No me quiten la ilusión
Quiero disfrutar de un año tranquilo, sin descensos ni dramas. Otra cosa será cuando acabe la Liga
No me roben la ilusión. Durará lo que durará pero, por favor, no me la quiten hoy. No me vengan con que es imposible conseguirlo ... o que podría ser hasta negativo para la próxima temporada ir más allá de la salvación. No me lo digan. Porque, con tantas desgracias que vive el Valencia cada mañana cuando se levanta la persiana y lo sigue dirigiendo Lim desde Singapur, lo que está pasando sobre el césped es para seguir sin abrir los ojos.
Por supuesto les hablo de lo del Valencia de Baraja. No me extenderé en lo de poner a Baraja por delante de cualquier argumento; primero porque ya lo saben y segundo porque les resultaría muy pesado. Pero lo que pasa sobre el césped merece, por lo menos, que sigamos soñando. La sensación con la que salí de Mestalla tras el partido contra el Almería volvió a ser de grandeza olvidada -que nunca perdida- mirando a los aficionados. Cinco victorias en los últimos seis partidos, séptimos en la clasificación y una sensación de ilusión generalizada que hacía tiempo no se veía. En liga, desde el Valencia de Marcelino.
La gente empezó llenando Mestalla el año pasado para ayudar a evitar el descenso. Y se consiguió. Empezó la actual temporada llenando Mestalla para salvar al equipo desde el primer momento. Y eso ya se acabó. Pero, ahora, llena Mestalla cada domingo orgulloso de su equipo de fútbol. Y ya no viene a verle para sufrir juntos y arroparle en la derrota. No, ahora viene a verle ganar. Otra vez la palabra 'ganar', propia de la historia de este club y olvidada por culpa de Lim. Ahora mira la clasificación por arriba antes de empezar el partido y la vuelve a mirar al terminar. Busca los duelos de los rivales europeos y no los del descenso. El valencianismo se identificaba con el Pipo y ahora, también, con la clasificación del equipo. Se subió al carro de su leyenda y ahora se ha subido al de Europa. El carro de siempre. Y esa felicidad merecida -a pesar de Peter Lim- hay que exprimirla hasta el último día. Hasta el último partido. Porque, con Meriton al mando, nunca sabes cuándo lo bueno se va a terminar.
Hugo Duro dijo que aquí no hay estrellas, que curran todos. No hay nada que Mestalla premie más
El Valencia está en la pelea europea. Es la tozuda realidad. Un milagro por el que nadie daba un duro antes de empezar la Liga. Es un equipo agresivo, competitivo, ganador y que, con jugadores jóvenes y sin nombre, están haciendo un equipo de grandes hombres. Ya lo dijo Hugo Duro, aquí no hay estrellas, pero curramos como nadie y somos amigos. No hay nada que Mestalla premie más. Y, probablemente, aplaude más a rabiar cada jugada y cada partido porque el enemigo no está solo enfrente. No son los once jugadores con distinta camiseta.
Esos son 'sparrings' en esta película de terror. Con Meriton como macabro protagonista el bueno siempre muere. Pero, aquí el protagonista se ha empeñado en esquivar todos los tiros para salvar a la chica. A Baraja le ningunean, le desgastan, le debilitan la plantilla, le venden -o regalan a los buenos- no le traen jugadores... y se levanta y vuelve a ganar. Y esquiva la ametralladora para seguir caminando sin rechistar y proteger así a la chica de su vida; su Valencia CF.
Otra cosa será cuando termine la película de la temporada, sepamos donde acaba el Valencia y qué ocurre a partir de entonces. ¿Seguirán las ventas indiscriminadas? ¿Baraja se pensará si vale la pena seguir así? ¿Renovará si se lo proponen? ¿El equipo será peor -como viene pasando- el año que viene? Grandes preguntas de las que intuimos las respuestas. Pero, de momento, no quiero pensar en ellas. Quiero disfrutar de un año tranquilo, sin dramas ni descensos. Sin despidos ni dimisiones. Con victorias e ilusión. No me quiten la ilusión. Al menos no todavía.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión