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Soy consciente de que tanto la mujer de Pedro Sánchez como su hermano, David Sánchez, están asistidos por el derecho a la presunción de inocencia, ... y por consiguiente no se ha probado que cometieran delito alguno, pero el auto dictado el pasado lunes de la juez de Badajoz que instruye el caso de David Sánchez, Beatriz Biedma, introduce como mínimo la certeza acerca de la inmoralidad del proceder del 'hermanísimo' y todo parece indicar que lo va a llevar al banquillo de los acusados. En efecto, su señoría considera que el proceso por el que el investigado consiguió el puesto de Coordinador de las Actividades de los Conservatorios de este organismo no fue fruto «de un proceso selectivo justo y trasparente», sino que se realizó «sin cumplir los requisitos constitucionales». El auto incluye a otros diez imputados, entre ellos el 'jefazo' del PSOE en Extremadura y presidente de la Diputación de Badajoz, entre otros altos cargos de la administración autonómica. Los delitos por los que se imputa a todos ellos son prevaricación administrativa y tráfico de influencias.
Digo que como mínimo la inmoralidad es manifiesta porque está acreditado en la instrucción que David Sánchez no tuvo que pasar ningún procedimiento de selección y, lo que es peor, que iba a trabajar cuando le daba la gana, sin olvidarnos de que al tener su residencia en Portugal no tiene que pagar impuestos. De la lectura de la instrucción se desprende que todo el mundo del PSOE en Extremadura se puso al servicio del hermano del presidente, lo pidiera este o no, y que estamos ante un caso de nepotismo de los de toda la vida, como si no hubiera pasado nada en este país en materia de corrupción política en los últimos veinte años. Tampoco falta el escenario de un proceder inmoral en el affaire de la mujer del presidente, porque ya hemos oído y visto lo que declaró la Universidad Complutense acerca de las condiciones en las que se creó la famosa cátedra extraordinaria.
Que dos familiares directos de Pedro Sánchez se beneficien de su posición aunque sea de forma indirecta, solicitando puestos y prebendas que se espera obtener porque para eso son familia del presidente, deja en muy mal lugar al jefe del Ejecutivo, el cual, como mínimo, dejó hacer a sus familiares sin que viera la necesidad de intervenir. Lo que viene a decir que no desaprobaba tales acciones. Repito: no sé lo que fallará la justicia, porque la verdad legal y la fáctica no siempre coinciden, pero hay que tener valor, en los tiempos que corren, para permitir tales prácticas (las más antiguas desde que hay gobernantes) y luego presumir de honestidad. El nepotismo no entiende de ideologías; la familia tira mucho.
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