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Una cosa mala que trae una buena. Así le paso a Rafael Darijo, alcalde de Benagéber. Natural de Benaguasil, su hijo sufría de asma y ... el médico le recomendó buscar un pueblo ubicado a más de 700 metros de altitud sobre el nivel del mar. Benagéber fue el pueblo elegido, primero, de manera provisional, en la casa del maestro, y luego ya, en una vivienda propia. Curiosamente, en 1983, como diputado provincial, Darijo acompañó a Joan Lerma a la inauguración de un Ayuntamiento que, años después, se convertiría casi en su segunda casa. Aunque en primera instancia fue reticente a meterse en la vida política, después le llegó el apoyo vecinal incondicional. Acumula cinco mayorías absolutas, es primer edil desde 2007, y asegura que, aunque tiene 69 años de edad, seguirá adelante «hasta que mis votantes quieran o mis compañeros de partido (PSPV) me lo permitan».
¿Y qué plus aporta la experiencia de los años? Darijo lo tiene claro: «Cuando eres más mayor tienes una tranquilidad a la hora de tomar decisiones. No eres tan impulsivo». Su gestión, aunque se dirige a todas las edades, se ha de centrar en una buena parte en los mayores, ya que el 70% de los 176 habitantes empadronados en el municipio ya ha cumplido los 70 años. «Ya llevamos dos años con el servicio de comida a domicilio para diez personas y en breve comenzaremos las obras para un centro de día», detalla. «Pero eso no quiere decir que olvidemos las políticas para la gente joven con instalaciones deportivas entre otras iniciativas», apunta. Su gestión no es sencilla, recuerda, ya que Benagéber cuenta con cuatro núcleos de población y 22 kilómetros de red de agua potable.
Rafael Darijo
Alcalde de Benagéber
Su trayectoria vital parece propia de una novela de Dickens, ya que de niño ayudaba a limpiar el ayuntamiento de Benaguasil junto a su madre, por lo que, como dice medio en broma medio en serio, conoce la administración local desde dentro. Por lo que respecta a su vida profesional no se limita a la gestión de Benagéber. La compagina con la labor como secretario de Titaguas y Aras de los Olmos. Como secretario recuerda que ha pasado por otros municipios como Carcaixent, Albal o Serra y aporta toda su experiencia a sus colegas secretarios cuando se lo piden. Es uno de esos casos que ilustran que, en efecto, la edad madura aporta una serie de atributos muy valiosos para ejercer el poder local. Pero hay más.
Pablo Martínez cumplirá 66 años dentro de unos días y ya lleva casi una década al frente del Ayuntamiento de la Vall d'Alcalà, un pequeño pueblo del interior de la Marina Alta. Entró en política en 2015 y en esas elecciones cosechó mayoría absoluta al frente de la lista del PSPV-PSOE. Él se define como «emprendedor» y está al frente de varios negocios. Fue precisamente a raíz de montar una casa rural en la Vall d'Alcalà cuando le pidieron que se presentara a los comicios y «ya llevo con tres legislaturas con esta», explica Rosa González. Martínez asegura que su edad no importa en este puesto, sino el trabajar con ilusión, algo que él posee. El tiempo y la experiencia le han dado «la paciencia y la perseverancia» que requiere el estar al frente de la Alcaldía de un municipio pequeño, ya que la gestión de un ayuntamiento es diferente a la de los negocios. En este cargo público se ha dado cuenta de que la administración es lenta y «todo tiene que seguir sus procesos».
Además, Martínez asegura que ha descubierto cuánto hay que luchar para conseguir su objetivo, centrado en que «los vecinos vivan mejor y disfruten de todos los servicios que necesitan». Para ello es vital presentarse a todas las convocatorias de subvenciones posibles.
Cristóbal García es el alcalde más longevo de la Ribera. Desde 1999 dirige el ayuntamiento de Tous, 26 años al frente de su municipio encadenando mayorías absolutas. Cristóbal también es el primer edil de mayor edad en la comarca, con 72 años. «Podría ser el padre de muchos de mis compañeros», comenta cuándo se le pregunta por su edad. «La juventud es importante pero también la veteranía por eso en mis equipos siempre hay gente más joven porque la combinación funciona muy bien. Así hemos conseguido siete legislaturas consecutivas», explica García que acabará esta etapa en 2027 y se jubilará. «Que entre gente más joven que tiene más tiempo», añade, informa Alicia Talavera.
