La financiación cumple diez años caducada y deja a la Comunitat sin 42.000 millones
Un perjudicial sistema de transferencias lleva una década pendiente de revisión y fuerza a la Generalitat a acumular deuda y a pagar unos intereses que este año rozarán los 900 millones de euros
Burguera
Martes, 2 de enero 2024, 00:21
Imagine que se come a diario un yogur malo, de pésimo sabor y elaborado con ingredientes de baja calidad. Imagine que, además, lleva diez años ... comiéndoselo caducado. Eso hace la Comunitat con un sistema de financiación impuesto por el Gobierno de Zapatero en 2009, cuando las transferencias a los valencianos ya se situaban a la cola de España. Aquel sistema caducó el 1 de enero de 2014. Una década después, la Comunitat sigue obligada a alimentarse de esa dieta tan perjudicial y discriminatoria como desfasada. Y lo que queda. El Gobierno de Sánchez no muestra demasiado empeño en una renovación del sistema que nunca llega y que año tras año empobrece a los valencianos y maniata a sus administraciones. El tango dice que veinte años no es nada, pero si nos dejamos de milongas y bailes de salón, en términos financieros, diez años de infrafinanciación han supuesto una tragedia económica para la Comunitat.
La Sindicatura consideraba en el informe que elaboró hace ahora un año exacto que sin esa infrafinanciación, la Generalitat se habría ahorrado buena parte de una deuda apabullante. A 31 de diciembre de 2022, ascendía a 57.698,9 millones de euros. Es posible que ahora mismo ya esté por encima de los 60.000 millones. El informe señalaba que cerca de 42.000 millones de euros de esa deuda eran consecuencia de la infrafinanciación. Se trata de unos 3.500 millones anuales desde que se puso en marcha un sistema malo para los valencianos, que ha engordado los números rojos hasta asfixiar a la Generalitat con los intereses, y que lejos de solucionarse a partir de que caducara, hace ahora diez años, se ha perpetuado una década completa.
Además, los tipos de interés bajos que la eurozona mantuvo hasta principios de 2022 se han disparado. Sólo el sufragar esos intereses ya representa el 0,63% del PIB autonómico. Durante el año pasado, se pagó 412 millones por esos aparatosos números rojos, pero es que este año se abonará más del doble: 870 millones de euros.
A la cola
La Comunitat malvive en la cola de la financiación por habitante desde el inicio del presente siglo. La situación se viene repitiendo reiteradamente (en alguna ocasión ha sido Murcia la que ha ocupado ese insultante farolillo rojo) desde la aprobación en 2002 del sistema de financiación autonómica. La modificación de 2009 por parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (las regiones gobernadas por el PP, entre ellas la Comunitat, se abstuvieron en el Consejo de Política Fiscal y Financiera en el Ejecutivo hizo valor su capacidad decisoria) no corrigió la discriminación. Al contrario, la ha ido agravando, y la comparativa con otras regiones es sangrante. Respecto al autonomía mejor financiada por habitante, Cantabria, cada valenciano recibe anualmente un millar de euros menos que cada cántabro. Año tras año, un ciudadano tras otro.
Si durante los cinco años de vigencia del sistema, y los diez caducados, la Comunitat hubiera recibido una financiación similar a la de Cantabria, no habría ni un euro de deuda en el debe de la Comunitat.
Aquel 1 de enero de 2014, el inicio del periodo de desfase del sistema de financiación, Letonia ingresó en la eurozona mientras en Egipto se vivía la de nominada 'primavera árabe'. Una década más tarde, el PIB per cápita letón se ha incrementado el doble que el de los valencianos, que continúan viviendo en el duro invierno de la indiferencia del Gobierno frente a la infrafinanciación de la Comunitat.
Ni Rajoy ni Sánchez
Desde entonces, la relación entre el Gobierno central y el Consell ha pasado por todo tipo de combinaciones políticas. La Generalitat ha estado en manos del PP (con Alberto Fabra de presidente de la Generalitat) mientras en la Moncloa había un presidente popular, Mariano Rajoy; el Gobierno valenciano mutó en un pacto de izquierdas (con el socialista Ximo Puig como jefe del Consell) cuando Cristóbal Montoro (PP) era el ministro de Hacienda y el tripartito lo señalaba como 'el malo de la película'.
El Botánico siguió al frente del Ejecutivo autonómico cuando en Madrid llegó Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno central. Y nada. Contra viento y marea, allí permanece Sánchez después de las elecciones autonómicas del pasado 28 de mayo, que propiciaron el traspaso de poderes en el Palau: de Puig al popular Carlos Mazón. No sirvió ni de mucho ni de nada la coincidencia o las diferencias partidarias entre los moradores de la Moncloa y el Palau de la Generalitat. En todos los casos nos fue igual de mal. Ahora le toca a Mazón intentar finiquitar una década de olvido.
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