Rosa Esquerdo, una campeona a la que prohibían correr
La atleta compitió por primera vez a los 41 años. Más de 150 medallas y un bronce en un Mundial forman parte de su amplio palmarés
Cuando era pequeña, Rosa Esquerdo iba a todos lo lados corriendo. En casa, y fuera de ella, le decían que eso era de «hombres» ... y que colgarse un dorsal no era para chicas como ella. «Vivía en el campo, en Teulada-Moraira y tenía el cole a dos kilómetros e iba y volvía corriendo. Siempre llegaba la primera a la puerta de la escuela», recuerda Rosa, quien el pasado fin de semana, a sus 72 años, se colgó el bronce en Málaga en el Campeonato de España: «No estoy muy satisfecha con el resultado, pero ha sido un año duro, ya pienso en el Europeo, en Portugal, donde iré con mis hijos».
Para entender cómo ha llegado aquella niña a la que no le dejaban competir a representar a España hasta en mundiales, sólo hay que escuchar a una mujer luchadora que a los 41 años se desprendió de todos los prejuicios y empezó a vivir su pasión con independencia de lo que dijesen los demás: «Mi primera carrera fue en Pedreguer y gané. Logré superar a todas las atletas que había visto siempre desde detrás de las vallas, y me gustó la sensación».
«Nunca olvidaré el maratón de Valencia que corrí por una promesa, al llegar a las pistas del río, donde antes terminaba la prueba, me emocioné muchísimo», afirma Esquerdo
Esquerdo considera la pista su segunda casa. En el azul de las pistas del viejo cauce del Río Turia ha derramado lágrimas de felicidad . En las carreras populares, esta alicantina afincada en Albal, de donde se siente parte por el inmenso apoyo que ha recibido por parte del consistorio, disfruta de otra manera: «Hay veces que la mayor recompensa es acompañar a alguien que tiene como objetivo mejorar su marca personal y cuando lo logra, siento una alegría inmensa». Esquerdo siente una pasión especial por las carreras populares: «Son la escuela, hay muchas historias detrás de cada dorsal».
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Acumula más de 150 medallas en distintas competiciones en pista y ruta. Con 56 años se marchó a Alemania para disputar un Mundial en 400 metros: «Allí había olímpicas, auténticas atletas, y conseguí el bronce. Cuando estaba en el podio sólo podía pensar: ¿esto me está pasando a mí?».
Pese a su amplio palmarés, se queda con una presea: «Una medalla de chatarra, que me regalaron mi hijo Moisés, que es mi entrenador y mi hija Isabel, que también corre». Cumplirá 73 años en septiembre y parar no está entre sus planes.
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