OPINIÓN | La Paqui es el nuevo Ventorro
El Gobierno de Sánchez trata de desembarazarse de las andanzas de la mujer de Santos Cerdán. No le va a resultar fácil. Hay términos o expresiones que lo eclipsan todo
Seguir las sesiones de control al Gobierno de Pedro Sánchez acaba enganchando. Cada uno tiene sus vicios, qué le vamos a hacer. Escuchar al presidente ... o a la vicepresidenta Montero, o al ministro Bolaños, agitar la situación de Carlos Mazón o las detenciones en Almería para defenderse del último informe de la UCO sobre las andanzas de Santos Cerdán constatadas por todos los grupos de la Cámara, y que detalla que 'el problema del PSOE se llama 2%' -como en su día dijo Pasqual Maragall del 3% en CiU-, resulta muy previsible. En la guerra del y tú más, está demostrado, el que más sale ganando es Santiago Abascal.
Del último informe de la UCO se han publicado aspectos realmente interesantes sobre la forma de conducirse del hasta hace poco secretario de Organización del PSOE –no un señor que pasaba por ahí, sino el número 3 del partido-. Eso sí, pocos tan llamativos como el que hace referencia a la Paqui. ¿Qué quién es la Paqui? Paqui Muñoz Cano es la mujer de Santos Cerdán, y a partir del informe de la Guardia Civil hemos podido conocer que entre sus muchas virtudes, si se pueden calificar así, estaba la de gastar dinero sin límite en El Corte Inglés, supuestamente obtenido de forma irregular por su marido. «A Paqui la conocen todas las vendedoras de El Corte Inglés. Gastar y gastar. Ya les vale», se puede leer en El Pais. Paqui estaba a sueldo de una de las empresas de la trama, por cierto.
Miguel Tellado, el secretario general del PP, ha sacado a pasear este miércoles a la Paqui prácticamente en la primera frase de su pregunta al ministro Bolaños. Hay quien piensa que el dirigente popular debería de haber planteado a Sánchez si para prorrogar la nuclear de Almaraz había que pagarle una tarjeta regalo de los citados grandes almacenes a la Paqui.
La Paqui lleva camino de convertirse en el nuevo Ventorro. Los haters habituales dirán que cómo se puede comparar un asunto y otro, la muerte de 229 personas y un caso de mordidas. No lo hago, obviamente. Me refiero al gancho que supone en algunas ocasiones la aparición de un término que se convierte en referencia de un suceso.
A Mazón, que ya ha dimitido por cierto, se le ha señalado por no aclarar con solvencia qué hizo entre las 19.00 y las 20.00 horas del 29 de octubre de 2024. Un error de bulto, que debía de haber resuelto un día después de la dana, y así no lo habría arrastrado durante un año, y lo que queda. Pero además, se le ha achicharrado con esa permanente referencia al Ventorro, el restaurante en el que estaba comiendo ese día con una periodista, como tantos otros días había hecho con otros periodistas. Si el mismo local se hubiera llamado Santa Cruz, por ejemplo, no habría dado la mitad de juego. Pero Ventorro ya sonaba a juerga y desenfreno.
Hemos tenido Ventorro hasta en la sopa, de la misma manera que ahora puede intuirse que tendremos Paqui hasta gastarle el nombre a la susodicha. La Paqui, como las chistorras, pasa formar parte del imaginario colectivo respecto a cómo se mueve la corrupción en el PSOE, presuntamente. Mordidas a cambio de adjudicaciones públicas, la forma más antigua de corromper a un dirigente político. Y ya veremos si no deriva en una trama de financiación ilegal. A la vicepresidenta Montero se le ha escuchado este miércoles defenderse de esas acusaciones desenterrando el pago de la sede del PP en la calle Génova. Ahí no había Paquis ni Ventorros, y quizá por ello el caso caló menos. A Francis Puig, el hermano del expresident Ximo Puig, no le conocen como Paco o Paquito, sino como Francis. Y tiene pendiente un juicio por la trama de ayudas con la que obtuvo decenas de miles de euros de dinero público. Una parte de él, por cierto, de la administración autonómica valenciana presidida por su hermano.
Y mientras tanto, Vox sigue creciendo.
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