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Grupo de voluntarios de la Orden de Malta en uno de los desayunos solidarios. LP
Joseca Arnau, espíritu solidario

Joseca Arnau, espíritu solidario

Todo comenzó con un concierto benéfico. Ese día, sin saberlo, el abogado y politólogo emprendió un camino de ayuda a los demás que se alarga ya más de dos décadas como voluntario de la Orden de Malta

ELENA MELÉNDEZ

Domingo, 31 de marzo 2019, 00:25

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Joseca Arnau estudiaba Derecho en la Universitat de València cuando un día, a través de unos amigos, le surgió la oportunidad de colaborar como voluntario en un concierto benéfico organizado por la Delegación en Valencia de la Orden de Malta en España. Así entró en contacto esta orden religiosa laica fundada en el siglo XI y que tiene como objetivo la defensa de la fe y la asistencia a las personas enfermas y con discapacidad. La experiencia resultó ser muy positiva para este abogado y politólogo, que actualmente trabaja en los sectores de la comunicación y la docencia. «Fue muy gratificante, en especial por el grupo de personas que ya colaboraba y quienes se han ido incorporando, con las que he ido tejiendo una buena amistad. El ambiente que hay es familiar y acogedor, por ello unos amigos llevan a otros y también participan familias enteras», explica Joseca.

Más sobre Joseca Arnau

  • Profesión: Abogado y politólogo. Profesional de la comunicación y docente, especializado en marketing y oratoria. Dirige un programa de radio diario y colabora en prensa y televisión.

La segunda toma de contacto con la organización fue su implicación en la iniciativa 'Mayores Acompañados', el proyecto decano de la Delegación de Malta en Valencia. El objetivo es atender a personas mayores en la sede, con los que hacen manualidades o les enseñan a navegar por internet. Fue al poco tiempo cuando hizo su primera peregrinación a Lourdes, en el marco del encuentro que realiza anualmente a nivel mundial la Orden de Malta. Hasta allí llevaron a niños y adultos con discapacidad de Turís, Sagunto y el Cottolengo. «Las personas con las que vamos salen de su hábitat natural por unos días pero, además, se les acerca a esa paz y a esa bondad que transmite el santuario. Es una sensación muy difícil de explicar y, al margen de que tengan o no fe, son días en los que ocurren cosas realmente emocionantes», asegura. Destaca, por ejemplo, los momentos de juegos compartidos tras la misa o cuando algunos de los peregrinos deciden compartir su agradecimiento con los voluntarios al final del viaje.Para Joseca, la idea de ayudar o ser solidario debe ser plena en cualquier momento o cualquier circunstancia, no solo cuando se está en situación de abundancia.

En su opinión, la colaboración debe de integrarse en cualquier momento de la vida porque «te forma y porque es un deber que tenemos con nuestros iguales. No se trata de cantidad, sino de calidad. Siempre hay tiempo, con media hora a la semana ya puedes ayudar y colaborar». A lo largo del año Joseca no deja de participar en otras actividades de la fundación en Valencia, como la 'Operación 6x1', que consiste en que cada persona aporta seis kilos de alimentos no perecederos para entregar a familias necesitadas o el ropero solidario, a través del cual recogen prendas que están en buenas condiciones y se las entregan a aquellos que las necesitan.

Joseca Arnau durante uno de sus viajes a Londres.
Joseca Arnau durante uno de sus viajes a Londres. LP

Una de las acciones que más disfruta este joven entusiasta y comprometido son los 'Desayunos solidarios' que tienen lugar todos los sábados y en los que un grupo de voluntarios sale a repartir café, leche y bollería a los sin techo. Para Joseca, además de lo que es el propio desayuno, lo importante es el cariño que pueden aportar y la conversación que entablan con algunos de ellos. Como ejemplo pone a un señor llamado Luis que suele estar en Guillem de Castro y con el que ha creado una relación de familiaridad. «Cuando hablas con ellos descubres que algunos estudiaron una carrera y que vivían en una casa como la tuya, pero una sucesión de problemas les llevaron a quedarse en la calle. El voluntariado es una escuela de vida, te ayuda a valorar las cosas, ver todo con mayor perspectiva y dar gracias por todo lo que tenemos».

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