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Valentín Medina con el libro, en la Plaza Nueva. :: alberto aragón

«En Orihuela no hubo Transición»

periodista

Pilar M. Maciá

Domingo, 1 de mayo 2016, 00:57

Periodista prejubilado de Radio Nacional, colaborador en distintos medios y ahora también escritor, Valentín Medina Martínez presenta el día 5, a las ocho y media de la tarde en el Casino de Orihuela el libro 'Orihuela (1974-1983). Del franquismo a la democracia'. Aceptó el reto lanzado por un amigo y pese a que admite que tuvo bajones lo acabó «por una cuestión muy personal. Le prometí a una amiga que lo hacía». Medina rememora un tiempo en el que él empezaba a ejercer su profesión y cómo se vivió ese momento tanto a nivel nacional y sobre todo cómo lo hizo en Orihuela.

- ¿Dónde estaba entre 1974 y 1983?

- En 1974 estaba en Madrid, estudiaba cuarto de Periodismo y aún faltaba un año para que Franco muriese, pero se vivía mucho la actividad política porque en Madrid se movía todo. Había un movimiento estudiantil increíble en la Universidad Complutense y en los colegios mayores. Estaba el San Juan Evangelista que era el foco de la juventud revolucionaria y el San Pablo que era todo lo contrario. En el año 83 que es cuando acaba la primera legislatura democrática ya ejercía en 'La Verdad' en Murcia.

- ¿Qué recuerda de esos años?

- Siempre recordaré cuando murió Franco, estaba en el colegio mayor y un amigo sacó una botella de champán para celebrarlo. Yo me asusté mucho, le dije a un compañero de Cartagena y a Manolo Andreu, 'vamos para Orihuela que aquí se va a liar'. Cogimos mi coche y nos vinimos los tres. Creo recordar que el 20 de noviembre fue viernes. El sábado empezó el sepelio y viéndolo por televisión en casa de mi abuela dije algo así como 'todavía está este hombre dando vueltas por ahí', y mi abuela me dijo que le tuviera algo de respeto, que gracias a ese hombre mi padre había podido trabajar y darme la posibilidad de estudiar.

- ¿Cómo se vivía en Orihuela lo que pasaba entonces en Madrid?

- Parto de la base de que en Orihuela la Transición nunca se hizo. Siempre lo he mantenido: Orihuela es una ciudad muy suya, es distinta al resto de las que la rodean, con una ideología y una forma de ser distintas.

- Y viene a escribir un libro sobre la Transición en Orihuela...

- Precisamente por eso, para demostrar que todo sigue igual. Esto es el famoso 'gatopardismo', hay que moverlo todo para que todo siga igual. Eso pasó. De hecho Pedro Cartagena Bueno fue el último alcalde franquista y el primero de la Democracia. Ocurrieron en Orihuela cosas increíbles, porque todo el mundo pensaba, yo el primero, que hablar de Miguel Hernández estaba poco menos que perseguido. Pues en el libro se refleja que el primero que habló de instaurar el Premio de Poesía Miguel Hernández en 1976 fue Pedro Cartagena, con carácter bianual, un año el Gabriel Sijé de narrativa y el siguiente el Miguel Hernández de Poesía. Se cambió todo, para que todo siguiese igual. En 1979 con la primera legislatura democrática aquí eran poco menos que los mismos o los hijos de. El primer alcalde fue Paco García Ortuño, que era sobrino de un exalcalde franquista: Rafael García Pertusa. Luego había gente como Antonio Lozano, Vicente Escudero que declinó ir de candidato porque le gastaron una putada muy gorda en el PSOE. La Transición fue muy descafeinada, y si miramos no ha evolucionado mucho. Hubo alguna movida como las que montaba García Ortuño, que dimitió, luego retiró su dimisión y después lo echaron. Él fue el primero y el único en ganar una moción de censura, pero con tres votos de su grupo en contra.

- ¿Cómo se vivieron aquí momentos clave como el 23-F, las primeras elecciones democráticas o la dimisión de Suárez?

- El 23-F fue muy raro, rarísimo. Se vivió desde el Ayuntamiento. La gente se enteró de que había un golpe de Estado en Madrid y se quedó en su casa. Empezaron a escuchar música militar en 'Radio Orihuela', que conectaba con Radio Nacional. Algunos concejales acudieron al Ayuntamiento a decir al alcalde que allí estaban, otros se fueron al cementerio a esconder las fichas de sus partidos y otros se fueron de la ciudad. Hubo quien merodeó por el Ayuntamiento con una pistola en mano argumentando algo así como 'mira lo que ha pasado por jugar a ser demócratas de mierda', una frase textual, y se personó el jefe de la Guardia Civil, que era un sargento, y dijo al alcalde que no pasaba nada. Se vivió más después de ese día, porque por ejemplo a Diego Peñas, que era concejal del PC le quemaron el coche dos veces y todos sabíamos que eran los de Fuerza Nueva. Se vivió después porque durante un Pleno se recibió una llamada y un policía acudió a Pepe López, concejal de Policía, para decirle que había una amenaza de bomba. Nadie se lo creyó y el Pleno siguió. Solo se desalojó a la gente y lo único que se hizo fue anular una reunión que García Ortuño tenía con los alcaldes de barrio y los pedáneos. Nada más.

