King Kong contra Godzilla
Hace tiempo que predije que la alianza entre Donald Trump y Elon Musk no podría durar. Personas con ese ego descomunal y el afán de ... moldear el mundo a su gusto, caiga quien caiga, finalmente acaban enfrentándose, una vez finalizado el periodo en que cada uno podía aprovecharse del otro. Durante la campaña presidencial Musk le dio millones de dólares y una impagable publicidad, puesto que si él era el hombre más rico del mundo, y además un visionario, ¿no significaba eso que Trump se apuntaba a ese carro de abandonar viejos clichés de la política elitista para ofrecer un futuro luminoso donde al fin el pueblo llano pudiera gozar de una prosperidad nunca antes vista? A cambio, Trump le daba acceso a la Casa Blanca para que el magnate pudiera entretenerse un rato, recortando con su motosierra gastos 'superfluos', como la Agencia para la Ayuda al Desarrollo. Total, ¿a quien le importa que se corte el dinero a gente insignificante -como la africana- que no puede acceder a servicios médicos o una comida decente?
Pero mira por donde que el martes pasado Musk, ya expulsado de la casa Blanca (la gente del entorno de Trump no le soportaba porque iba a su bola), se despachó a gusto en X diciendo que el proyecto de ley que había elaborado el gobierno republicano en materia de política interior era «una abominación asquerosa», que «iba a incrementar de forma gigantesca el déficit», y que «el Congreso iba a llevar a América a la bancarrota». Además, calificó al consejero preferido de Trump, Peter Navarro, de ser «un subnormal» y de «más estúpido que un saco de ladrillos». Es claro que no le podía gustar, ya que el mencionado proyecto iba en contra de las subvenciones del coche eléctrico, y ya sabemos que Tesla lidera ese mercado.
Musk es, sin duda, un visionario: Tesla y Space X son una prueba de ello, pero también un hombre con una profunda incapacidad moral, y su acceso a un poder tan relevante como el que tuvo al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (apoyando partidos neonazis y dañando gravemente el funcionamiento del estado federal) no hizo más que poner de manifiesto su absoluta falta de comprensión de lo que significa vivir en comunidad, que no es, ni mucho menos, una mera sociedad mercantil. Este es el mundo que nos ha tocado vivir: ya no hay lugar para los valores y las cuestiones morales son del todo irrelevantes. Musk vive para ser inmortal y reconocido como un genio; el dinero es el medio de su poder. Trump ya tiene el mayor poder sobre la tierra, y con él espera ganar mucho dinero, sin escrúpulo alguno. Veremos en qué queda esto: King Kong contra Godzilla, mientras el mundo se reduce a escombros con los embates de los dos monstruos.
Musk es, sin duda, un visionario, pero también un hombre con una profunda incapacidad moral
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