Momentos que valen una mirada

Bajo la luna llena de Valencia, valga el tópico una vez más, sucedieron este jueves muchas cosas que el ojo no puede ver, pero el corazón sí siente. Eso mismo que el periodismo es experto en percibir y también en retratar, y que fue el marco de una gala que estuvo cargada de emociones. La arquitectura de Calatrava se convertía, de nuevo, en el escenario perfecto, líneas en las que los valencianos se sienten siempre en casa. Del periodismo hemos aprendido a mirar en los pequeños detalles. Los que estaban detrás del discurso de Majo Gimeno, de la emoción de Rafael Alcón, del maravilloso baile que Jesús Trelis introdujo sobre el escenario. También de lo que no se ve si no se observa: el anochecer sobre el museo, caminar sobre una alfombra roja, sentirse famosos por un día, un vestido de princesa, unos bocados deliciosos, los colores de unas flores, un abrazo de reencuentro. Quizás las lágrimas fueron las protagonistas de esta puesta de largo, lágrimas de alegría, de éxito, de celebración. De celebrar una vez más a los valencianos de este siglo XXI, del que ya llevamos veintitrés ediciones, en el que esperamos, sin duda, que perduren muchos más.

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