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José Manuel Casañ se reconoce cabezón «como buen Tauro». Damián Torres
José Manuel Casañ, cantante de Seguridad Social: «Soy suicidamente optimista»

José Manuel Casañ: «Soy suicidamente optimista»

Fue su madre quien le enseñó a ver siempre el lado bueno de las cosas. Lejos de alimentar rencores, el cantante encuentra en la lejana incomprensión de su padre la base de su éxito profesional

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Domingo, 24 de junio 2018, 19:48

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Tiene ese aspecto de rockero duro, con tatuajes y gafas de sol de pasta, vestido enteramente de negro. Aunque su camiseta sea de marca, una Plein como las que visten CR7 o Messi, y juegue al golf los fines de semana. José Manuel Casañ o, lo que es lo mismo, Seguridad Social, se sienta en el mercado de Tapinería -«esta es mi oficina, uno de mis lugares favoritos de Valencia»- y se pide un plato de tortilla de patatas con pisto para almorzar a las doce y pico del mediodía -«me he levantado hace nada, que ayer los de À Punt me hicieron andar mucho»-. Aquel que llenó plazas y estadios en toda España y parte de Latinoamérica con temas como 'Chiquilla', 'Quiero tener tu presencia' o 'Comerranas', quien vivió la movida de los ochenta subido a la cresta de la ola del éxito, no ha cambiado mucho a pesar de los años transcurridos. Ni siquiera físicamente, el pelo intacto y en buena forma, aunque esa voz algo cascada denote algún que otro exceso.

-Hacemos la entrevista en Valencia porque usted nunca quiso irse de aquí, a pesar de que no era lo habitual en un grupo que alcanzó la fama. ¿Por qué se quedó?

-Me tira mucho Valencia, mi tierra, el Mediterráneo. A mitad de los ochenta, cuando no había infraestructuras para poder desarrollarse aquí, tuve la fortuna de encontrarme con Miguel Jiménez, que se convirtió en nuestro manager, y él nos movió mucho por Madrid, donde teníamos una oficina de contratación y una compañía de discos muy importante que luego pasó a ser Warner. Así que me permití el lujo de quedarme en Valencia. Otros se fueron a la capital, aunque personalmente, si me hubiera visto obligado a marcharme, lo habría hecho a Miami o a Los Ángeles, porque teníamos mucha proyección en el mercado latinoamericano. Pero es que, para componer, no sólo necesito el mar, también la Dehesa, la Albufera. He creado la mitad de mis canciones allí, porque me inspira muchísimo. De hecho, mis padres viven en El Saler y para mí siempre ha sido un refugio tremendo. Y ahora ya, ¿cómo me voy a ir?

«La bendición más grande que he tenido es que mi padre no me apoyara»

-Claro, si no se fue a los veinte años, que es cuando uno hace todas las locuras de su vida... ¿Cómo recuerda aquella época? Usted vivió en primera persona la movida de los ochenta, una época que en cierto modo se ha idealizado.

-Y eso es terrible.

José Manuel Casañ elige para la cita con Revista de Valencia el mercado de Tapinería, que define como su «oficina».
José Manuel Casañ elige para la cita con Revista de Valencia el mercado de Tapinería, que define como su «oficina». Damián Torres

-¿Por qué?

-Porque lo sacamos de contexto. Igual que las letras de entonces no se pueden hacer ahora, a veces tendemos a recrear aquella época con la mentalidad de ahora.

-Quizás es la libertad que parecía vivirse en aquel momento lo que se echa de menos.

-El ambiente de libertad que se vivió entonces no se vivía en ningún otro país, habíamos salido de una dictadura y pasamos de un polo a otro. Nos sentíamos los amos del universo. Queríamos música, aprender, pero también divertirnos, pasarlo bien. Y eso lleva al exceso. Rozamos lo políticamente incorrectísimo. Sí que echo de menos, porque creo que lo hemos perdido, el poder mirar las cosas a medio plazo. Si nosotros hubiéramos sido un grupo de ahora, con un primer disco que no funcionó bien, habríamos desaparecido.

