso a los jóvenes. Por ello cree que habría que dar ayudas para facilitar su incorporación al mercado laboral y para que tomen las riendas de las empresas, declara a Belén González.
José Luis Hurtado, 68 años Propietario de un bar
«Si dejo de trabajar, enfermaré»
José Luis Hurtado tiene 68 años y sigue al pie de su bar en Gátova por motivos de salud al padecer artritis reumatoide y lo mantiene abierto pese a que reconoce que en invierno no le salen los números: «Es un servicio público». Sin la más mínima intención de dejar de trabajar pese a su edad. Y no sólo porque se vea con ganas, ánimo y actitud de servicio hacia su pueblo (Gàtova), sino por motivos de salud: «Tengo artritis reumatoide y si paro de trabajar me atrofiaré y caeré enfermo». José Luis Hurtado no tiene ninguna intención de dejarlo. Regenta uno de los pocos bares del municipio y no quiere oír hablar de fecha de retirada. Aunque ya trabajó en otros negocios relacionados con la hostelería, ahora regenta su propio bar «desde el 14 de junio de 2014», recuerda con rapidez.
Además de sentirse «útil» para su municipio, le dedica muchas horas, «sólo descanso el lunes», con los fines de semana como plato más fuerte a la hora de afrontar su trabajo. En verano, donde hay más movimiento en el municipio, tiene ayuda con algún empleado, pero cuando llega el invierno, está solo ante el peligro. Reconoce que de lunes a viernes no le salen las cuentas pero mantiene el bar abierto porque sus clientes, que se lo agradecen, se han convertido en amigos y no quiere defraudarlos: «No me gusta que haya un pueblo sin servicios», explica sin darle importancia a su esfuerzo laboral y económico.
Hace algo más de un año fue cuando pudo tomar la decisión de irse a su casa, pero no lo dudó. Siguió y sigue al pie del cañón, «pagando muy poco como autónomo». Y lo hará mientras la salud se lo permita. No le afectan los comentarios y los consejos de personas de su generación que ya están jubilados y que le dicen que se vive mejor. José Luis quiere priorizar su salud y así lo va a seguir haciendo, sin fijarse una fecha concreta. Eso sí, también tiene claro que cuando decida cerrar la puerta por última vez será el fin de su bar, ya que su hijo ha decidido seguir otros derroteros profesionales (es maestro), aunque José Luis confía en que ese día tarde mucho en llegar. Con respecto a posibles consejos para personas que estén en esta encrucijada, no se atreve a darlos «porque todo depende de las circunstancias de cada uno, pero si están bien de salud...».
Juan Díaz, 69 años Fundador de Pentagraf
«El papel y la tinta son mi vida»
El fundador de Pentagraf sigue al frente de la imprenta tras 47 años de trayectoria, apoyado en la figura de la jubilación activa y en el relevo generacional de su hijo. La dana de 2024, que arrasó sus talleres, reforzó su compromiso con la empresa y con unos trabajadores que considera amigos. Con 69 años recién cumplidos, Juan Díaz podría haberse retirado a tiempo completo, como tantos otros empresarios que deciden disfrutar de una jubilación tranquila. Sin embargo, este impresor de vocación continúa cada día al frente de Pentagraf, la imprenta que fundó en 1978 junto a dos amigos y que hoy cumple 47 años de actividad ininterrumpida. Su decisión de acogerse a la figura de la jubilación activa le permite compatibilizar pensión y trabajo, pero lo que de verdad le mueve, asegura, es la pasión por las artes gráficas y el compromiso con su gente, explica Nacho Roca.
«Soy un apasionado del libro. Un catálogo puede durar cuatro años, pero un libro es para toda la vida», explica. A lo largo de casi medio siglo, Pentagraf ha editado más de quinientos títulos, convirtiéndose en referencia en el sector. La empresa, que comenzó con tres socios, mantiene todavía la estructura familiar: Díaz lleva la parte comercial y financiera, y ahora comparte responsabilidades con su hijo Joan, de 36 años, que dejó la farmacia para asumir el relevo generacional. La prueba de fuego llegó con la dana del 29 de octubre de 2024, que inundó la nave de Beniparrell y amenazó la continuidad del negocio. «Lo fácil hubiera sido cerrar, muchos amigos me lo aconsejaban. Pero vi a mis trabajadores, que habían perdido sus casas, venir a pie para ayudar a limpiar barro y salvar la empresa. Eso me dio la fuerza para seguir», recuerda emocionado. Durante meses, Pentagraf trabajó en turnos nocturnos cedidos por una imprenta de Benifaió, hasta que pudieron reabrir en su taller reparado.
