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Fernando Gómez, en las instalaciones de Soccer Interaction en Enguera, donde entrena.

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Fernando Gómez, en las instalaciones de Soccer Interaction en Enguera, donde entrena. Damián Torres

Fernando Gómez: «Mi hijo ha seguido mi camino: reveses por todos los lados»

El fútbol ha sido, es y será eje de una vida en la que siempre se consideró la oveja negra de la familia, con un hermano catedrático y otro médico. «Yo no pude acabar la carrera», se lamenta el jugador que más veces se ha enfundado la camiseta del Valencia CF

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Lunes, 8 de marzo 2021, 20:20

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Fernando Gómez no habría imaginado encontrarse en un momento vital como el que está viviendo ahora, en el que se siente estancado e insatisfecho, después de haber sido uno de los grandes jugadores del Valencia CF, tras convertirse en su director deportivo, presentarse a presidente del club y ocupar un puesto importante en la política. Ha tenido que buscarse un trabajo fuera del fútbol, en el sector de la automoción, y mientras espera otra oportunidad, sigue de comentarista en varios medios de comunicación y hace cuatro años que entrena a un club de Tercera División. El futbolista que en más ocasiones se vistió la camiseta che, que a pesar de ello no pudo ganar ningún título, mira atrás y reconoce una relación de amor odio con el Valencia CF.

-Usted proviene de una familia que tenía muy clara la importancia de los estudios. ¿Entendieron lo del fútbol?

-Mi padre era el jefe del gabinete psicotécnico del colegio Jesuitas y en mi casa siempre hubo un ambiente de estudio. Yo soy la oveja negra de la familia porque me dediqué al fútbol y no pude llegar al nivel de mis hermanos. El mayor, Juan Luis, que es catedrático de Derecho Procesal, llegaba a estudiar diez, doce horas diarias, metido en su habitación. Mi otro hermano, Javier, tiene un coeficiente intelectual altísimo y es médico. A pesar de todo, yo tenía claro que quería ir a la universidad, pero no pude terminar la carrera de Económicas. Quizás debería haberme matriculado en Empresariales, que eran tres años. A los 18 años ya estaba en el primer equipo, y así y todo iba avanzando poco a poco en la universidad.

-Víctor Luengo me contaba que hay un momento en que la disciplina, las obligaciones que conllevan el deporte de élite, pesan demasiado, y que entonces es cuando se retiró. ¿Le ocurrió a usted?

-Recuerdo que cuando jugaba decía: «nunca seré entrenador, porque tendré que seguir viajando como viajaba cuando era futbolista». Pasas mucho tiempo fuera de casa, porque en aquella época íbamos en autobús, cochecama, salíamos los viernes, volvíamos los lunes.... Se hace muy pesado. Ahora ojalá fuera entrenador de élite y no estuviera todavía entrenando en tercera.

-No es fácil adaptarse a otra vida tras la retirada.

-Yo no he tenido ningún problema en adaptarme a las circunstancias que me rodeaban. Me formé para ser director deportivo, sobre todo porque para mí ha sido importante que la gente vea que no vivo de los recuerdos, que siempre hay cosas nuevas que me pueden ayudar. Cuando me capacité como entrenador, mi primera idea fue ir al Valencia y entrenar un Infantil, o un Cadete, pero no me lo dieron. Después de mi etapa como director deportivo la experiencia no ha sido la mejor porque no he podido volver al fútbol de élite. Me tocó empezar desde abajo. Y ahora nadie tira de mí.

-¿Siente que el Valencia le debe algo?

-Yo hubiera hecho las cosas de manera diferente. En Inglaterra, por ejemplo, cuando un jugador lleva diez años le hacen un partido homenaje. Tendríamos que fomentar mucho más el reconocimiento a los jugadores. Y, con toda la humildad, pienso que si yo me muero habiendo trabajado solo dos años en el Valencia después de retirado me parecerá una puñetera vergüenza, absolutamente lamentable. Pero ahora mismo no voy a ir a buscar trabajo allí; si me quieren ya saben dónde estoy, y me preocupo de buscar trabajo en otros clubes o en otros países. No tengo ningún problema en irme mañana a las nueve de la mañana a Nueva Zelanda. Y a veces se me pasa por la cabeza cuánto me gustaría pasar cuatro o cinco años fuera de Valencia.

«Ya no juego a fútbol porque en cada partido me llevaba una lesión»

-Ha cambiado de idea, usted que quiso quedarse en el Valencia hasta prácticamente el final de su carrera deportiva.

-Con treinta años acababa contrato, tenía una oferta para irme dos años al Real Madrid. Y me iba libre. Si me pregunta si debería haberme ido, le digo que sí. Porque mis últimos dos años en el Valencia con Valdano y Ranieri fueron horrorosos e inmerecidos. Después de haber hecho una de las mejores temporadas de mi vida no entendí por qué no contaron conmigo. Yo lo único que quería era ganar un título en el Valencia.

-¿Lo habló con ellos después?

-A Valdano lo vi una vez y lo primero que me dijo fue: «¿sigues enfadado?». Le dije que sí. Que seguía enfadado. Ahí pasó algo, porque Paco Roig era el presidente y la oferta de renovación que me hizo era ridícula. Pero yo la acepté. Y lo que la gente me echa en cara, que no ganara ningún título aquí, es precisamente el motivo por el que me quedé.