- ¿Qué anécdotas hay?

- Muchas. Un concejal le dijo a otro, que además lo escribe en el libro uno de los protagonistas, que si tenía guardada aún la letra del 'Cara al sol', y el otro le dijo que se la pasaba luego. Esta zona era muy tranquila porque tampoco había apenas movimientos políticos en los clubes juveniles.

- Pero entonces hay Transición, pero llega tarde.

- Si. Llegó muy tarde. Por ejemplo, a la muerte de Franco, mientras en toda España se hablaba de hacerle homenajes, aquí se hizo un Pleno diciendo que había que asumir lo que él había dicho, que expresaban a la Casa del Rey y a la viuda su condolencia, y poco más. Ocurrió algo muy gracioso, y es que partidos que concurrieron a las elecciones tenían una educación política increíble, por ejemplo el Partido Comunista suscribió un pacto entre los cinco primeros de su candidatura, uno era Diego Peñas, que era el único que duraría todo el mandato, y el resto se renovaron cada equis tiempo. Fue concejal Alfredo Santos, dimitió para dejar entrar a José Martínez Carmona, dimitió para que entrara uno de Pilar de la Horadada... Durante cuatro años hubo cinco concejales del Partido Comunista.

- Mucha diferencia con la actualidad, entonces.

- Sorprendía porque había una educación democrática que se ha perdido. Esta es una muestra de lo que era la Transición. García Ortuño como alcalde delegó responsabilidades de gobierno en concejales de la oposición. Juan Bellod fue concejal de Urbanismo y era de Alianza Popular, Diego Peñas fue concejal de lo que ahora se llamaría Servicios Sociales. Ahora se ve como algo imposible. Ahí si que se pueda dar a entender algo con respecto a la Transición. Cuando la vara pasó a Antonio Lozano lo primero que dijo en su discurso fue que el despacho estaba abierto y que había concejalías para todos, que todos fueran a recoger responsabilidades y en un mes rendirían cuentas a los ciudadanos Eso es impensable ahora.

- ¿Cree que debería ser lo normal?

- Deberíamos verlo como una cosa normal. El que más sabe de economía en el Ayuntamiento a lo mejor es uno del PSOE, ¿por qué no se puede tener un equipo gestor de gente de confianza realmente? El político que marque la línea política.

- ¿Pretende recordar en este libro que eso fue posible y dar un toque de atención?

- En Orihuela fue posible, y además funcionó muy bien. Yo fui jefe de Prensa y director del boletín municipal y ahí se era jefe de Prensa del Ayuntamiento, no del alcalde, le hacía notas a concejales de cualquier partido, y en el boletín salía la gestión de todos.

- ¿Y la figura de Adolfo Suárez?

- Adolfo Suárez vino a Orihuela en la campaña electoral de las primeras municipales cuando era presidente del Gobierno. Tomé café con él junto a Pedro Cartagena que era alcalde y García Ortuño que era el candidato a la Alcaldía. Los jóvenes no saben que una de las manos derechas de Suárez fue el oriolano Rafael Martínez Campillo.

- ¿No se miraba mucho a Madrid?

- Que va. Se miraba mucho más a Alicante, sobre todo para conseguir subvenciones. Aunque ojo, Pedro Cartagena tuvo una actividad importante a nivel ministerial porque hablaba con ministros, iba a pedir cosas y se le concedían. Por ejemplo el colegio Villar Palasí.

- ¿Cómo estructura el libro?

- Cada capítulo está representado con una fotografía. Hay un prólogo escrito por José Manuel Medina, una introducción sobre la Transición en sí, hablo de la figura de Adolfo Suárez en esa época. Cuento con colaboraciones de gente que vivió la época. Hay temas complicados de aquel momento como la legalización del Partido Comunista, y también se refleja la actividad de ETA en ese tiempo. Hay un capítulo que me gusta mucho porque en él no solo recojo cuestiones oficiales sino que introduzco cuestiones personales. Mi padre conoció a Miguel Hernández, mi madre era íntima amiga de Josefina Manresa en Cox. En este capítulo escribe Aitor Larrabide y me gusta mucho que él hable de Miguel Hernández en la Transición pero dedica la colaboración a Pedro Cartagena Bueno que vivió 'con amor aquellos años de esperanza'. Lo hace porque Pedro Cartagena impulsó la figura de Miguel Hernández en 1976.

- ¿Con qué le gustaría que se quedase el lector?

- Me gustaría que se enganchase como yo me enganché. Quiero que quede claro que quien venga a buscar confrontaciones entre partidos está muy equivocado. El libro está basado en dos o tres cosas fundamentales y la Historia no se puede cambiar. El trabajo se basa en actas de plenos y de comisiones de gobierno y sobre todo en lo que en ese momento publicaron todos los periódicos. Lo que Juan José, Joaquín Ezcurra, Sesca o Asunción Ruiz escribían o lo que se decía en la radio está ahí. No es historia y yo no opino, los que opinan son los colaboradores.

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