Belvedere

Tertulianos no, activistas

Del deporte han saltado a la política, convirtiendo los debates televisivos en una extensión de la crispación y el radicalismo

Pablo Salazar

Valencia

Sábado, 14 de junio 2025, 23:32

Hay un personaje (por llamarlo de algún modo) del mundo del periodismo deportivo muy famoso por su extravagancia. En los partidos del Real Madrid se ... enfunda la camiseta blanca (adivino que no sin cierta dificultad dado su perímetro) y se dedica a cualquier cosa menos a comentar el partido en la emisora de radio en la que colabora. Ríe, llora, grita, gime, protesta, celebra a lo loco, se abraza con quien sea, tira la silla, tira el vaso, tira los bolígrafos, tira lo que tenga a mano, se acalora, se abanica, resopla y gruñe. Todo ello, además, grabado por las cámaras para que después, en las redes sociales, no se hable de otra cosa que de su última ocurrencia en la victoria o en la derrota del conjunto merengue. No se hable de otra cosa durante un par de minutos, que es lo que puede durar su liderazgo/tendencia de ese día. Pero da igual, le sirve, a su propósito le viene bien que se le insulte, que hay quien lo hace. Lo importante es llamar la atención. Cualquier pretensión de análisis sesudo, de reflexión sosegada, de predicción fundamentada en datos y observaciones minuciosas está de más tratándose de quien se trata. El nombre del personaje es lo de menos, de hecho lo he olvidado (aunque si vas a Google y buscas 'Periodistas del Real Madrid' te saldrá el primero). Pero es lo de menos porque no es el único, todos los clubes tienen ya sus periodistas-'hooligans'. Por expresarlo de otro modo, el 'estilo' (nunca peor dicho) se ha impuesto. Hay excepciones, por supuesto (pienso en clave valenciana y me acuerdo de Paco Lloret, Cayetano Ros, Pedro Campos, Moisés Rodríguez, Valldecabres, Miñana, Villena, Chilet o Pep Doménech, y sé que me dejo a unos cuantos locales y nacionales, pido disculpas por ello), pero el forofismo deportivo ha sustituido al periodismo deportivo. Y lo peor no es eso sino que ha exportado su modelo de éxito a la política. Lo veníamos advirtiendo. Lo apuntamos, con nostalgia, al morir José Luis Balbín y recordar los gloriosos tiempos de 'La Clave'. ¿Qué se hizo de aquellos debates? Finalmente, poco a poco, el activismo se ha apoderado de las tertulias televisivas, hasta comenzar a expulsar a los que se niegan a plegarse al dictado del gritón y faltón colocado para reventar cualquier intento de diálogo constructivo y sosegado. De muchos de estos nuevos propagandistas no se sabe apenas nada. De dónde vienen, en qué medio de comunicación trabajan, cuáles son sus méritos profesionales. Pero sus habilidades son manifiestas. Amarrados a una ideología y obedientes a un partido, defenderán lo que la dirección de esas siglas les indique que tienen que defender. No dejan ni el menor resquicio a la sorpresa. Sabes con antelación lo que van a comentar y nunca se salen del guión establecido, el que les marca la dirección de comunicación del partido. Su partido. La obediencia se paga. Se paga acudiendo a más y más tertulias en medios amigos o directamente controlados por el poder, como la antigua TVE, hoy TeleSánchez. No deja de ser una forma de corrupción, opinar por la senda que otros te indican a cambio de dinero. El nivel cultural de estos activistas es ínfimo y cuando se abordan asuntos jurídicos, económicos o de actualidad internacional, todas sus carencias quedan al descubierto. Algunos no distinguen un auto de una sentencia pero son capaces de, siguiendo a la gran intelectual Pilar Alegría -que criticó a los jueces porque «están haciendo cosas difíciles de entender»-, descalificar la actuación de los representantes del Poder Judicial. Como diría Federico Trillo, manda huevos. Hay uno que esta última semana se ha hecho famoso porque Díaz-Ayuso ha cometido el error de contestarle, que es lo que él quería. Presten atención a la altura intelectual de sus intervenciones. Ante las críticas de Alfonso Guerra al presidente del Gobierno, responde: «Si no le gusta Pedro Sánchez se tendrá que aguantar y vivir con ello». Suena infantil, de patio de colegio, «es mi balón y juega el que yo diga». Pues bien, es el referente tertuliano/mediático de la izquierda sanchista. Llamemos a las cosas por su nombre, no son tertulianos, son activistas al servicio del régimen establecido. A este Gobierno corrupto, amparado por un partido que en su dirección es una organización criminal, le preocupan mucho los pseudomedios y los pseudoperiodistas (a mí también) pero no dice nada de estos agitadores que ya están expulsando a los buenos profesionales de las tertulias, como ha ocurrido en los últimos días. Ya lo dijo Zapatero en célebre declaración a Iñaki Gabilondo, «necesitamos que haya tensión». También en las tertulias políticas.

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