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Marina Costa
Valencia
Viernes, 17 de noviembre 2023, 00:07
Llegaba al ayuntamiento a las seis y media de la mañana y era, la mayor parte de las veces, el último en marcharse. Enrique Ramón Montañana ha sido «el alcalde de la gente», el que se sentaba a escuchar a sus vecinos en su despacho y salía a visitar cada día las obras de su pueblo, libreta en mano. Trabajó incansable por la localidad durante 14 años, hasta que la enfermedad truncó sus planes. Contra ella batalló los últimos años de su vida, siempre de la mano de su esposa, que fue su gran bálsamo y apoyo, junto a sus cuatro hijos.
Enrique Ramón Montañana ha fallecido a los 85 años, dejando Almàssera un poco huérfana. «Tenía atención para todo el mundo, escuchaba de verdad. Se paraba en cada esquina para hablar con los vecinos, iba a ver los parques, las obras, todas las mejoras en persona. Estaba hecho de otra pasta, ya no queda gente así», recuerdan sus compañeros de partido.
En 1993 llegó a la alcaldía por Unión Valenciana, tras firmar un pacto con el PP que le permitió portar la vara de mando durante dos años. Ganó las elecciones municipales en 1995, 1999 y 2003, cuando volvió a firmar un pacto con el Partido Popular para «dar estabilidad a la legislatura». Durante su etapa política, también ocupó «la vicepresidencia de la Diputación de Valencia». Durante su mandato se desarrollaron importantes proyectos como la remodelación del edificio consistorial, la reordenación del polígono, el mercado municipal, la piscina cubierta o el centro cultural, entre otras obras que transformaron Almàssera.
El crecimiento que experimentó la localidad en aquellos años marcó aquella etapa. Pero en 2006, por una dolencia cardiaca, Enrique Ramón tuvo que pasar por la mesa de operaciones, y, tras sufrir un ictus, tuvo que dejar la política. Si bien, tras salir de Unión Valenciana, siguió vinculado a formaciones valencianistas. Levantinista a muerte, puso el nombre de su equipo favorito a una calle, pero también le dedicó otra al Valencia CF, «lo que da una idea de su talante y saber hacer. Pensaba en todo el mundo, era el alcalde de todos».
El Ayuntamiento decretó tres días de luto oficial y las banderas ondean a media asta en edificios municipales. El consistorio agradeció «la dedicación y el trabajo» que realizó Ramón Montañana en favor de su pueblo. Todos destacaron su enorme capacidad de trabajo y su cercanía en el trato. Por eso ayer, en su despedida, se le recordó paseando con aquellas libretas o sentado en su despacho, frente a una puerta siempre abierta, escuchando a sus vecinos. Como uno más.
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