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Magdalena Álvarez.
El lado humano de una mujer curtida en mil batallas

El lado humano de una mujer curtida en mil batallas

Magdalena Álvarez ha sido consejera de la Junta de Andalucía, ministra de Fomento durante el Gobierno de Zapatero y hasta ahora ocupaba la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones

ANTONIO M. ROMERO

Miércoles, 25 de junio 2014, 09:27

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"Magdalena, no te contengas y disfruta como todos los malagueños". La frase se la dijo José Luis Rodríguez Zapatero el día que el AVE llegó a Málaga, el 23 de diciembre de 2007. Y es que la imagen estereotipada que se tiene de esta malagueña del barrio de la Victoria, aunque nacida en San Fernando en 1952 "de manera casual", es la de una mujer con un fuerte carácter, y a veces implacable, a la que le cuesta exteriorizar sus sentimientos. Sin embargo, bajo ese caparazón de hierro, hay una persona extremadamente humana y cariñosa con los suyos.

Huérfana de padre y de madre con 16 años, desde esa temprana edad tuvo que poner en práctica el consejo que mejor recuerda de su madre: ser fuerte para sobrevivir. Esa fortaleza es la que le ha servido a esta amante de los números para sobreponerse a las dificultades que han surgido en su vida. Esta inspectora de finanzas del Estado posee un brillante currículum, tanto formativo como académico, y ha sido miembro de diversas entidades públicas empresariales como el ICO, Aviaco o el Banco Exterior de España. Hasta que dio el salto a la política.

Casada y con una hija de 25 años, Magdalena Álvarez fue nombrada consejera de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía en 1994, cuando en la Comunidad comenzaba la llamada 'legislatura de la pinza' (IU y PP frente a la mayoría socialista), que le hizo vivir malos momentos como cuando le echaron para atrás unos presupuestos en el Parlamento. Defensora de una caja única en Andalucía, actúo con vehemencia cuando tuvo que negociar con el Gobierno de Aznar para conseguir una financiación autonómica justa para esta tierra en la que se tuviera en cuenta el censo real de los andaluces.

Tras diez años en Sevilla, dio el salto a la política nacional y de 2004 a 2009 fue ministra de Fomento con el Gobierno de Zapatero, el mismo que le quitó de enmedio tras vivir muchos momentos agridulces. Ese mismo año 2009 fue nombrada diputada en el Parlamento Europeo, cargo al que renunció justo un año después al ser elegida vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, del que se rumoreaba incluso que podría convertirse en presidenta.

Seguidora de José Tomás

Estar con su familia y los amigos, charlar con ellos y jugar a las cartas o al parchís son algunas de sus aficiones, junto a la de los toros, terreno en el que se declara seguidora de José Tomás. Aunque dice que últimamente no lee nada porque cuando llega a casa "está agotada" , recuerda con cariño el libro 'Mujer en traje de batalla'.

Recomienda el AVE para viajar, siente admiración por Gandhi, se "quita el sombrero" ante Manuel Chaves, Rodríguez Zapatero y Felipe González, le encanta la docencia y la Universidad, no se plantea ser alcaldesa de Málaga, aunque destaca que sería "un privilegio y un honor", le fascinan los Baños del Carmen, en cuya playa se bañaba en su niñez, y comer en cualquier venta.

Es el lado más humano de una mujer dura, apasionada y reflexiva, a la que "se le calienta la sangre" cuando, como ocurrió hace unos años, una dirigente del Partido Popular se refirió a Andalucía diciendo que los niños de esta tierra eran analfabetos. Curtida en mil batallas, en los tramos más duros se refugia en su tierra para coger fuerzas.

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