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Mariano Rajoy. Reuters
De la caminata de Rajoy al patinazo de Cospedal

De la caminata de Rajoy al patinazo de Cospedal

El expresidente del Gobierno lleva su neutralidad al máximo y evita votar a su sucesor

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Jueves, 5 de julio 2018, 22:48

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 Cuando el pasado 11 de junio Mariano Rajoy anunció su marcha, el aún líder del PP marcó cuál iba a ser papel en la batalla sucesoria, el de un mero espectador. «De mi podéis esperar respeto absoluto. No voy a señalar a nadie con el dedo ni a vetar a nadie. No voy a influir ni condicionar vuestra libre elección», dijo entonces. Y se retiró a Santa Pola, donde le aguardaba su antigua plaza de registrador de la propiedad.

     El presidente se comprometió a mantenerse neutral, no interferir y hasta ahora lo ha cumplido rigurosamente. Por eso no sorprendió que en un día clave para el futuro del PP, no acudiese a votar en las primarias, que redujo de seis a dos los aspirantes a tomar las riendas del partido. Preferió ponerse las zapatillas y salir a recorrer la Ruta da Pedra e da Auga en Ribadurnia (Pontevedra), su rutina habitual cuando acude a su tierra natal. Y como en otras tantas ocasiones, su compañero de paseo fue José Benito Suárez, presidente de la Autoridad Portuaria de Marín y marido de Ana Pastor.

     Pese a los 650 kilómetros que lo separaban de su despacho en la séptima planta de la madrileña sede de la calle Génova, Rajoy vivió los avatares de una jornada electoral histórica e inédita para el PP. Aunque no ha hecho mención a alguna a cuál es su favorito en las quinielas, fuentes de la formación conservadora reconocen que ha hecho sus cábalas sobre qué territorios apoyan a cada aspirante.

     Alejado de la primera línea de la política, el líder del PP se ha mantenido en todo momento en contacto con el coordinador general, Fernando Martínez-Maillo, e incluso, desde el partido reconocen que ha estado en varias ocasiones en su despacho. El portavoz parlamentario, Rafael Hernando, le consultó sobre las negociaciones de RTVE. El todavía líder del PP se negó a sumarse a acuerdo alguno que no implicara un reparto equitativo de las mesas del Consejo del ente público pero Pedro Sánchez no lo admitió.

     Antes de dar el paso, Soraya Saénz de Santamaría, Pablo Casado y María Dolores de Cospedal, le avanzaron sus intenciones. Los tres principales protagonistas acudieron hoy a las sedes donde están afiliados a ejercer su derecho a voto arropados por miembros de sus equipos y familiares. Los dos primeros en el barrio de Salamanca de Madrid, en la misma sede en la que lo hizo Esperanza Aguirre, y Cospedal, en Albacete.

Patinazo cervantino

     

     

     Los nervios jugaron una mala pasada a la expresidenta de Castilla-La Mancha que quiso tirar de Miguel Cervantes para dar las gracias a su equipo y a los militantes por su apoyo en los últimos doce días de campaña. Para ello se valió de una supuesta cita de El Quijote pero acabó patinando. El fragmento no era un texto cervantino sino un fake que lleva años moviéndose por las redes sociales. Cospedal se vio obligada a pedir disculpas a los internautas.

     No fue la única vez que tuvo que entonar hoy el mea culpa. Poco antes, la candidata subió una foto a su cuenta de Twitter que mostraba credenciales de compromisarios a favor de su candidatura. La dirección regional le daba un tirón de orejas al recordarle que la Comisión Organizadora del Congreso Extraordinario rechaza que los interventores llevaran credenciales ya que se podría ser «un condicionante» a la hora de realizar la votación y Cospedal se veía obligada a borrar el tuit de la discordia.

     Dos hechos aislados, en una jornada tranquila en la que anécdota la pusieron Saénz de Santamaría, que acudió a votar con un vestido calcado al que llevó la presidenta del Congreso para anunciar que no aspiraba a suceder a Rajoy, y José Ramón García-Hernández, que cumplía 47 años y que cruzó la puerta de su sede en Ávila al ritmo del Cumpleaños Feliz. Allí le esperaba una tarta y el deseo era evidente: ser uno de los dos candidatos elegidos por la militancia.

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