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La espectacular casa en la Ibiza del lujo que firma una interiorista valenciana: «Tiene algo de regreso a mis raíces»
Can Vega es una vivienda ideada para disfrutar de las magníficas vistas de la isla balear y con la idea de poder vivirla no sólo durante el verano, sino también el resto del año
«Can Vega ha sido un proyecto especialmente significativo. Tiene algo de regreso a mis raíces, ya que mis abuelos eran ibicencos y llevo la ... isla en el ADN: una mezcla rica de cultura, paisajes y formas de entender la vida». Así comienza Ampa Costa el relato de lo que ha supuesto para ella hacerse cargo del proyecto de Can Vega. «Es mucho más que una vivienda: es un refugio contemporáneo integrado en la naturaleza». Ubicada en Ibiza, «la casa se organiza en torno a dos volúmenes principales situados en planta baja. El primero, una gran pieza longitudinal, alberga los dormitorios -cada uno con su propio baño, vestidor y grandes ventanales orientados a las montañas-, lo que permite despertar cada mañana y ver salir el sol tras las verdes colinas». Esta era una de las premisas sobre las que partía el encargo recibido por esta valenciana, que ha tenido siempre una conexión especial con la isla balear, que fuera una vivienda donde desde el interior se pudiera disfrutar de las vistas, tanto a las montañas ibicencas como al mar.
Los propietarios del inmueble también querían que hubiera una zona independiente del resto de la casa que ofreciera privacidad para acoger a los invitados con total comodidad, y para ello se creó un segundo volumen. Sobre estos dos cuerpos descansa, de forma transversal, una gran caja de vidrio: se trata de un espacio diáfano y luminoso destinado a la vida en común, y donde se ubican los espacios más sociales, empezando por el salón, el comedor, la cocina, la despensa, una salita de estar y un pequeño aseo. Al estar elevado y completamente acristalado permite disfrutar del privilegiado entorno en el que se localiza Can Vega incluso en los meses más fríos, sin renunciar nunca a las vistas abiertas hacia el mar. «Cada atardecer se convierte en un espectáculo al que nunca podríamos haber renunciado», explica Ampa Costa, tras finalizar el proyecto.
Por su parte, el jardín ha sido concebido como un verdadero oasis mediterráneo, con suelos en tonos arena, las fachadas encaladas y los volúmenes redondeados que hacen un guiño a las construcciones tradicionales payesas, un modo de integrarse en el concepto de arquitectura local y no ser ajeno al lugar donde se ubica la vivienda. La carpintería metálica en tono chocolate y las contraventanas de madera natural refuerzan ese aire cálido y auténtico que envuelve toda la vivienda.
La decoración de Can Vega acompaña y potencia esta atmósfera, que recuerda a las construcciones más locales, con ánforas de barro, mesas de piedra, muebles de madera maciza y textiles en fibras naturales visten los espacios. La idea de Ampa Costa era no sólo apostar por los materiales muy de la tierra, sino también que los espacios tuvieran honestidad, textura y carácter.
En el exterior, una playa de arena invita al descanso, y está pensada para el disfrute de grandes y pequeños. La piscina es una gran lengua de agua con entrada en degradé, que culmina en una plataforma que parece levitar sobre el final del vaso. Tras ella, un olivo centenario actúa como eje visual y simbólico del jardín, un ejemplar que le da personalidad al conjunto y que además conecta con el pasado agrícola de un Mediterráneo donde el aceite ha sido fuente de riqueza.
Entre los dos volúmenes de la planta baja, unidos por la superior acristalada, se ha situado una amplia terraza techada, y que tiene como objetivo convertirse en el verdadero corazón de la vida al aire libre, sobre todo durante los meses en que el tiempo lo permite. Este espacio central cuenta con una cocina exterior, una extensa mesa de comedor no sólo para la familia, sino también para los invitados, y un área de grandes sofás, desde donde se contempla la piscina y el jardín trasero en toda su amplitud.
Además, se ha querido dar privacidad a la zona donde se ubica el dormitorio principal, situado en la planta superior, abierto a una gran terraza privada. «Desde allí la sensación es casi mágica, como si flotara sobre el agua, suspendido entre nubes y montañas», asegura Ampa Costa, que ha contado con la dirección técnica por parte de Navarro Mestre Arquitectos.
Para la interiorista, esta casa también respira algo de esa esencia que vivió ya desde niña, como un lugar de encuentro entre personas, entre interior y exterior, entre lo tradicional y lo contemporáneo. De hecho, es la mirada que define el trabajo de Ampa Costa como interiorista, donde los proyectos tienen alma y respiran autenticidad.
«Para mí, cada cliente es único. Mi trayectoria me ha enseñado la importancia de la fase inicial: de escuchar con atención no sólo lo que el cliente expresa, sino también aquello que aún no sabe que desea», y que gracias a esa intuición que ha desarrollado con los años puede detectar. La interiorista cree que ha sido un bagaje con un valor inmenso el hecho de haber crecido profesionalmente en Hernández Arquitectos, donde «pude desarrollar mi potencial con libertad y contar con la confianza necesaria para aportar, crear y aprender en proyectos realmente enriquecedores».
Proyectos con alma
Tras más de quince años dedicada a la arquitectura y al interiorismo, en gran parte en el estudio Hernández Arquitectos, y «coincidiendo con el nacimiento de mi tercer hijo, sentí que era el momento de abrir mi propio estudio: Ampa Costa Studio. Hace ya tres años que trabajo en solitario, con proyectos con alma y cuidando cada espacio».
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