-Pero a ustedes les llegó la fama, se convirtieron en icónicos. ¿En algún momento sintió que les podía comer el éxito?

-Tuvimos la fortuna de que no fuera fulgurante. Había mucha ilusión por hacer lo que más nos gustaba pero no llegó de repente. Con 'Chiquilla' nos pegó el pelotazo más grande que nunca hubiéramos imaginado, pero ya estábamos vendiendo en Francia, o en Argentina, donde éramos un grupo prometedor con el que podía pasar algo (hace una pausa, parece volver a algún lugar con sus recuerdos). A pesar de todo, sí que se nos fue la bola. Era un no parar, teníamos doscientas actuaciones al año, y no conservas un centro de gravedad permanente, lo que provocó una crisis tremenda que hizo que muchos se fueran en ese momento del grupo.

-Porque cuando pasan los años uno se da cuenta de que lo difícil es mantenerse, vivir después del pelotazo. Usted se ha reinventado.

-La reinvención se debe a algo que tengo en mi cabeza, que no me permite repetirme, y necesito estar continuamente haciendo cosas nuevas porque de otro modo me aburro muchísimo.

-¿Siente que no compondrá otra 'Chiquilla'?

-Si supiéramos la fórmula del éxito lo repetiríamos como rosquillas. Afortunadamente, aún tenemos la magia de que en la música dos más dos no son cuatro y yo me quiero agarrar a eso. Tenía un amigo que decía que ese libre albedrío existe, y es un espacio muy pequeño, como el que hay entre una guitarra y su funda. Qué expresión más chula... Esas son las ventajas de la incertidumbre, aunque hay inconvenientes, y esos son una putada, claro.

«Nos pegó el pelotazo más grande que nunca hubiéramos imaginado. Se nos fue la bola»

-Lo que provoca que los creadores tengan muchas veces altibajos. ¿Cómo ha llevado los momentos malos?

-Con mucha cabezonería. Y tenacidad a punta pala. Mis amigos dicen que soy muy cabezón, como buen Tauro. Cuando me he encontrado con un obstáculo he pensado que no estaba preparado para saltarlo, y por eso tenía que trabajar mucho más. Ese ha sido mi leitmotiv. Mi primer obstáculo fue mi padre, con el que, por cierto, estoy fenomenal. Nunca hubo una riña, pero a él no le gustaba lo que quería hacer. Ahora considero que la bendición más grande que he tenido en la vida es que mi padre no me apoyara. Se lo digo de verdad.

-¿Lo ha hablado con él a posteriori?

-Por supuesto, es un tema que tenemos zanjado y nos queremos con locura, pero en aquel momento no quería para nada que fuera artista.

-¿Ha llegado a entender la actitud de su padre con el paso de los años?

-Hace mucho tiempo que lo entendí, pero a él le costó quince años venir a un concierto.

El éxito arrollador de Seguridad Social, la experiencia del hijo que se transformó en padre, el destino... No hay materia tabú para este artista.
El éxito arrollador de Seguridad Social, la experiencia del hijo que se transformó en padre, el destino... No hay materia tabú para este artista. Damián Torres

-Y después se ha sentido orgulloso.

-Orgullosísimo. A los padres hay que educarlos, igual que a los hijos. Entre todos vamos haciendo camino, cada uno con sus cosas. Como el hermano pequeño al que utilizas de mando a distancia hasta que un día te dice: «Eh, ¿qué pasa aquí?» Y le contestas: «¡Ya has crecido!» (ríe).

-Es que usted viene además de una familia numerosa, en la que ha sido el mayor de todos. El que ha tenido que abrir el camino.

-En el sentido musical también, porque a mi padre no le gustaba el rock and roll, sino los cantantes melódicos, la canción mediterránea, Nino Bravo. Ahí sí compartimos gustos, pero en aquella época tuve que empezar a comprarme mis propios discos.

