Secretos y tesoros de la gran ciudad
Viaje al pasado y recorrido cultural: el estudio de Anzo, el antiguo cine Xerea, Lola Ortiz, una hermosa exposición en el Museo de Bellas Artes
Al igual que en otras ocasiones, inicié en el Parterre el pasado martes mi ruta urbana semanal. Accedo a la seductora calle del Mar. ... Allí, en el antiguo Palacio de Valeriola, se encuentra uno de los tesoros culturales de Valencia, el Centro de Arte Hortensia Herrero. Un lujo.
En el corazón de Ciutat Vella. Llego a la Plaza Sant Bult. A mano izquierda me adentro por En Blanch, calle en la que durante muchos años tuvo su estudio Anzo (José Iranzo Almonacid, Utiel, 1931-Valencia, 2006). Rodeado por sus obras sobre la incomunicabilidad, le entrevisté en varias ocasiones. Anzo, pese a su delicado estado de salud, siempre se manifestaba conmigo con sentido del humor.
Al lado del estudio de Anzo estaba el Xerea. En ese cine de 'arte y ensayo' vi el programa doble más angustioso y deprimente de toda mi vida cinéfila: 'La ansiedad de Veronika Voss' (Fassbinder, 1982) y 'Quinteto' (Robert Altman, 1979). La primera cuenta historias de histerias, y la segunda un futuro helado y post-apocalíptico. Desde aquella experiencia aprecio más las películas protagonizadas por Rocío Dúrcal. Hoy día, el antiguo cine Xerea se ha transformado en la Escuela Olympia de Artes Escénicas.
Muy cerca se encuentra la calle Aparisi y Guijarro, donde estuvo la Galería Tomás March. Inicio el recorrido por Gobernador Viejo. Me detengo en la Residencia para Mayores Ballesol. En recepción pregunto por la doctora Lola Ortiz, que días antes había cumplido 96 años. No nos vemos desde hace cuatro décadas. De pronto me da apuro el reencuentro. «Transmítale un abrazo muy cariñoso». Y me voy. Renuncio a vernos de nuevo. Le debo mucho a Lola Ortiz. Me inoculó su amor por el gran teatro y por Hermann Hesse, Thomas Mann o Stefan Zweig, entre muchos otros autores. Y sobre todo, Lola me enseñó a tener criterio propio sobre las cosas del mundo, aunque lo hagamos en secreto y soledad. Ella siempre ha sido una mujer valiente.
Por el puente de la Trinidad llego al Museo de Bellas Artes. Allí trabaja Concha Ridaura, una gran amiga. Me acompaña hasta las salas que albergan una de las grandes exposiciones del año: 'Clásicos y modernos. Obras maestras de la Colección BBVA.' Inicio a solas el recorrido. Tomo notas ante obras que me seducen por diversos motivos: 'Retrato de Antonio García Peris', Sorolla, 1908; 'Bodegón de tapete oriental y vasijas de metal' (apoteosis del color rojo, la obra, de 1650, está atribuida a Jacques Hupin, del que se tienen escasas referencias), y 'La pereza y el trabajo' (1909-1910, de Aurelio Arteta, 1879-1940).
Finalizo el recorrido Me reencuentro con Ridaura. Hay un filósofo que se llama Aurelio Arteta, autor de dos magníficos ensayos sobre los lugares comunes: 'Tantos tópicos tontos' (2012) y 'Si todos lo dicen' (2013). ¿Hay un parentesco entre el Arteta pintor vasco, nacido hace casi 150 años, y el Arteta profesor navarro nacido en 1945? Concha busca el dato en su móvil (el mío, jurásico, solo sirve para llamar y que me llamen, enviar mensajes o recibirlos: nada más). Tras la consulta, el aproximativo dictamen de Concha fue: «Aurelio Arteta pintor quizá fue el bisabuelo del Aurelio Arteta escritor». Me despido de Concha.
Por el Puente del Real . Llego al Parterre. El recorrido circular concluye en la librería Paris-Valencia, en la que compro tres libros de cine con precios de oferta (6 euros los tres).
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