Este edil del PP se presentó por primera vez a la alcaldía en 1995, en aquel momento entró en el equipo de gobierno junto a un alcalde independiente. En los siguientes comicios ya consiguió la vara de mando que no ha soltado en más de dos décadas. «Tenía inquietudes políticas y trabajaba en el ferrocarril y tenía tiempo para dedicarme a ello», recuerda Cristóbal que ha conseguido ser uno de los estandartes del PP en la Ribera Alta. Haciendo balance no duda en reconocer que los momentos más difíciles fueron durante el covid, «estaba todo paralizado», lamenta. Durante todo este tiempo han sido muchos los proyectos emprendidos y sigue luchando para que los vecinos de Tous tengan todos los servicios. Lo hará hasta agotar la legislatura.
Jaime Ferrer (75 años) alcalde de Beniatjar, un pueblo de la Vall d'Albaida de 209 habitantes, por Ens Uneix (el partido impulsado por el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez). Esta legislatura es la primera que se presenta como alcalde y también es su primera experiencia en la vida pública. No ha sido concejal ni siquiera militante de ningún partido, aunque asegura que siempre le ha interesado la política. Dio el paso de encabezar la lista de Ens Uneix en 2023 porque muchos de sus vecinos se lo pidieron. «Además, me surgió que Esn Uneix buscaba candidato en el pueblo y como se trata de una formación municipalista y de la comarca, creíamos que nos vendría muy bien», señala Belén González.
Es por ello que insiste en que no ha sido la jubilación lo que le ha motivado a presentarse, pero reconoce que ahora puede dedicarle el tiempo que necesita, las 24 horas al día, algo que no podía hacer cuando estaba trabajando (era empleado de una fábrica en Gandia). También ha sido fundamental que se encuentre bien de salud. De hecho, explica, es algo que se retroalimenta «el estar trabajando en la alcaldía también me mantiene activo, pero no podría realizar esta labor si no estuviera en forma». Considera que lo principal para poder estar al frente del Ayuntamiento es rodearse de gente que le ayude, para lo que, insiste, cuenta con el partido, con Ens Uneix, pero la experiencia que da la edad: «con la edad aprendes a ampliar los puntos de vista, a no ser tan impulsivo y a dejarse aconsejar», asegura.
«En realidad siempre he estado en política», recuerda Miguel Chavarría, alcalde de Alboraya por el PSPV. «Primero, desde el ámbito de mi profesión en la sanidad pública. He trabajado siempre en la gestión de datos, sistemas y equipamientos para la mejora de la sanidad pública valenciana y como colaborador en algunas sectoriales de profesionales de sanidad y nuevas tecnologías que han asesorado siempre al PSOE». «En un momento dado», prosigue, «me involucré con mayor intensidad en la política municipal y en el ayuntamiento de mi pueblo como una continuación natural de mi vocación política, comprometiéndome con mi agrupación del PSOE que buscaba un nuevo impulso y la renovación de personas para optar a la alcaldía», responde a Nacho Roca.
Chavarría, que lleva de alcalde desde 2011 y tiene 71 años, esgrime como principal atributo necesario para ese cargo «tener una gran vocación de servicio». Y más recomendaciones: aconseja a quien desempeñe esa responsabilidad «disfrutar recibiendo y escuchando a los vecinos y vecinas y ayudándoles en el día a día, tanto en las cosas pequeñas como cuando surgen problemas importantes, ya sean personales o colectivos». En resumen, «tener claro que un alcalde no es más que un servidor público es lo que te ayuda a no perder el pulso de tu pueblo y sentirte muy unido a las personas a las que representas y que depositan su confianza en ti». «Esa confianza es la mayor fortaleza de un alcalde, en mi opinión», dice .
Bugarra, un pequeño municipio de la Serranía, tiene como alcaldesa desde 2015 a Teresa Cervera. A sus 61 años lleva las riendas del ayuntamiento desde hace ya casi dos legislaturas y media. Entró en política en 2007. El alcalde, Juan Manuel García, le había pedido en varias ocasiones que fuera en las listas del PP, pero como sus hijos eran pequeños había rechazado la propuesta, hasta ese momento, en el que por fin dijo sí y se convirtió en teniente de alcalde. Antes trabajó en obra civil y en una empresa familiar de cultivo de cereza, por lo que se planteó esta nueva aventura como un reto. Quería hacer cosas nuevas en una época en la que no había muchas mujeres en el consistorio. Según reconoce, entró con mucha ilusión y «ganas de cambios y luego me topé con la realidad de la administración».
Todos estos años la han curtido. Considera que su fuerte es la experiencia que ha adquirido con los años. A eso le suma sus ganas de trabajar y de aprender porque «este puesto es un aprendizaje continuo». Cervera se ha rodeado de un «un equipazo de gente joven muy preparada». Le está transmitiendo todo lo que sabe para que pueda tomar el relevo porque tiene muy claro que el sillón de Alcaldía no debe ser algo para toda la vida.
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