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En el cono dice que es propiedad del Jardín Nacional Shinjuku Gyoen de Tokio, uno de esos lugares en los que se puede disfrutar de ... los cerezos en flor o pasear durante un par de horas lejos del bullicio de las calles. Era una fresca mañana de principios del mes de octubre, también llovía un poco. La noche anterior, a eso de las dos de la madrugada, mi teléfono móvil había empezado a emitir un sonido estruendoso, como de camión de bomberos. Se trataba de una alerta del sistema de terremotos que, aunque no llegó a producirse, despertó a toda la ciudad. Los avisos tienen varios niveles y el de esa noche, si no entendí mal, sólo era el primero que consiste en un texto en el que se te aconseja que estés atento y compruebes que en la puerta de tu habitación del hotel no falta una linterna, cosa poco probable. Pensé que eran un poco exagerados, aunque sea comprensible es la zona del planeta con mayor actividad sísmica. Pasó lo mismo con el cono, que advierte sobre el peligro de la planta, con cuyas hojas te puedes pinchar en un descuido. También marcan con señales de peligro aquellos árboles cuyos frutos pueden caer sobre la cabeza de los transeúntes. En fin, que tienen muy claro que los ciudadanos han de ser advertidos de los peligros al margen de su naturaleza e intensidad. Igual que aquí, que anduvo un montón de gente pululando por el Centro de Coordinación de Emergencias para no cumplir con ninguna de sus funciones, en especial la más importante, que. Ya sabemos lo que pasó y que es más que probable que algunos de los que murieron arrastrados por el agua ahora siguieran entre nosotros. En realidad, se trata del asunto más relevante, vivir o no. Hubiera sido mejor pecar de precavidos, incluso de miedosos.
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