El chileno que llegó a Valencia buscando el oro negro
Agrónomo de profesión, Peter Pfeiffer llegó con su familia hace tres años con el objetivo de aprender sobre el cultivo de la trufa con la idea de regresar a su país. Lo que no sabía es que se iba a enamorar del Mediterráneo
Cuando Peter Pfeiffer emprendió viaje hacia España con su familia, no tenía ni idea de que, pandemia de por medio, se iba a enamorar del ... Mediterráneo, de Valencia y de un clima muy distinto del que estaba acostumbrado en el sur de Chile. Así que los planes de pasar un año en España para formarse en el mundo de la truficultura para desarrollar un proyecto agrícola en su país se trastocaron. Mucha culpa de ello la tuvo la rápida integración de sus tres hijos, de once, nueve y cinco años, y también de ellos mismos, gracias a la comunidad del colegio que eligieron para sus hijos, una escuela Waldorf ubicada en El Puig, en la que seguían con la pedagogía que ya cursaban en Chile.
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Así que tres años después de aquel viaje que habían planteado como una experiencia familiar, Peter Pfeiffer mira hacia el mar tranquilo una mañana de mayo desde el porche de su casa en la playa de El Puig y está feliz con la decisión, que no fue sencilla. «Volvimos a principios de año a Chile y nos dimos cuenta de que, más allá de extrañar a la familia y a los amigos, compartimos unos códigos y una red que en España todavía no tenemos tan establecida», explica Peter, que tiene pasaporte alemán y suizo porque su familia proviene, como tantas otras que emigraron a Sudamérica, de Europa. «Mis bisabuelos eran agricultores y misioneros evangélicos provenientes del sur de Alemania y viajaron a Chile a principios del siglo XX», cuenta Peter, que ha conservado el idioma que se hablaba en casa, el alemán. El clima es uno de los puntos a favor que destaca Peter Pfeiffer, que cambió los días ventosos, fríos y lluviosos del sur de Chile por el sol y el calor. «Para los chicos es ideal porque les permite disfrutar mucho más del aire libre».
Su mujer, Fernanda, también tiene una historia de ida y vuelta con Europa, ya que sus padres tuvieron que refugiarse en Suecia y ella nació en el país nórdico, del que conserva el idioma, y con el que se comunica con sus hijos. La familia volvió a Chile al acabar la dictadura de Pinochet. Peter destaca que quizás lo más difícil es estar tan lejos. «Son catorce horas de avión, veinte contando el tiempo entre aeropuertos. No es un viaje que se pueda hacer muy a menudo».
Peter Pfeiffer ya ha empezado a desarrollar un proyecto de truficultura en una finca en Siete Aguas que ya está empezando a dar sus primeros frutos. Para este chileno siempre ha sido muy importante en su día a día el contacto con la tierra y estar al aire libre.
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