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«En Madrid y Barcelona se apoya al teatro gobierne izquierda o derecha, aquí no»

Jordi Ballester ActorEstará en el Teatro Talia hasta el 28 de septiembre con 'El método Gronholm', la obra que acumula más de dos millones de espectadores

LUIS URIOS

Viernes, 12 de septiembre 2025, 00:18

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Más de dos millones de espectadores en sesenta países. 'El método Gronholm' no se desinfla y este año, que ha vuelto a Valencia, la obra ha seguido llenando la sala un día tras otro. Una comedia que narra la historia de cuatro aspirantes a un puesto de trabajo que se someten, durante la entrevista, al denominado 'Método Gronholm', por el cual uno de ellos es en realidad miembro del equipo de selección de personal. El público oscila entre la carcajada y la sospecha una y otra vez. Se podrá ver en el Teatro Talia hasta el 28 de septiembre. Hablamos con Jordi Ballester, uno de los actores de la obra, sobre el éxito que ha supuesto, sobre las carencias del teatro valenciano y sobre su trayectoria.

-¿Cree que hacen falta más métodos Gronholm en nuestra sociedad?

-Como obra de teatro, claro que sí. Para que la gente se ría. Pero en la vida real, no, que es muy cruel (ríe). Hacer pasar por todo eso a una persona está fatal. En la obra los personajes llegan hasta el límite. Es cierto que en cualquiera de esas entrevistas de trabajo que requieren días de preparación la competencia es altísima. Como obra de teatro, 'El método Gronholm' es el ejemplo de comedia comercial bien hecha y con jugo, con mensaje. Olympia Metropolitana lo hace muy bien como productora. Desde hace años, buscan este tipo de obras con coproducción valenciana, actores y dirección valenciana. Tenemos que trabajar para crear un star system en la ciudad.

«El teatro público tiene la sana función de no servir a fines comerciales, pero cada vez hay menos»

-Mi generación se ha dado de bruces con una realidad muy cruel. Se nos vendió que con un título universitario encontraríamos trabajo, y ahora aunque tengas un máster, un grado y cursos, muchas veces es imposible. ¿Hay una reivindicación en la obra en este sentido?

-Implícita, pero sí. La obra pone en el escenario a cuatro altos ejecutivos muy bien preparados. Mi personaje, por ejemplo, va muy de sobrado. El puesto va a ser para él. Entonces empiezan a darse de leches. La reivindicación que dices está. En el trabajo te pueden someter a situaciones muy heavies en las que, a veces, no te sirve de nada el estudio. Hay un mensaje muy cruel en la obra que, en muchos casos, se extrapola a la realidad: si tienes una falta grande de escrúpulos, igual consigues antes un puesto.

-Se ha representado en más de 60 países con más de dos millones de espectadores y varios premios. ¿Qué tiene 'El Método Gronholm' para haber triunfado tanto?

-Primero, a Jordi Galceran, a quien la obra debe el texto. Un dramaturgo indiscutible. A veces, un autor está tocado por la mano de Dios al escribir un texto, y lo cierto es que este está escrito a la perfección, plantea personajes extremos, dibuja capas interiores y exteriores para que el misterio siempre esté presente. No sabes si los personajes mienten o no, siempre estás con la sospecha. Es una obra muy acertada, y está escrita con muchos gags y muy buenos diálogos. Estamos muy contentos.

-Usted, Jordi, ha hecho un montón de teatro, y cada vez las obras duran menos tiempo en taquilla. Hay obras que vienen uno o dos días y se marchan. Antes esto no ocurría así. Y 'El método Gronholm' es una de las excepciones que confirma la regla. ¿Qué le está ocurriendo al teatro en este sentido?

-En Madrid y Barcelona las obras duran más tiempo en cartel. Antes, cuando hacías una obra estabas meses en una ciudad. Ahora se ha reducido, pero es cierto que Olympia y Talia tienen esa función de alargar temporadas. 'La mujer de negro' estuvo seis semanas, 'La ratonera' nueve, 'El plan' otras seis, 'Escape Room' otras seis... Los valencianos responden bien. En Valencia hay un millón y medio de habitantes, capacidad de sobra para tener mucho tiempo las obras en cartel. Es algo que el teatro público debería hacer. El Principal y el Rialto no están por la labor de momento. Cada vez hay menos producción pública y la que hay se queda menos en cartel. Es un error, porque el teatro público tiene una función muy buena de no servir tanto a fines comerciales. Que una persona pueda ir a ver un clásico contemporáneo, serio y dramático que le toque el corazón y el espíritu me parece fundamental. Valencia se queda un poco corta en eso.

-¿Qué diría que le falta al teatro valenciano? ¿En qué podemos mejorar?

-Nos falta el apoyo de las instituciones, que tienen que estar con la cultura. En Madrid y Barcelona da igual quien gobierne, derecha o izquierda. Se apoya muchísimo al teatro. Está por encima de ideologías. El teatro necesita subvenciones del Estado y la Generalitat, pero esas subvenciones repercuten luego en la economía. Está más que estudiado que lo que inviertes en cultura se devuelve a la sociedad multiplicado por tres. Nos hace falta eso, porque dependiendo de quién gobierne, el apoyo aumenta o disminuye. También falta hacer mucha publicidad, impulsar el teatro infantil y juvenil para que los jóvenes se acostumbren al hábito. En un mundo como el actual, con tanta tecnología y rapidez, el teatro es la única experiencia en persona donde vas a una butaca y, en directo, unos individuos te cuentan una historia. Es una experiencia física muy especial. Los actores que llevamos 25 años trabajando en Valencia tenemos la misma sensación cuando acaba un proyecto: sentimos que siempre nos toca volver a empezar de cero.

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