La intervención de la diputada de Compromís, Verónica Ruiz, afeándole al torero y vicepresidente de la Generalitat Valenciana, Vicente Barrera, su condición de matador de ... toros, en base a las consabidas y manoseadas razones del animalismo populista que han abrazado con tanto ahínco como desconocimiento, fue tan sectaria como acostumbra y tan manipuladora y miope como le permiten su cerebro y su ideología.
Los hechos. En la Cámara se debatía sobre la participación de una autora en el ciclo de Escritores de la Biblioteca Valenciana cuando la política aludida se dirigió al vicepresidente del gobierno autonómico y conseller de Cultura y Deporte, en su momento figura destacada de los ruedos: «Usted ha venido aquí para decir qué es un artista y, que sepamos, es torero. Se autodenomina matador. El artista crea y aporta vida, y usted se define como matador. La crueldad, la muerte y la tortura no es ni vida ni cultura».
Por su parte, Vicente Barrera, manteniendo ese perfil discreto de baja intensidad del que está haciendo gala desde que tomó posesión de su cargo, le replicó con el rictus serio y no exento de visible emoción: «Soy torero y muy orgulloso. ¿Cree que me avergüenzo? No sé lo que ha hecho usted en la vida, pero lo más grande que he hecho yo es ser vicepresidente de este Gobierno y matador de toros. Sepa que la ley dice que el toreo y la tauromaquia, es cultura. En la Comunitat y en España».
Además de escasa sensibilidad, salvo para defender a los animales, que dicho sea tampoco lo están razonando bien, la diputada (¿de izquierdas? ¿nacionalista?) demostró nulos conocimientos sobre los valores (lógico) del toreo y sobre la aportación a la cultura de la propia tauromaquia. Unos cuantos cuadros, centenares de buenos versos, ensayos y enciclopedias, han dado más a la historia del hombre en la tierra que el cerrado y hostil paradigma en el que se mueven ella y sus colegas. Un poco mas de rigor, señoría y menos prepotencia ideológica.
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