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La vida de Marybel Sarabia es un ir y venir entre diferentes ciudades y países desde que salió de su México natal hace ya varias ... décadas, y donde fue piloto privado hasta que conoció a su marido, el sueco Håkan Nilsson, que trabajaba para la multinacional Ericsson, y con el que se movieron sin parar: Suecia, Inglaterra, México, Estados Unidos... hasta 2018. «Cuando a mi marido le trasladaron a Chile yo ya no quise acompañarle tan lejos, porque mis hijos ya vivían en Europa». Así que se decidió por Valencia, donde tenía una amiga, y se instaló en una vivienda de la calle Conde de Salvatierra.
Allí pasó la pandemia, y todavía recuerda cómo sus vecinas estuvieron siempre pendientes de ella, que estaba sola. «Mi vecina lloraba cuando me mudé, y eso que me fui a la calle Sorní, apenas unos metros más allá», cuenta emocionada Marybel, que se formó como chef y conoció a Anabel Navas, de las Cervezas del Mercado. «Preparamos juntas un evento mexicano, daba clases de cocina...». Así, comenzó a integrarse en una ciudad que la acogió con los brazos abiertos. «La gente es muy educada y abierta. He encontrado aquí amigos que son familia».
Marybel tiene además la suerte de que a sus tres hijos -María Isabel vive en Viena, Christel Alexandra en Copenhague y Öjvind al norte de Suecia- les encanta visitarles en Valencia, ahora que su marido ya está jubilado e instalado junto a Marybel, seguros de que sus próximos años los pasarán en la capital del Turia. «Queremos tener raíces en Valencia porque nos sentimos muy a gusto aquí». Marybel adora la comida -«me encanta que haya tanta variedad de productos frescos y locales»- y vivir en el centro, y de hecho han renunciado a tener coche.
Reconoce que extraña algunas de las costumbres mexicanas, las fiestas, la comida, pero también el tiempo que estuvieron en Denver, Colorado. «Los niños todavía estaban en casa e íbamos a las montañas a esquiar todo el tiempo». En ese sentido, la mexicana cree que todos los lugares tienen su encanto, y enamorada como está del mundo, sigue estudiando idiomas. «Ahora estoy aprendiendo italiano», asegura, y recuerda que en su trayectoria ha sido traductora de inglés y también de sueco.
Marybel Sarabia asiste dos veces a la semana en las clases de bordado de Victoria Ripari, un momento en el que comparten sus preocupaciones mientras trabajan con las manos. «Es como ir al psicólogo, pero más divertido». Y el resultado de horas de bordado con la técnica 'punch needle' se puede ver estos días en una exposición en las Cervezas del Mercado.
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