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¿Por qué cada vez hay menos adopciones internacionales?

¿Por qué cada vez hay menos adopciones internacionales?

Entre 2009 y 2013, en Estado Unidos los expedientes se recortaron un 44%, mientras que en Francia decrecieron un 55%, un 37% en Canadá o un 29% en Italia

Blanca Gómez Bengoechea

Jueves, 31 de enero 2019, 10:36

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Es un hecho incontestable que la adopción internacional se convirtió, a lo largo de la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI, en un fenómeno frecuente, y en una forma elegida por muchos de proteger a niños en situación de desamparo y ser padres.

Pero igual de incontestable resulta el descenso que este fenómeno ha experimentado en los últimos años: el número de adopciones en las que hay dos países implicados disminuye y, por contra, aumentan las adopciones que tienen como protagonistas a niños mayores, grupos de hermanos o menores con algún tipo de enfermedad o discapacidad. Es decir, con más frecuencia se trata de adopciones de las llamadas «especiales».

Como datos que ilustran esta realidad, se pueden aportar los siguientes: entre los años 2001 y 2004, la adopción internacional en España registró un aumento del 61,6%, alcanzando 5.541 adopciones anuales y convirtiendo a nuestro país en el segundo más adoptante del mundo (solo por detrás de Estados Unidos).

Desde que se alcanzara este máximo, los procesos internacionales no han hecho más que disminuir: según las últimas cifras disponibles, en 2017 hubo 531 adopciones, lo que supone una caída del 34,2% hasta 2007 y del 90% hasta 2017.

Lo mismo que ha ocurrido en España ha pasado en el resto de países receptores de niños en las últimas décadas. Así, entre 2009 y 2013, en Estado Unidos los expedientes se recortaron un 44%, mientras que en Francia decrecieron un 55%, un 37% en Canadá o un 29% en Italia.

En cuanto al perfil de los niños, las edades en el momento de la adopción han aumentado considerablemente. Se reduce la cantidad de menores de un año y se incrementan los mayores de cinco. Crece, también, el número de pequeños adoptados con necesidades especiales, especialmente los procedentes de China.

¿Qué está ocurriendo?

Las causas que pueden explicar este descenso, y la supuesta «crisis» de la adopción internacional en los últimos tiempos, son de distinto tipo. Entre ellas se pueden mencionar:

Cambio en políticas de protección en los países de origen de los niños. En este sentido, destaca la influencia que ha tenido en estas cifras el cambio de la política del hijo único en China, que ha llevado al aumento de los casos de adopción nacional en este país. Ha tenido impacto también la revisión de las políticas de protección en Guatemala, consecuencia de su incorporación al Convenio de La Haya y de los esfuerzos por eliminar prácticas relacionadas con el robo y tráfico de menores. También cabe destacar el control de las adopciones realizadas después de catástrofes naturales, a raíz de los abusos descubiertos tras el terremoto de Haití, o la desconfianza hacia algunos países receptores que, por ejemplo, ha llevado a Rusia a restringir la tramitación de adopciones con Estados Unidos.

Mala imagen internacional de los estados que se ven obligados a enviar a sus niños con familias extranjeras por no ser capaces de protegerlos. Mantener la «reputación internacional» ha llevado a la modificación de las políticas de protección ya mencionadas, para mantener a los niños adecuadamente atendidos dentro del país, o, en algunos casos, a la negación de la necesidad de ayuda externa para hacerse cargo de los menores desprotegidos.

Conciencia social de los problemas que puede suponer la adopción. La aparición de dificultades en las familias que adoptaron durante el boom de procesos internacionales en relación con la crianza de sus hijos ha hecho florecer una cierta sensación social de que estos procesos son algo complicados y pueden ocasionar importantes problemas cuando los niños van creciendo.

Especialmente relacionada con la conciencia social de las dificultades de la adopción, el aumento en los plazos de espera, los cambios en los perfiles de los niños, y las dificultades en los trámites, está una última cuestión que cobra especial relevancia entre las familias que buscan tener un hijo cuando este no llega de forma natural.

El deseo de controlar los procesos desde el principio, de evitar en lo posible una «carga genética» ajena, y de limitar los tiempos de espera, está generando un aumento en las cifras de maternidad subrogada global o internacional, causa y consecuencia al mismo tiempo del descenso de las adopciones internacionales. Un fenómeno al que hay que permanecer especialmente atentos y para cuya regulación sería deseable lograr un acuerdo similar al que en su día se consiguió con el Convenio de La Haya para la adopción internacional, a través del cual se puedan establecer reglas comunes de funcionamiento en los distintos países implicados habitualmente en este tipo de prácticas.

Este artículo ha sido publicado en The Conversation.

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