¿Cómo se explica la guerra a los niños?
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Adaptar el lenguaje a la edad del niño, filtrar la información que les llega y dejar que expresen sus emociones son algunas de las claves para que los más pequeños entiendan qué está pasandoSon las nueve de la noche, hora de acostarse, y como si se abriera una espita, Isa, una niña de nueve años, suelta una pregunta ... difícil, de esas en las que hay que poner todos los sentidos para no despistarse al contestar: «Mamá, ¿por qué hay una guerra?». Por la mañana, en su colegio de Valencia, un niño ucraniano refugiado se ha incorporado a las clases y les han explicado que ha tenido que huir con su familia.
Lo primero que hay que saber es que cualquier cuestión de este tipo responde a una inquietud del niño que hay que tomarse muy en cuenta, y los expertos tienen claro que en ese momento necesitan toda nuestra atención, una explicación adaptada a su edad, tomarse el tiempo necesario y permitirles, además, expresar en voz alta sus miedos, que están reflejados en las preguntas que le siguen: «¿en la guerra matan a niños? ¿Ucrania está muy lejos? ¿la guerra puede llegar aquí?».
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Susana Santamaría es psicóloga especialista en psicología clínica, trabaja en salud mental, y explica que antes que nada es importante preguntarles qué saben ellos, o qué creen que está pasando, para no tener que darles más información de la que necesitan. En todo caso, «cualquier explicación que les facilitemos debe hacerse desde la calma». Como ha ocurrido durante la pandemia, en la que había que explicar un tema tan complejo, «lo importante es que, sin restarle gravedad, les transmitamos serenidad, ya que a los niños les cuesta más interpretar los hechos, y tomarán prestadas nuestras emociones».
Además, el lenguaje debe de ser sencillo, y siempre adaptado a la edad. Por ejemplo, podemos compararlo con una pelea entre dos personas que acaban pegándose, decirles que no debe hacerse, pero que a veces no se consigue evitar. Y también contarles que hay gente que está hablando para intentar solucionar el problema para que cuanto antes pare la guerra.
Además, Susana Santamaría explica que una de las claves es «controlar la información a la que tienen acceso. No se trata de que vivan al margen de la realidad, sino que a veces las imágenes de los informativos pueden ser demasiado duras para ellos». Cuidar las conversaciones entre adultos como medida para no alarmar ni angustiar, ya que la mente de los niños «tiene un funcionamiento muy emocional y no son capaces de gestionar o analizar desde un punto de vista racional».
Además, si les validamos las emociones, como tristeza, incertidumbre o miedo, y les invitamos a que hagan todas las preguntas que quieran, seguramente llegará un momento en que su curiosidad y su desazón quede mitigada y no quieran seguir hablando sobre ello. Está bien, cada niño tiene sus tiempos y es importante por otro lado que sepan que pueden hablar de lo que quieran con nosotros en el momento en que lo necesiten.
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Los cuentos siempre son una buena forma de explicar situaciones reales con las que ellos se encuentran, sobre todo si son niños pequeños. Susana Santamaría recomienda las historias de Susann Perrow, que trabaja a un nivel inconsciente un conflicto que de forma consciente puede ser mucho más difícil de entender. Además, hay muchas más historias adaptadas a los niños que pueden ayudarles, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos en formato pop-up, una lectura que debería estar mucho más presente en las casas y también en las escuelas.
Susana Santamaría explica que trabajar aspectos como la solidaridad puede permitir sanar emociones en los pequeños, porque les permite transformarlas en acción a través de la ayuda a los que en ese momento lo están pasando mal debido a la guerra. Y no hacen falta grandes gestos, un dibujo puede alegrar a otro niño que lo está pasando mal.
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