«Tengo a veces tentaciones de pensar en el futuro o de recrearme en el pasado, pero me las quito»

-¿Sintió en ese aspecto que lo tenía más complicado que otros?

-A ver, fue importante para desarrollar mi personalidad, porque pensé: «Pues ahora os vais a enterar, lo voy a hacer muchísimo mejor para que no tengáis más remedio que aceptarme». Esa ilusión la sigo manteniendo, me da muchísimas satisfacciones y me hace estar contento y considerarme una persona positiva. Soy suicidamente optimista.

-¿Qué significa esa expresión?

-Nos caemos muy a menudo pero nos levantamos con muchísima rapidez porque si no dejaríamos de serlo.

-Se crió en Benetússer.

-Tuve una infancia muy feliz, jugábamos en la calle, donde de vez en cuando pasaba un coche, nos hacíamos nuestros propios juguetes, era otra historia. El horno se convertía en mi campo de juegos, hacíamos cabañas de madera.

-Con los años se convirtió en panadero…

-Antes que fraile (ríe).

-…y pasó muchas noches frente al horno.

-Si tenía la suerte de que tocaba por aquí y acababa antes de las dos de la mañana, volvía a currar y hacía unos empalmes muy extraños. Es cierto que la panadería es muy artística, y lo de hacer cosas con las manos a mí me gustaba. De todas formas, el 80% era todo mecánico y el horario horrible. Yo ya sabía que no iba a ser panadero, pero fue la profesión que me enseñó mi padre.

«Mi madre es una artistaza a la que mi abuelo no dejó irse de Camporroles»

-¿Todavía sabría sacar unos panes?

-Sí sé, claro, pero ya no me pongo, aunque lo haría perfectamente.

-¿Su madre le apoyó más?

-Mi madre es una artistaza a la que mi abuelo no dejó irse de Camporrobles, pese a que le hubiera encantado volar a Madrid. Pero claro, estamos hablando de principios de los años cincuenta. Ella, sin embargo, ha sido muy feliz. Con los hijos se ha vengado, nos ha hecho teatro, nos ha compuesto poesías y se ha inventado unos cuentos impresionantes. No sé si todas las madres lo harán igual, lo cierto es que cada uno idolatra a la suya, pero yo tengo claro que mi historia viene de ahí. En las reuniones familiares canta, baila, es la protagonista, y la dejamos que lo sea. Es muy simpática y suicidamente optimista como yo, ve siempre el lado bueno de las cosas y se levanta con mucha facilidad.

-En una vida de artista hay muchas idas y venidas. ¿Ha sido para usted importante la familia?

-Siempre hemos estado juntos, nos apoyamos cuando lo necesitamos y más allá de alguna riña típica entre hermanos, por nada serio, todos nos llevamos extraordinariamente. Toco madera además porque mis padres se mantienen muy bien. Es verdad que, por otro lado, estoy divorciado, tengo mis dos hijos y una pareja, pero el vínculo familiar ha sido un pilar fundamental y a mí me ha servido para mucho. Las comidas de los domingos, los canelones, el arroz al horno de mi madre, no se pagan con dinero.

«La creación siempre sale del dolor. Escribí 'Chiquilla' porque estaba jodido. La dediqué a la misma persona que 'Quiero tener tu presencia'; que desgraciadamente sufrió un accidente y falleció»

-¿Le ha salido algún hijo con alma de artista?

-De momento no, pero son muy jóvenes aún. Mi hija mayor ha cumplido once años y le gusta bailar; el chico, diez y prefiere los deportes. Pero cada uno tiene su guitarra. No voy a forzarles, esperaré a que se decanten hacia algún lado y les voy a apoyar en lo que pueda.

-¿Le gustaría que siguieran sus pasos?

