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Juan Bordera. José Cuéllar

«Ha sido una pesadilla, con violencia y rifles apuntándonos», relata el diputado de Compromís repatriado de Israel

Juan Bordera, miembro de la flotilla considera que el Gobierno de España trabajó de manera confusa aunque achaca a Israel «unas formas vejatorias, despertándonos cada hora, tratandonos como animales y presumían de ello»

Burguera

Lunes, 6 de octubre 2025, 13:02

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Juan Bordera ha comparecido este lunes por la mañana ante la prensa para explicar sus sensaciones después de aterrizar el domingo por la noche y ... volver de Israel, desde donde ha sido repatriado. El diputado de Compromís era uno de las personas embarcadas en la fGlobal Sumud Flotilla interceptada por el Ejército hebreo. Bordera ha asegurado que sus sensaciones son «muy contradictorias de felicidad de estar en casa. De preocupación, por la gente que no está aún en casa. De felicidad de no haber, digamos, sufrido más que un par de golpes y violencia, digamos, psicológica, como el resto de los que estaban allí aún. Pero es muy difícil describir con palabras lo que se ha vivido allí aún. Pero es muy difícil de describir»«Ha sido una pesadilla. Hemos tenido de todo. Hemos tenido acoso, hemos tenido violencia física, hemos tenido rifles apuntándonos, hemos tenido perros a punto de lanzarlos contra las personas que estaban recluidas en las habitaciones, entre comillas, donde estábamos, con agua no potable alimentos caducados», ha explicado Bordera. El diputado ha relatado que a él le han golpeado en las costillas « y tengo que aún ir al hospital porque no he tenido tiempo aún material de ir a que me lo miren. Sé de un compañero al que casi le rompen un brazo. Hay personas a las que le han literalmente pegado bastantes más golpes que a mí. Con el tiempo se irá sabiendo hasta qué punto ha sido violencia física, pero ha sido violencia física dura. Y psicológica probablemente aún peor. O sea, todo tipo de trato vejatorio, no dejarnos dormir, despertarnos cada hora, tratarnos como animales y presumir de ello diciendo que, como somos animales, no necesitamos doctores. Hemos tenido que presionar para que a un compañero de 80 años le llegara insulina, un diabético que ha estado tres días sin medicación y hemos tenido que protestar los propios presos para que le llegara un poco de pastillas para su situación. O una compañera que tenía problemas cardíacos diciéndole que no es una emergencia hasta que se le pare el corazón. Ese tipo de trato hemos tenido».

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