'Un caballero en Moscú'
Crítica de televisión ·
Una de esas pequeñas cosas maravillosas que de vez en cuando aparecen en pantalla para que las degustemos poco a poco
Confieso que si pienso en caballeros y en Ewan Mcgregor, me sale solo el apellido: caballero jedi. Por suerte, su última serie no tiene nada ... que ver con 'La guerra de las galaxias'. 'Un caballero en Moscú', en SkyShowtime, es una miniserie basada en la novela homónima de Amor Towles. Una de esas pequeñas cosas maravillosas que de vez en cuando aparecen en pantalla para que las degustemos poco a poco, como el coulant de chocolate tras una elegante comida. Porque estos ocho capítulos tienen mucho de elegancia teatral, de fachada imperturbable, de apariencia noble para esconder una historia honda, honesta y hermosa.
En plena revolución bolchevique, Alexander Rostov (McGregor) asiste a un juicio popular en el que le van a sentenciar a pena de muerte. Sin embargo, unos versos que él mismo escribió -o eso parece- y que inspiraron a los rebeldes durante el levantamiento, le salvan en el último suspiro. Sin embargo, aunque no recibirá un tiro en la cabeza, sí tendrá condena: vivir para siempre en el interior del Hotel Metropol. ¿No les parece un principio terriblemente sugerente?
En el reparto de la serie británica destacan dos actrices. Mary Elizabeth Winstead (Hera en 'Ahsoka' y, por rizar el rizo 'Star Wars', es la esposa de Ewan Mcgregor) y Leah Ferguson (que está formidable en 'Fundación'). Ambas, junto con la niña -no les diré más-, brillan en una de esas historias a las que hay que dar una oportunidad. Entre sus virtudes está su capacidad para emocionar con el arte, con el poder de todas las artes para cambiar el mundo, y con el compromiso de que la vida es lo que cada uno decide que va a ser, incluso cuando estás sentenciado a muerte o tu sola existencia supone una afrenta al sistema.
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