Díaz habla de «compañeros» en lugar de empleados y de «colaboradores» en vez de proveedores. Esa forma de entender la empresa, como una red de amistades y apoyos mutuos, se hizo evidente en los días más duros. «Un colega al que solo conocía de tomar un café en unas jornadas de Barcelona me ofreció sus máquinas y me dio las llaves de su empresa. Ese gesto no se olvida nunca», cuenta. Hoy, Pentagraf presume de estar a la vanguardia tecnológica con una máquina Heidelberg valorada en dos millones de euros y un equipo adaptado a la era digital, señala . El fundador, que se inició como aprendiz con 16 años, sigue viendo el futuro con ilusión: «Algún día me tendré que retirar, pero mientras tenga salud y ganas, seguiré aquí. La experiencia es un grado y la pasión no entiende de edades».
Joan Server, 73 años Presidente de Rolser
«Doy mi opinión cuando me la piden»
Joan Server, presidente de Rolser, cumple 74 años en octubre y todavía sigue vinculado a la empresa de Pedreguer, aunque solo al 50%. Este empresario apostó por una jubilación activa. Fue una decisión personal porque «no quería parar de trabajar», ya que la compañía, cuyos carritos de la compra han conquistado hasta el MoMA de Nueva York, «es una criatura que he criado y no sé hacer otra cosa».
Define su situación como «envidiable». El relevo generacional ya se ha producido. Su hija Mireia se encarga de las ventas, las finanzas y el marketing, mientras su sobrino Vicent Server está al frente de las áreas de producción y personal. Según explica, ambos «llevan la empresa adelante y lo hacen muy bien, yo estoy de observador y doy mi opinión cuando me la piden».
Considera que la edad no es un mero número, sino que depende del estado físico. Por ello, recomienda seguir vinculado si se tienen salud y ganas de continuar trabajando y aportando. «Es una lástima que ese saber y esa experiencia paren porque hayas cumplido una edad», recalca el presidente de Rolser.
Agustín Ripoll, 67 años Trabajador en centro odontotécnico
«Cada día es un reto nuevo»
Agustín Ripoll tiene 67 y no se plantea la jubilación. Como ha hecho los últimos 42 años, sigue al frente de Xanfra, el centro odontotécnico de Alzira que dirige. «Cada trabajo es un reto nuevo y me gusta mucho lo que hago», señala Ripoll. Éste es el secreto para seguir trabajando más allá de los 65 años, informa Alicia Talavera. «Estoy muy a gusto y continúo porque me encuentro bien», apunta este empresario alcireño que reconoce que hay otros trabajos en los que es mucho más complicado mantenerse activo a cierta edad. Trabajos más físicos que generan secuelas. «Cada trabajo tiene sus peculiaridades y en mi caso paso las ocho horas sentado y no tengo que levantar peso lo que favorece que me encuentre bien trabajando», añade Agustín Ripoll mientras está en su oficina.
De esta forma, pese a que la mayoría de personas de su edad ya están retiradas, Agustín se levanta cada día y acude a su puesto de trabajo y no ha reducido el ritmo. «Llevo la misma marcha que antes o incluso más porque la demanda y la exigencia en este sector cada vez son mayores», comenta Ripoll ya que la creación de prótesis dentales es un trabajo artesanal y adaptado a cada uno de los clientes. En su empresa, el relevo generacional está garantizado ya que desde hace años su hijo también está trabajando en ella pero mientras pueda, Agustín seguirá al frente de Xanfra.
Como el resto de autónomos que están en su situación, una vez cumplida la edad legal de jubilación la cuota mensual está bonificada y sólo tiene que pagar la parte de la mutua aseguradora. Después se puede acoger a la jubilación activa donde se cobra la mitad de la pensión y el resto son los ingresos por la actividad laboral.
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