La ciencia contra el odio al contrario
En un video de 4,5 minutos vemos a tres parejas entrar en una sala con el propósito de ensamblar unas maderas para construir la ... barra de un bar y dos asientos. Cada pareja está sola, pero en el video se alternan imágenes de las tres. Previamente cada persona se ha definido por mantener una idea radical, bien a favor o en contra del feminismo, del cambio climático o de la identidad transgénero. Mientras construyen el bar se produce una charla social, sin relación alguna con el tema en el que divergían tan profundamente. Los participantes no sabían cuál era la finalidad del experimento. Una vez terminada la tarea, se les dijo lo que opinaban ambos acerca del tema que les dividía, y se les dio la opción de quedarse a tomar una cerveza y seguir charlando o bien de marcharse. Ninguno de ellos eligió marcharse.
Este fue una de las 25 intervenciones empleadas por el profesor de la Universidad de Stanford Robb Wiley con el propósito de poder comprobar si en una muestra representativa de la población de Estados Unidos era posible lograr una disminución en las actitudes de animadversión hacia el partido contrario, defensa de prácticas antidemocráticas (como no respetar los resultados de las elecciones) y apoyo a acciones de violencia contra el rival político. Mil personas seleccionadas de entre 32.000 participaron en un estudio por internet para cada una de esas intervenciones destinadas a disminuir el odio hacia el contrario político. Los resultados, medidos en una escala de cero a 100, mostraron que después de ver una de esas intervenciones, se podía conseguir una reducción de hasta 10 puntos en animadversión hacia el partido contrario. Sin embargo, no tuvieron un éxito significativo a la hora de lograr disminuir el apoyo a las prácticas antidemocráticas o la violencia. Por otra parte, pasado un tiempo, un buen número de los que mostraron menos odio hacia el partido contrario después de ver la intervención volvieron a su posición anterior.
La ciencia busca contribuir para rebajar la polarización en la que muchos políticos y ciudadanos viven hacia los que tienen opiniones contrarias en una serie de temas particularmente sensibles en su forma de ver el mundo, pero es una empresa muy compleja cambiar la visión de la gente si no hay un esfuerzo conjunto y decidido por parte de la mayoría de los países por erradicar el matonismo, el insulto y la mentira. Hace falta un giro copernicano con respecto al discurrir de estos tiempos. Hoy nada invita al optimismo, pero sabemos desde hace tiempo que la gente que se trata se aviene mejor, no se cosifica mutuamente. Hace falta una revolución de la conciencia que nos recuerde a todos que somos mucho más semejantes que enemigos.
La ciencia busca contribuir para rebajar la polarización en la que muchos políticos y ciudadanos viven
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