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Profesionales de la bondad

Ramón Palomar

Valencia

Martes, 2 de diciembre 2025, 00:19

Y, de repente, o al menos uno lo vio venir, irrumpieron las oenegés como si fuesen esos caracoles que inundan los campos tras una rotunda ... tormenta. Las había para todas las edades y para todos los gustos. Un fenómeno tan colosal provocó mi natural desconfianza, ¿a qué respondía tanta súbita bondad? Pero el sofoco me duró poco. En mi inocencia, creía que el personal apuntado a esas oenegés formaba parte de ese solidario voluntariado que arrima el hombro sin obtener compensación económica a cambio. Cuando descubrí que no era así, que les cascaban sus sueldecitos cada mes, la desconfianza regresó contra mi chepa. La bondad remunerada se convierte en profesión, y esto no tiene por qué ser malo, pero en fin, se presta a ciertos abusos.

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