-¿No se siente querido por la afición?

-Quizás sería mucho más querido ahora si opinara menos. O tendría menos gente a la que no le gusto. En las redes sociales recibo mensajes que me dejan tiritando. Jamás haría algo así con un exjugador del Valencia. Yo no tengo mala intención, respeto las opiniones de los demás, pero hay mucha gente que no respeta las mías.

«En el colegio antepuse la opinión de los demás a mi felicidad, reconoce Fernando Gómez.
«En el colegio antepuse la opinión de los demás a mi felicidad, reconoce Fernando Gómez. Damián Torres

-Los futbolistas viven en esa exposición pública donde sus acciones son juzgadas constantemente. ¿Lo ha llevado bien?

-Estando en el colegio, un tutor nos enseñó una serie de valores y nos pidió que los ordenásemos. Yo antepuse la opinión de los demás a mi felicidad. Él me preguntó porqué y yo le contesté que si los demás opinan mal de mí yo ya no soy feliz. Quizá esa forma de ser me ha condicionado.

-¿En algún momento ha pensado dejar el fútbol de forma definitiva?

-No. Tengo claro que estaré ligado al fútbol todo el tiempo que pueda.

-¿Por qué?

-Porque me gusta, porque entiendo, porque creo que aporto algo, porque creo que me van bien las cosas cuando desarrollo esta labor. Y porque se gana dinero.

-El dinero. Siendo lo que ha sido en el Valencia, quizás si hubiera sido jugador en fechas más recientes hubiera podido ganar muchísimo más.

-Con los que nosotros ganábamos no se puede vivir el resto de tu vida. Ahora quizás algunos lo puedan hacer.

-¿Por qué se metió en política?

-Conocía a las personas que me ofrecieron entrar en política, fueron quienes me ayudaron tras dejar el fútbol, porque mi primer trabajo fue como comentarista en Canal 9 y Radio 9 con un gobierno del PP. Me pidieron gestionar deporte y les dije que sí.

«Me gustaría mucho pasar cuatro o cinco años fuera de Valencia»

-¿Qué le aportó personalmente?

-Para mí fue otra experiencia que sumar. Además, me llevé la idea de que había muy poco dinero para repartir entre demasiada gente. A veces les ayudaba más con cariño que económicamente, y me sabía mal. Me pasó también con la concejalía de Chiva, aunque intentamos transformar las cosas. El problema de la política es que, hagas lo que hagas, para el contrario siempre está mal.

-¿Ha elegido el fútbol alguno de sus hijos?

-El mayor ha seguido mi camino, reveses por todos lados. Ha jugado en el Valencia, en el Levante, en el Atlético de Madrid pero los primeros seis meses de esta temporada los ha pasado sin equipo. Y los segundos está en el Villamarchante de Tercera División jugando veinte minutos. Me da mucha pena, porque nadie le ha dado la oportunidad para demostrar si servía o no para el fútbol que yo creo que merecía. Y tiene veinticinco años. Creo que ya se va planteando la idea de trabajar en lo que ha estudiado.

-¿En estos casos, las comparaciones pesan demasiado?

-Es ilógico, mi hijo no se parece en mí a nada.

-A usted le han criticado que no tenía ambición, aunque la verdad es que con el número de goles que ha marcado yo no lo tengo tan claro...

-Si querer tocar ochenta balones por partido, querer ganar mentalmente siempre y meter ciento cincuenta goles no es ambición ya no sé qué puede ser. En todo lo que hago pongo el máximo interés y la máxima pasión. Y ahora entreno a jugadores de tercera como si fueran de primera.

-¿Su mujer le apoya?

-Si ahora surgiera la posiblidad de irnos a Nueva Zelanda ella haría las maletas sin problemas. Y lo digo con tristeza. Mi mujer ha vivido todo lo que yo he vivido, y me entiende. Quizás sería mi hijo pequeño el que no querría irse porque los mayores ya van solos.

-He leído que ya no juega al fútbol.

-He jugado muchos años con los veteranos, y si me cambiaban me enfadaba, pero con el tiempo en cada partido que jugaba tenía una lesión, un pinchazo... Yo ya no quiero sufrir por jugar al fútbol. En mi época como jugador disfrutaba muchísimo, mi objetivo era agradar a los aficionados intentando hacer cosas diferentes, que a veces salen. Era muy fácil para mí manejar la pelota, y lo que me he divertido es lo mejor que me llevo.

-Ya hay mucha gente que no le ha visto jugar, pero supongo que todavía le reconocen.

-Que haya gente que me conozca veinte años después… A mí me gusta que todavía me paren por la calle, que me saluden, yo encantado. Hablar de fútbol me gusta mucho, y si me preguntan yo me pongo a conversar.

«En política había poco dinero para repartir entre demasiados»

-¿Practica ahora algún otro deporte?

-Ahora paseamos mucho, la bici también me gusta, y juego a pádel. En el confinamiento hicimos mucho ejercicio en casa, y fue uno de nuestros entretenimientos.

-¿Tuvo más?

-Leer. Me leí unas ocho novelas de Paul Auster y de Irene Nemirovski. Además, me encargaba yo de ir a comprar, porque mi mujer tenía más miedo. Y recuperé vídeos, deuvedés, partidos de los años ochenta en los que todavía alucino con las alineaciones...

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