El secarral de la plaza de la Reina

Belvedere ·

Es cierto, falta arbolado, pero con el parking subterráneo era imposible plantar grandes ejemplares. Lo que es inconcebible es que los toldos no estén instalados

Pablo Salazar

Valencia

Miércoles, 4 de junio 2025

En la década de los noventa, con el primer gobierno municipal de Rita Barberá, en coalición con Unión Valencia, salió a concurso la remodelación de ... la plaza del Ayuntamiento con la construcción de un gran aparcamiento subterráneo. Con buen criterio, la entonces alcaldesa no se atrevió a ejecutarlo, temerosa de que al excavar aparecieran restos arqueológicos y las obras se eternizaran en el enclave más emblemático y, a la vez, más conflictivo de la ciudad. Durante sus ocho años de mandato, Joan Ribó emprendió la peatonalización y reforma de la plaza de la Reina, que ya tenía y sigue teniendo un parking. A pesar de su apuesta por un modelo urbano verde, mantuvo este equipamiento, condicionando el diseño de la superficie. No digo que se equivocara, eliminar todas las plazas del estacionamiento hubiera sido un error, pero tal vez se podían haber suprimido algunas para permitir la plantación de arbolado que diera sombra en los meses de calor. Que son, por el cambio climático, cada vez más. El caso es que el proyecto de José María Tomás permitió ganar para uso ciudadano un espacio que hasta entonces era una estación de autobuses de la EMT, un lugar infame, mal diseñado y peor resuelto. Pero a partir de finales de mayo, pasear por la plaza se convierte en una operación de riesgo. Salvo que uno vaya provisto de un Panamá como el que luce mi buen amigo Iñaki Zaragüeta o saque del bolso o de la mochila un parasol con el que cubrirse. El presidente de la asociación de comerciantes y de vecinos de Ciutat Vella, Rafael Mampel, ha recordado estos días que ya lo avisaron, que con el diseño sin apenas árboles aquello iba a ser un secarral. Pero tenía difícil solución si se mantenía tal cual el parking. Lo que sí la tiene es la instalación de los toldos, que no debería retrasarse hasta que pase el Corpus, es decir, hasta finales de junio. Para entonces, los viandantes habrán tenido que sufrir más de un mes de altas temperaturas por un terreno inhóspito durante el día. Los postes de sujeción deberían haberse colocado de tal manera que los toldos fueran compatibles con el tradicional mercado de l'escuraeta, un pequeño detalle que a Ribó y a su equipo se les escapó. El de María José Catalá está a tiempo de rectificarlo. La Puerta del Sol, el kilómetro cero de España, va a tener toldos. Las plazas sin arbolado necesitan protegerse del calor y las únicas formas son los aspersores y las fuentes, que refrescan el ambiente, o las telas a cierta altura que tapan los rayos del sol. Esperar casi a julio para ponerlos es un absurdo que debería ser corregido el año próximo.

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