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Jorge Llinás, el veterinario de los casos perdidos

Jorge Llinás, el veterinario de los casos perdidos

Convertido en el veterinario de los casos perdidos, su prestigio le avala, pero él no lo hace porreconocimiento. «El reto para mí es ver a ese perro feliz», explica este valenciano que se enamoró de la naturaleza viendo a Félix Rodríguez de la Fuente

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Sábado, 25 de abril 2020, 18:53

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Puede que Jorge Llinás ya supiera, incluso antes de nacer, cuál era la misión que le esperaba en esta vida, aunque los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente, la profesión de una madre médico y los paseos por la naturaleza con su padre ayudaron de una manera clara a afianzar su vocación. Con el tiempo se dio cuenta de que, además de curar animales, lo suyo iban a ser los casos desahuciados, aquellos por los que la mayoría de profesionales tira la toalla. Apenas sobrepasados los cuarenta años, Jorge Llinás habla ahora de enseñar a otros y de los sueños que le quedan por cumplir más allá de la veterinaria. Quizás sea porque a pesar de que todavía tiene mucha carrera por delante, quiere vivir otras experiencias con la misma intensidad que ha volcado en su profesión.

-Fue usted de vocación temprana.

-No sé si en algún momento de mi vida recuerdo haber tomado la decisión, al contrario, pienso que nunca me planteé otra cosa que ser veterinario. Yo creo que llevaba dentro el amor por los animales y el contacto con la naturaleza; los momentos más importantes de mi vida los he vivido ahí. Tan claro lo tenía que cuando hice la inscripción a la universidad solo rellené una casilla, Veterinaria en la facultad de Zaragoza. No sé qué hubiera hecho si no me hubieran cogido.

-¿Se plantea la curación de un animal como un reto a superar?

-Yo conecto mucho con el perro o el gato, me somatiza su dolor, sobre todo cuando va mal. Es muy duro cuando no lo conseguimos, porque detrás hay una familia que incluso llega a hipotecarse para poder salvarle. Pero el reto para mí es ver a ese perro feliz. Hay veces que si pudiera cambiar el dinero porque saliera adelante lo haría sin dudarlo.

«El día en que me muera pensaré que he vivido intensamente»

-¿Le han enseñado algo?

-Le pongo un ejemplo. A Apolo le dieron una paliza, perdió un ojo, tenía la mandíbula destrozada... pues el perro es cariñoso. Una persona que sufre un trauma como ese se volvería insociable, no querría ni que te acercaras. Por eso para mí es tan importante devolverles su vida.

-Le han llamado el Cavadas de los animales. ¿Se siente cómodo con esa definición? Él sufre críticas por una parte del sector médico.

-La verdad es que no mucho. Es cierto que tenemos que estar preparados para el fracaso, pero para mí lo más importante es mi conciencia y mi alma. Jamás le haría nada a un animal que no le haría a mi perro. Quiero irme a dormir con la conciencia tranquila de haber hecho en lo que creo.

-Con esa implicación, ¿cómo lo lleva su entorno?

-Es que yo me lo llevo todo a casa y mi entorno se impregna de mi trabajo, porque no sé desconectar. Seguro que hay mucha gente que lo hace, que sale por la puerta y hasta otro día. Pero para mí el trabajo tiene que ver con la responsabilidad con mis pacientes, por eso todo el mundo tiene mi número de teléfono, porque quiero tener claro que siempre haré lo máximo.

-¿Su pareja lo entiende? ¿Lo acepta? ¿Lo asume?

-Mi pareja lo entiende, lo acepta y lo asume, pero erosiona, es cierto.

-Me han dicho que tiene una casa en Alcaraz, un municipio de la provincia de Albacete.

-Mi pareja es de Albacete y su abuela de Alcaraz. Siempre me han gustado los deportes de aventura, he sido monitor, me encanta perderme por la montaña, así que cuando conocí la sierra de Alcaraz me enamoré. Encontramos una casa de cuatrocientos años y la estamos restaurando.

Un sueño por cumplir

  • La naturaleza como proyecto. Sus mayores aspiraciones están centradas ahora no en la Veterinaria, sino en su vida más personal. Con la pasión que siente Jorge Llinás por Félix Rodríguez de la Fuente, uno de sus sueños, no sabe si factible, es poder hacer realidad una serie como 'El hombre y la tierra'. «Vivimos en un mundo tan rápido que no nos paramos a pensar qué queremos de verdad». Cree que España tiene unos tesoros que nada tienen que envidiar a cualquier continente, incluido África.

-Lo suyo ha sido siempre vivir al máximo.

-He hecho artes marciales, submarinismo, escalada y mil cosas más. Puede que esté relacionado también con mi forma de ser en la Veterinaria porque siempre he vivido al límite, probándome a mí mismo. Antes decía: «estad tranquilos, porque el día que me muera habré vivido intensamente».

-¿De qué se siente más orgulloso?

-Con Valencia Sur hicimos un hospital veterinario de referencia, así que a nivel profesional me siento realizado. Me duele por todos aquellos pacientes que no he podido salvar; no recuerdo a los que me han ido bien, sí de los que han ido mal. Soy director de un instituto veterinario y ahora lucho por la formación, sobre todo de profesionales en Latinoamérica, a los que intento motivar. Vienen unas generaciones muy buenas, lo que tienen que recuperar es la actitud, la capacidad de sufrimiento y el esfuerzo. Si miro atrás, la Veterinaria me lo ha dado todo y me ha quitado mucho; todavía recuerdo cuando dejé a mi hermano pequeño solo, al irme a estudiar a Zaragoza, con mis padres recién separados. Siempre me he considerado una persona muy familiar.

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