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Calviño asume el mando para mantener la calma en Bruselas

Calviño asume el mando para mantener la calma en Bruselas

Sánchez hace un guiño a los mercados dándole plenos poderes para gestionar los fondos de la UE y negociar la compleja agenda reformista

adolfo lorente

Sábado, 10 de julio 2021, 13:52

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Aquel debate electoral del 5 de noviembre de 2019 fue el de las promesas. Que si traeré a Carles Puigdemont, que si no habrá indultos, que si TV3, que si tipificar penalmente los referéndums ilegales... La única hasta ahora cumplida, y vaya si lo ha hecho, fue nombrar a la entonces ministra de Economía, Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno. Dicho y hecho. El 9 de enero de 2020, asumió la vicepresidencia tercera. El pasado 30 de marzo, tras la marcha inesperada de Pablo Iglesias, ascendió a la vicepresidencia segunda y, ayer, fue nombrada vicepresidenta primera en sustitución de Carmen Calvo. Será la numero dos, la mujer que presidirá el Consejo de Ministros cuando el jefe esté ausente. Un movimiento sistémico de Pedro Sánchez que lleva implícito dos mensajes: el primero, para el kilómetro cero: 'Bruselas, todo en orden'. Y el segundo, para Unidas Podemos, el hermano pequeño de la coalición gubernamental: 'Ya sabéis quién manda'.

Sánchez ha decidido sacudir el tablero como casi nunca se ha hecho, convencido de que se enfrenta a un 'ahora o nunca' para intentar romper la tendencia alcista del PP. Tras la convulsión política generada por los indultos a los presos del 'procés', el presidente quiere centrarse en la gestión del maná europeo, la «gran oportunidad» -como suele decir- para reinventar el país. Es la gran esperanza del presidente para intentar dar un vuelco a un partido que durará 30 meses. Ya nadie duda de que la legislatura durará hasta finales de 2023 o incluso principios de 2024 (España asumirá la presidencia de turno de la UE en el segundo semestre de 2023). Sánchez ha revolucionado el equipo y ha dado el brazalete de capitán a Calviño.

Nacida en A Coruña en 1968, fue una de las grandes sorpresas del mandatario socialista cuando llegó a Moncloa por primera vez a mediados de 2018. Era tan desconocida en España como loada a nivel internacional. Llegó de Bruselas, donde ejercía la todopoderosa directora general de Presupuestos de la Comisión Europea (trabajaba en la UE desde 2006). Sabe lo que son los rescates, las noches en vela de negociaciones, lo poco que gusta que Estados miembros como España tengan el déficit y la deuda disparados, lo mucho que gusta la ortodoxia...

Y, guste o no, desde aquel rescate financiero que sufrió España en 2012 (aún quedan 25.000 millones por devolver), la sombra de Bruselas es demasiado alargada. Es un elemento clave que explica a la perfección la decisión de Sánchez y que echa por tierra los deseos de cambio del otro bando del Gobierno, aquel que le puso la etiqueta de 'poli mala' por «hacer políticas neoliberales en favor de las grandes empresas y los bancos». Calviño siempre se ha enfrentado a Pablo Iglesias (sin tapujos, además) y, ahora, con guante de seda eso sí, sigue haciendo lo propio con Yolanda Díaz, la nueva vicepresidenta segunda.

Pugna por el salario mínimo

El predicamento del que goza en la UE (hace un año acarició la presidencia del Eurogrupo) siempre ha traído por la calle de la amargura a los morados, que le han señalado como una suerte de caballo de Troya de la ortodoxia bruselense. Es la portadora del jarro de agua fría que debe enfriar los acalorados debates sociales del Consejo de Ministros. La vicepresidenta del 'no', como acaba de comprobarse con la negociación para subir el salario mínimo (Díaz quiere aumentarlo ya, pero Calviño lo ha frenado hasta el próximo año). Se vio en la reforma laboral, se va a ver en la de las pensiones...

El año pasado, España tuvo un déficit superior al 10%. En plata, que gastó más de 100.000 millones de lo que fue capaz de ingresar. Y el pacto de estabilidad y crecimiento de la UE, ahora congelado por la crisis, dice que tiene que estar por debajo del 3%. Es decir, que habrá que recortar 70.000 millones. ¿Cómo? Pues como mejor lo negocie Calviño con Bruselas.

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