Secciones
Servicios
Destacamos
Hace unas semanas que concluyó el proceso contra Dominique Pelicot, de 68 años, condenado a 20 años de cárcel por haber incitado a 50 hombres ... a violar a su mujer mientras yacía inconsciente por efecto de los fármacos que le suministraba durante la cena. «Es un criminal peligroso y ahora sé que se irá de este mundo con sus mentiras y verdades no confesadas», declaró su hija Caroline, quien además de la conmoción derivada de saber quién era en verdad su padre alberga el temor fundado de que ella misma haya podido ser una víctima más. Apenas recuperados de conocer las dimensiones de este caso de perversión y violencia sin igual en la historia criminal de Occidente nos vemos sumergidos en otro todavía más dantesco: se está juzgando en estos días a Jöel Le Scouarnec, un cirujano de 74 años que durante 25 años (comenzó, que se sepa, en 1989) estuvo abusando sexualmente de 300 pacientes, solo 14 tenían más de 20 años; la media de edad de las víctimas es de 11 años.
Le Scouarnec estaba en la cárcel desde 2017 cuando fue denunciado por una vecina de seis años, que le acusó de tocamientos y exhibicionismo. A diferencia del caso Pelicot, en el que la familia (la mujer, tres hijos y varios nietos) no tenía ni idea de la doble vida del depredador sexual, en la familia del cirujano existió un clima notable de abuso y corrupción moral, ya que casi con toda seguridad su mujer conocía sus actividades, y dos de las sobrinas de Le Scouarnec fueron también objeto de sus abusos. Pero más allá de esas diferencias tres hechos son comunes. En primer lugar, ambos eran personas del todo «normales», perfectamente integradas, que jamás levantaron sospecha alguna para la gente que los trataba. En segundo lugar, ambos han reconocido sus crímenes, y aseguran estar muy arrepentidos. En tercer lugar, los dos registraron con todo lujo de detalles sus fechorías con registros visuales y escritos, en un intento por revivir cuando lo desearan esas experiencias extraordinarias de violencia y dominación.
Por supuesto que estos sujetos no son normales; no solo tienen graves desviaciones sexuales, sino que son psicópatas integrados, gente que no tiene conciencia ni principios morales como no sean los de satisfacer sus deseos de control y placer. Es mentira cuando afirman que quieren a sus familiares y que lamentan el daño realizado. Esto solo pretende gestionar su imagen ante la opinión pública. Es cierto que muchos hombres pueden violar o abusar de niños, aunque serán una minoría. Pelicot y Le Scouarnec son parte del 1% de psicópatas que viven camuflados en nuestra sociedad, aparentando ser buenas personas para ocultar sus deseos inconfesables. Hasta que estalla el horror.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.