
Secciones
Servicios
Destacamos
Tengo entre las manos el primero de los dos volúmenes del 'Don Quijote de la Mancha' (Miguel de Cervantes; Destino, 2015), con la edición ... original en páginas pares y la traducción al castellano actual en páginas impares, titánico empeño realizado por Andrés Trapiello con éxito crítico y comercial. En el capítulo XXIII, página 388, escribe Cervantes: 'Que me place -dijo don Quijote'. Traduce Trapiello: 'Con sumo gusto -dijo Don Quijote'. En el capítulo XXXI, página 568, Cervantes usa la palabra 'romadizado' y Trapiello la traduce, oportunamente, por 'acatarrado' (pocos saben ya que 'romadizo' significa, en el castellano antiguo, 'catarro ligero que afecta principalmente a la nariz'). En el capítulo XL, página 756, Cervantes usa la expresión 'muy a priesa'. Surge de nuevo Trapiello para actualizar el lenguaje cervantino, dejándolo en 'muy deprisa'.
Del siglo XVII a nuestros días. Cuatro siglos en los que asistimos a la incierta vida de las palabras. La revolución tecnológica nos aboca a un mundo nuevo. En los últimos tiempos muchas palabras han desaparecido del vocabulario popular al tiempo que, sobre todo a causa del empuje de Internet, los móviles, las redes sociales y la Inteligencia Artificial, han ido apareciendo numerosos y jóvenes términos, siempre anglosajones. Cito seis de ellos, entre muchos otros posibles: 'Software, hardware, hashtag, link, streaming, smartphone...'
Antes se decía 'A fe mía que no miento', una expresión común en el español antiguo. Actualmente lo habitual es decir en trances similares: 'Te juro que no miento', o, de modo menos enfático, 'de verdad que es cierto'. Por seguir con el 'Don Quijote' como referencia ilustre, en sus páginas leemos la expresión 'Hizo un donoso cuento'. Hoy lo diríamos de otra manera: 'Narró un ingenioso cuento'.
Algunas noches, si tardo en conciliar el sueño, pienso en algunos vocablos que en esta tercera década del siglo XXI han desaparecido, pese a su preciosa sonoridad. Por ejemplo, 'cachiporra', casi en desuso, y yo diría que inexistente en el habla de los menores de 30 años. Me pongo verbalmente nostálgico cuando pienso en las exclamaciones '¡Cáspita!' (sorpresa, asombro o indignación), '¡Albricias!' (con un parecido similar a '¡Qué alegría!'), o '¡Corcholis! y '¡Mecachis!' (para expresar disgusto o asombro).
No sé lo que se ha hecho de las preciosas palabras 'tejemanejes' (maquinaciones o manejos secretos y enredados, especialmente cuando hay intención de manipular o actuar de forma poco clara), 'brizna' (se usa figuradamente, aunque cada vez menos, para referirse a algo muy pequeño, casi insignificante) 'pisaverde' (persona presumida, afectada o que pretende mostrar un aire de superioridad social, aunque no tenga la categoría o méritos para ello) o 'pasmarote' (persona estupefacta o desconcertada, muchas veces con un toque de torpeza). Sospecho que esos términos viven un largo descanso, solo alterado de uvas a peras por escritores y periodistas inquietos.
Las palabras y expresiones que ostentan ahora un abusivo liderazgo son 'empoderamiento', 'icónico', 'bulo', 'resiliencia', 'guay', 'el relato', 'necesito mi espacio', 'salir de mi zona de confort', 'poner en valor', 'como no puede ser de otra manera', 'empatía'... En lo que concierne a la riqueza verbal del castellano creo que hemos dado varios pasos atrás.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.