-Me gustaría que hicieran lo que ellos quisieran, y me gustaría ponerles las trabas necesarias para que las pudieran superar. Y saber hasta dónde pueden llegar para que no sea un camino de rosas. Yo creo que uno de los errores más grandes que tenemos en ese sentido lo podemos ver en muchos programas de 'talent show', donde los padres presionan a sus hijos para que canten, bailen, cocinen... Prefiero ver hacia dónde apuntan, apoyarles, pero al mismo tiempo que se lo curren.

-Tenemos siempre la imagen de que los artistas llevan una vida desordenada. ¿Ha sido así la suya?

-Nunca he sido un santo, es cierto, me gusta la fiesta, pasarlo bien, pero fue importante para mí estar centrado a la hora de componer canciones y llevar bien mi carrera. La gente piensa que somos muy bohemios, pero es que yo soy el gerente de mi empresa. Parece muy frío; sin embargo, es lo que me permite estar a las tres de la mañana con una copita de vino en mi casa pensando qué canción voy a componer. Sí, el horario puede ser diferente, no llevo una seguida, y si me lo puedo permitir es porque tengo una visión empresarial.

-¿Ve muchos errores al mirar atrás? ¿Está reconciliado con su pasado?

-No del todo, siempre quedan flecos, pero en líneas generales sí porque he preferido pecar por exceso, por arriesgar, que no por no haber llegado a dar un paso hacia adelante. Sí que es cierto que me he caído muchas veces, pero tenía que ser como ha sido. Habría mejorado cosas, no lo sé, tampoco voy a preocuparme por eso, como no lo hago por qué voy a hacer mañana. Creo que me han venido bien todos los pescozones que me han dado.

«Necesito estar continuamente haciendo cosas nuevas porque de otro modo me aburro»

-Últimamente ha puesto en marcha proyectos muy originales, como el cómic-disco que ha creado con el dibujante Paco Roca.

-No ha sido fácil. A priori, tenemos dos comportamientos de vida totalmente diferentes. Él es mucho más metódico, se levanta a las seis de la mañana, se organiza sus lápices... En el libro, Paco dice: «Cuando me acuesto pienso si mi día ha sido productivo». Yo me partía, porque es un comportamiento muy calvinista, y yo soy más 'arreu', puedo estar tres días sin dormir y otros dos pensando. Así que hemos aprendido mucho los dos y nos hemos ayudado, porque ha habido muy buena química. Nos ha gustado tanto trabajar juntos que vamos a seguir. Volverá a haber cómic, música y, además, viajes. Y hasta ahí puedo leer.

-¿Cómo se encuentra en estos momentos?

-Estoy bastante bien, me da mucha seguridad ver que las cosas salen. Paco me ha ayudado muchísimo en ese sentido, sobre todo para que mi autoestima fuera mayor, porque uno de los problemas que tenemos los creadores es que hacemos cosas para tapar otras, o porque nos faltan. Si no para qué, para qué vas a crear. Y ahora me siento más maduro y más fuerte que cuando empecé el proyecto. Me ha espoleado la creatividad hacia muchos otros campos.

-¿Tiene muchos proyectos en mente?

-Tengo a veces tentaciones de pensar en el futuro, o incluso de recrearme en el pasado, pero enseguida me lo quito de la cabeza. No me preocupa en absoluto lo que vaya a pasar, sé dónde vamos a acabar todos, no tenemos escapatoria, así que no voy a gastar tiempo en eso.

-¿Qué le ha dado tener una estabilidad emocional?

-Menos composiciones. La creación siempre sale del dolor, de algo que te falta, y el ejemplo más claro es el desamor. Si estás mal es una terapia muy bonita componer canciones. Yo he hecho discos con la moral muy baja, muy jodido. Y hay canciones que son una cura.

-¿'Chiquilla' también?

-Claro, 'Chiquilla' es una persona que al principio no tenía y luego tuve. La escribí porque estaba jodido, porque no estaba conmigo. La dediqué a la misma persona que 'Quiero tener tu presencia', que desgraciadamente sufrió un accidente y falleció. Mire hasta qué punto tengo que estarle agradecido.

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